Intolerancia y polarización | Democracia bajo asedio
13 enero* Los acontecimientos de Washington, Estados Unidos, del pasado miércoles 6 de enero no pueden evadirse. Antes de ese día, sólo las películas hollywoodenses más trepidantes (“Presidente bajo fuego”, “Asalto a la Casa Blanca”) registraban escenas que la realidad se encargó de materializarlas en el Capitolio. Podría comentar con displicencia que no habría razón de escándalo, al menos en México, ante la irrupción violenta de manifestantes en un edificio público. ¿La quema de las puertas de Palacio Nacional? ¿O el jinete en su caballo entrando al salón de sesiones de San Lázaro? ¿El bloqueo de miles de manifestantes de la Cámara de Diputados, haciendo imposible salir o entrar al recinto? Si de anécdotas se tratara, acabaría este espacio con citas de acontecimientos que, aparentemente, forman parte del quehacer político mexicano, incluyendo la toma de la avenida Reforma de Ciudad de México durante varios meses en 2006. Y hemos —hasta ahora— sobrevivido. Entonces, ¿por