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Mostrando entradas de febrero, 2020

Ante el 8 de marzo. A marchar y, luego, parar

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Dulce María Sauri Riancho (*) Faltan 10 días para el 8 de marzo. Hace 25 años comenzó a popularizarse como el Día Internacional de la Mujer. La IV Conferencia, organizada por la ONU y efectuada en Beijing, China, en septiembre de 1995, propuso esa fecha para evaluar avances y hacer patente los obstáculos que habrían de ser removidos para garantizar el pleno ejercicio de los derechos de las mujeres y las niñas en todos los ámbitos de la vida colectiva. Entonces, las instituciones responsables de los programas para el adelanto de las mujeres eran débiles, casi inexistentes. Por eso fue muy relevante cuando el presidente de la república tomó la determinación de encabezar el acto conmemorativo en 1996, junto con su gabinete y teniendo como invitadas a mujeres de los distintos partidos políticos, de las organizaciones sociales de todo el espectro ideológico, unidas en la causa común de impulsar las causas de las mujeres. La agenda de las mujeres antepuso el interés colectivo

Riesgos de la polarización. Pedir perdón

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Dulce María Sauri Riancho ¿Puede el PRI pedir perdón a las y los mexicanos por sus errores, vicios y deficiencias? ¿debe el PRI hacerlo? ¿puede haber perdón para configurar una nueva oportunidad de gobernar? ¿qué elementos pueden incidir para que, solicitado el perdón, éste sea concedido? Estas preguntas no son formuladas en el vacío, sino en un contexto marcado por una creciente polarización social y un abismo que parece ensancharse cada día entre distintos grupos, enfrentados todos con todos. El fin de semana pasado encontré un editorial y una entrevista que abordan el peligro de la polarización. José Mojica en una entrevista a EFE, pone los puntos sobre las íes: “la actitud del Gobierno define en parte la actitud de la propia oposición, porque si a usted le escupen en la cara y lo quieren pisotear usted no tiene más alternativa que pelear”. Con el lenguaje directo del expresidente de Uruguay: “No es que usted quiera, es que se lo imponen y esta puede ser la torpeza porque es

Salud para todos. Una difícil transición

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Dulce María Sauri Riancho Después de la inseguridad, la salud es la mayor preocupación de las familias mexicanas. Es, desde luego, la amenaza de vivir una epidemia como en 2008 —cuando el H1N1 costó vidas y afectó la economía— pues China de hoy fue el México de entonces. Pero la zozobra proviene de algo más próximo que el coronavirus. Se trata de la crisis que atraviesa el sector salud a raíz de las nuevas reglas impuestas por la administración federal: compras consolidadas de medicamentos, centralización de los servicios y desaparición del Seguro Popular. Es cierto que en el pasado próximo escaseaban ciertos productos en los hospitales públicos del IMSS y del Issste; lo es también que las esperas para las operaciones eran prolongadas. Pero ahora, simplemente no se cuenta con los medios para realizar intervenciones quirúrgicas, incluyendo gasas, catéteres y hasta insumos para la anestesia. Que las máquinas —de ultrasonido, radiografías, litrotricia, entre otras— están descompue