Fumar cannabis. No, muchas gracias.
Dulce María Sauri Riancho El presidente Enrique Peña Nieto anunció en Naciones Unidas el fin de una política prohibicionista respecto a las drogas y un giro hacia la consideración de la farmacodependencia como enfermedad, no delito. Todo sucedió hace apenas una semana. Confieso que me emocioné. ¡Al fin —me dije— habrá una reconsideración de algo que manifiestamente no ha funcionado! Más cuando dijo que se trataba de promover un nuevo paradigma en el tema. De inmediato me imaginé el anuncio de una nueva estrategia para regresar la tranquilidad perdida en extensas regiones como Michoacán, Guerrero, Tamaulipas. Pensé en un retorno paulatino de las fuerzas armadas a sus cuarteles, de donde sólo salieran, como antes, para aplicar el Plan DN-3 en auxilio a la población en casos de desastre. Sumé los dólares que recuperarían las autoridades mexicanas al quitarle a los capos de la droga sus ganancias ilícitas, tal como lo han hecho en Estados Unidos, con cientos de millones de billetes verd