Platillos de la balanza | ¡Adiós 2020!

 

30 diciembre*

Es mi última colaboración que aparecerá en las páginas del Diario en este año difícil. Casi sin interrupción, miércoles tras miércoles, he podido compartir con ustedes, amig@s lector@s, preocupaciones, zozobras y algunas expectativas sobre la vida del país.

Sin embargo, el cierre de 2020 es distinto a todos aquellos de mis casi siete décadas de vida. He recordado los momentos previos a estas fechas hace justamente 12 meses.

Los problemas avizorados entonces parecen cosas menores frente a la realidad amarga de la seguridad perdida. ¿Alguien imaginó la complicada senda que se abría al iniciar el nuevo año?

Creo que en los platillos de la balanza de 2020 habría mucho para poner del lado de las pérdidas, comenzando por las más de 200,000 vidas truncadas prematuramente si la emergencia del Covid no hubiera aparecido.

Amig@s, familiares cercanos, víctimas del virus fatal, cuando podrían haber contado años más allá de los 60 de Alfonso Pereira o los 86 de Armando Manzanero. O quienes no alcanzaron atención a sus padecimientos crónicos o a la operación que pudo haberlos salvado, ante la saturación de los hospitales.

Los miles de niñ@s afectados por la interrupción de sus tratamientos contra el cáncer, cuando la prioridad y los recursos se fueron hacia otra parte. “Daños colaterales” que la estadística oficial recoge con el pudoroso concepto de “sobremortalidad”, que no es otra cosa que las defunciones de más que en los últimos cinco años anteriores.

Duele revisar las decisiones y las políticas que pudieron ser distintas, con resultados que intuimos, hubieran sido diferentes en protección de vidas. ¿Y si desde un inicio se hubiesen suministrado suficientes pruebas para detectar tempranamente el Covid, en vez de “aconsejar” permanecer en casa, hasta que la proximidad de la muerte hiciese acudir al hospital?

¿Y si el presidente López Obrador se hubiese puesto su cubrebocas desde marzo, dando el ejemplo de su “fuerza moral”? ¿Y si en noviembre de 2019 hubiéramos postergado en el Congreso la desaparición del Seguro Popular, hasta no asegurar que el Instituto Nacional de Salud para el Bienestar (INSABI) se encontrase preparado para asumir sus nuevas funciones?

El platillo de las pérdidas registra dos ciclos escolares de más de 26 millones de alumnos. Desde preescolar hasta la universidad, tuvieron que adaptarse maestros y educandos a una realidad desfavorable al aprendizaje, justo de los más rezagados. Cierto que la prudencia ha llevado, sobre todo, a proteger la vida y la salud porque, a final de cuentas, los programas se pueden recuperar con un esfuerzo magno, pendiente, por cierto, de ser convocado.

Miles de pequeños negocios cerraron sus puertas. Sus huellas las podemos ver todavía en los letreros que el paso de la lluvia y el sol comienza a desteñir. ¡Cuántas esperanzas truncadas! La recuperación económica es mucho más que cifras de incremento de asegurados del IMSS o del PIB. Es devolver la oportunidad a las pequeñas fábricas, talleres, tienditas.

Sigue luchando

Después de evadir durante nueve meses al Covid, me contagié este final de año. Como miles de yucatec@s y millones de mexicanos, sigue mi cuerpo luchando contra el virus. En cuanto recibí el resultado positivo, me pude aislar. Tengo apoyo familiar y acceso médico, si la situación se complica.

Pero no puedo menos que pensar en tod@s quienes no tienen estas oportunidades, que salen todos los días a luchar con la incertidumbre de un contagio porque no tienen opción. Pero también tengo presente a quienes no tienen conciencia de su vulnerabilidad, que siguen reuniéndose y festejando, porque a “ellos” no les da, y si sucede, creen tener medios para curarse. Siempre es grave falta la ausencia de solidaridad social, pero ahora es simplemente imperdonable.

Es pequeño el platillo para poner lo bueno que deja 2020. La actitud valiente y solidaria de las y los trabajadores de la salud: médicos, enfermeras, químicos, afanadores, camilleros, que arriesgan su vida cotidianamente.

La capacidad demostrada por la comunidad científica del mundo para disponer en un tiempo récord de una vacuna que permita el retorno a la ansiada normalidad.

Las redes de solidaridad social para atender a los más desprotegidos, tejidas algunas veces en contra del mismo gobierno.

Existen circunstancias sobre las cuales difícilmente tenemos control como personas, como la llegada de este virus que causa tantas fatalidades; o las inundaciones en extensas zonas del sureste, incluido Yucatán, donde ni siquiera existen ríos superficiales.

Estos dos ejemplos bastan para ilustrar la bendita ignorancia del futuro que nos permite, año tras año, desearnos parabienes y felicidades al comenzar un nuevo ciclo. Ya habrá tiempo al iniciar 2021 para abordar los temas sustantivos de la rendición de cuentas por un año que, por si no fuera suficiente, trajo 366 días. Y por las políticas públicas —o la falta de éstas— que agravó la condición de millones de familias frente al Covid.

“La vida sigue…”, dice el refrán. Aún en las peores calamidades, la energía de las personas y su confianza en Dios ayudan a enfrentarse al futuro. Recuperemos para el magro platillo del optimismo a la pieza más pequeña oculta en la caja que Pandora abrió un buen día. Es la Esperanza, que permite decir ¡Feliz 2021!— Ciudad de México.

dulcesauri@gmail.com

Licenciada en Sociología con doctorado en Historia. Exgobernadora de Yucatán y presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados.



 

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