Innovar, armar, reconstruir
Dulce María Sauri Riancho Las decisiones de Renán (y 3) ¡Milagro!, exclamé cuando el martes por la mañana, muy temprano, encontré diversas brigadas de trabajadores enfundados con rojas camisetas con la leyenda Playa limpia, enfrascados en la poda de árboles y deshierbe de la calle 60, enmontada por las lluvias y el descuido de las últimas semanas. Más tarde, leí que el gobierno del estado tomó la decisión de emprender una gigantesca operación “limpieza y bacheo” en las principales avenidas de la ciudad para que, cuando menos en los puntos más visibles de Mérida, se amortigüe un poco la imagen de abandono y desidia que dejan tras sí las autoridades municipales que concluyen su función el 31 de agosto. ¿Será que el municipio más poblado de Yucatán, donde se encuentra la capital, esté condenado a pasar por la sala de “terapia intensiva” de la burocracia, para cuando menos, seguir sobreviviendo? La respuesta obvia es: No. El Ayuntamiento de Mérida es responsable de atende