Fenómenos naturales y organización social
Dulce María Sauri. Día a día se va desgranando el mes de septiembre. Ya no sólo es el del informe presidencial que lo inaugura, sino el de las Fiestas Patrias y desde hace casi 30 años, es el periodo que marca los azotes más fuertes que la naturaleza le ha dado a México: terremoto en el Distrito Federal, 19; huracán “Gilberto”, 12-14; ciclón “Isidoro”, 22. En este año, dos fenómenos meteorológicos confluyeron en los dos océanos que abrazan las costas mexicanas. En el Pacífico, una tormenta tropical, “Manuel”, y en el Golfo de México, “Ingrid”. Ninguno llegó a emular a los gigantescos meteoros que viven en la memoria colectiva, pero el agua que descargaron provocó enormes daños a las viviendas, infraestructura y al patrimonio de miles de familias, en particular en Guerrero, uno de los estados más pobres del país. De pronto, el debate nacional saturado por la discusión de la reforma fiscal, la propuesta en materia de energía y por las movilizaciones magisteriales contra la ref