La hora de la verdad | Presupuesto y pandemia
Dulce María Sauri Riancho (*)
“Cuando salga de esta iré corriendo a aplaudirte. Sonreiré,
le daré las gracias a quién me cuide. Ya nadie se atreverá a burlar lo
importante. La calidad de la sanidad será intocable” —Rozalén “Aves enjauladas”
Hemos iniciado en la Cámara de Diputados la discusión del
proyecto de presupuesto de egresos de la federación (PEF) para 2021.
Llega la hora de la verdad, cuando no basta con decir que
algún programa, obra o acción pública “es prioritaria”, si no está considerada
para recibir recursos públicos. Este año la “cobija” presupuestal, de por sí
reducida, es todavía menor. En el complejo proceso de asignación de fondos
federales para el año próximo está presente una pregunta, que al mismo tiempo
refleja un dilema: ¿atender la emergencia y sus secuelas terribles en la vida
de millones de personas, o elaborar un presupuesto para apuntalar el retorno a
la “nueva normalidad”?
¿Es necesario optar o se puede combinar la atención de lo
inmediato con las acciones que permitan reconstruir el desarrollo de la sociedad
y la economía?
Desde mi perspectiva, la respuesta presupuestal tiene que
abarcar tres estrategias: la primera, atender las graves deficiencias que se
descarnaron durante la pandemia. La segunda, fortalecer los servicios que,
aunque operaban, lo hacían —y lo hacen— con serias limitaciones. Y la tercera
estrategia está relacionada con el retorno a la añorada “normalidad”.
Sólo apunto algunos ejemplos de aquellos sectores y
políticas públicas que deberán asegurar su presencia cuando se apruebe el PEF
el 15 de noviembre.
1. Atender las graves deficiencias. Elegí a las
instituciones públicas de la salud, a las cuales el Covid-19 las encontró en
medio de la complicada transición del Seguro Popular hacia el INSABI. Antes de
la pandemia ya se registraban serios problemas en el abasto de medicamentos y
el diagnóstico gubernamental sobre el sector destacaba la necesidad de concluir
la infraestructura hospitalaria.
A la salud no se le puede regatear un solo peso; a su
heroico personal que ha enfrentado la pandemia —médic@s, enfermer@s,
camilleros, químic@s, afanador@s— se les debe un sustancial incremento de
salarios, además de insumos, equipos y medicamentos adecuados para realizar su
trabajo.
A las y los médicos de distintas especialidades que no han
podido atender a sus pacientes de otras enfermedades —diabetes, cardíacas,
cánceres de todo tipo, inmuno-deprimidos, etc.— deberán asignarse los recursos
necesarios para realizar sus consultas y facilitar su regreso a los quirófanos
convenientemente equipados.
El severo retraso del programa de vacunación tiene que ser
abatido en 2021, porque pone en riesgo la vida de millones de infantes que no
las recibieron.
Urgen las reglas de operación del INSABI para que puedan ser
empleados correctamente los recursos disponibles en el fideicomiso “Fondo de
Salud para el Bienestar”. INSABI recibió del Seguro Popular casi 100 mil
millones de pesos ($97,108,359,204.14) que antes se empleaban en atender
enfermedades catastróficas como los distintos tipos de cáncer, como el que
padecen niñas y niños, esclerosis múltiple y otros padecimientos cuyos
tratamientos son sumamente costosos para una familia.
Lo puede asegurar
Ese dinero no puede ir a ningún otro lugar más que a la
atención de la salud de millones de familias mexicanas; el decreto de
Presupuesto 2021 lo puede asegurar.
Otra falla que reveló la pandemia es la relacionada con la
conectividad digital. El internet y la televisión se transformaron en los
medios para llevar contenidos educativos a millones de niñ@s y jóvenes
impedidos de acudir a las aulas.
Pero la cobertura televisiva todavía no llega a todo el
territorio y el acceso al servicio de banda ancha registra grandes diferencias
en su calidad. Aún está pendiente hacer realidad el derecho de acceso a las
tecnologías de la información y comunicaciones, que se estableció en la
Constitución desde 2013. El PEF 2021 deberá dedicar recursos a los programas
destinados a reducir la brecha digital.
2. Fortalecer programas y servicios existentes. Por ejemplo,
ante el recrudecimiento de la violencia doméstica asociado a la pandemia, los
refugios de mujeres demandan mayores recursos, al igual que los distintos
programas destinados a prevenir y atender a sus víctimas.
De similar manera, las acciones asociadas a la prevención
del suicidio y los programas de salud mental tendrían que ser considerados como
prioritarios en la asignación de recursos.
La atención a las y los adultos mayores mostró también sus
severas limitaciones. Los escasos programas dedicados a este creciente grupo
poblacional prácticamente desaparecieron. La pandemia incluso apartó a quienes
trabajaban como empacadores en las tiendas de autoservicio.
Esta situación debiera poner en el centro del debate
legislativo al sistema de cuidados, más cuando su creación implicará atender
los derechos de las mujeres, principales cuidadoras, de la infancia y de
adultos mayores. Aun con las restricciones presupuestales, habrían de ponerse
las bases para avanzar gradualmente.
3. Retorno a la nueva “normalidad”. La educación es el mejor
ejemplo para forjar un retorno diferente.
Enfrentarse al Covid ha llevado a que el sistema escolar
adopte por necesidad la educación a distancia y las herramientas de la
tecnología de la información. El PEF deberá considerar que llegaron para
quedarse, si se le asignan fondos a fortalecer la capacitación de las y los
maestros y se atienden los problemas de infraestructura para conectarse a la red.
Sin embargo, esta posibilidad de ninguna manera implica
cancelar a las escuelas de tiempo completo, esfuerzo gigantesco para abrir
oportunidades a las y los niños de ampliar sus horizontes en un entorno seguro.
Y a sus madres, de destinar mayor tiempo al trabajo remunerado sin la zozobra
del cuidado de sus hij@s.
Desafortunadamente, Escuelas de Tiempo Completo registra una
drástica reducción en la propuesta del Ejecutivo. Espero que en el dictamen se
corrija esta deficiencia.
Atender la emergencia no puede significar cancelar el
futuro, ni el inmediato ni el de largo plazo. La crisis sanitaria descarnó
deficiencias y mostró nuestras limitaciones. Pero también nos da la oportunidad
de corregirlas y de orientar en una forma distinta el desarrollo de la sociedad.
“Ya nadie se atreverá a burlar lo importante”. Que la aprobación del
Presupuesto de Egresos de la Federación 2021 así lo refleje.— Mérida, Yucatán.