Otras estadísticas del país | Números del COVID
La información estadística de calidad es indispensable para
diseñar, aplicar y evaluar las políticas públicas. Nada más lejano a la
ocurrencia, la corazonada o al “instinto” de algún funcionario que las cifras
basadas en hechos y evidencias.
Por eso, aun en medio de la pandemia, el Instituto Nacional
de Geografía y Estadística (Inegi) tiene una función fundamental, estratégica
si se trata de salir lo mejor librad@s de esta crisis.
El Inegi es un órgano constitucional autónomo, del mismo
rango que el Banco de México o la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Produce estadísticas sobre distintos aspectos de la vida económica y social del
país. Es la institución encargada de levantar cada 10 años el Censo de Población
y Vivienda, gracias al cual sabemos cuántos somos y cómo nos encontramos
distribuidos geográficamente y por edad.
Habrá quien piense que el presupuesto de un organismo de esta
naturaleza es un lujo que no deberíamos darnos en tiempos de crisis. Pero es
justamente lo contrario: invertir en fortalecer al Inegi puede ser lo mejor
para conocer objetivamente la situación y actuar en consecuencia.
Las y los encuestadores del Inegi estaban en el tramo final
del levantamiento del Censo de Población (entre el 3 y el 27 de marzo) cuando
se declaró la emergencia sanitaria y la suspensión de servicios no esenciales
(24 de marzo). A partir del 30 de marzo se prohibieron censos y encuestas cara
a cara. Ajustado, pero el Inegi logró concluir exitosamente la fase del levantamiento
de la información.
En diciembre de este año sabremos con exactitud el número de
habitantes de México, sus edades y su lugar de residencia, entre otros valiosos
datos.
Un año antes, en 2019, el Inegi levantó el Censo Económico
-que se levanta cada cinco años-, una especie de fotografía estadística de las
empresas, su tamaño, la cantidad de obrer@s y emplead@s ocupados y el valor de
su producción.
Según la información recabada, había 6.4 millones de
establecimientos donde trabajaban 36 millones de personas, quienes produjeron
servicios o mercancías por 9 billones, 984 mil millones de pesos.
Gracias a este censo, sabemos que, entre las actividades
manufactureras (32%) y el comercio (21.4%), está representado más de la mitad
del aparato productivo del país. Destacan las ramas de Fabricación de Autopartes
y de Automóviles y Camiones, con cerca del 10% del valor agregado total.
Sin embargo, es la Preparación de Alimentos y Bebidas la rama
con mayor personal ocupado: un millón, 954 mil, a la que le sigue Abarrotes y
alimentos al por menor, o sea, las misceláneas y tienditas de la esquina, con
un millón 764 mil personas ocupadas.
Por tamaño de establecimiento, predominan los negocios Micro,
de 0 a 10, que representa casi el 95% del total; sin embargo, sólo concentran
el 37.2% del personal y proporcionan apenas el 14.6% del valor.
En el otro extremo están los grandes establecimientos de más
de 250 empleados, que no llegan a 13 mil, pero que concentran al 32% de las y
los trabajadores, con los cuales generan más de la mitad (54.7%) del valor de
la producción.
Con estos datos nos encontró el Covid 19. Vía telefónica, el
Inegi trata de obtener datos que ilustren la magnitud del problema económico al
que nos enfrentamos. Por su encuesta denominada “Covid 19 y Mercado Laboral”,
sabemos que del total de personas ocupadas, el 20% (uno de cada cinco) está
ausente de su centro de trabajo o tiene suspensión laboral; que al 46% le había
disminuido su ingreso y que 9 de cada 10 personas trabajadoras del país no
habían recibido ayuda gubernamental alguna.
A nivel vivienda, en 3 de cada 10 hogares un miembro de la
familia, al menos, había perdido su trabajo y en el 65% habían disminuido los
ingresos.
Casi 6 de cada 10 empresas habían ejecutado paros técnicos o
cierres temporales. De éstas, el 93% son Micro, el 6%, PYMES y menos del 1%
(0.7%), grandes. Del total de las empresas, 93 de cada 100 declararon que Sí
están afectadas, en su inmensa mayoría por disminución de sus ingresos,
atribuida a la reducción de la demanda.
En cuanto a los apoyos en la contingencia, el panorama es
desolador: sólo 8 de cada 100 manifestaron haber recibido alguna transferencia
en efectivo (más de la mitad); aplazamiento de créditos, renta o hipoteca,
préstamos con tasa subsidiada o apoyos fiscales, repartidos, la otra mitad.
La información del Inegi muestra fuera de toda duda la
importancia de los restaurantes, fondas y otros establecimientos de comida en
términos de empleo.
En Yucatán, el “apretón” del confinamiento, la “ley seca” y
los cierres obligados los fines de semana están estrangulando a una actividad
estratégica por el número de personas que dependen de ella. Las tienditas de la
esquina y las misceláneas, por las mismas razones de empleo e ingreso de miles
de familias, también requieren programas especiales del gobierno. Empresas
privadas, como una destacada refresquera, lo están haciendo por su cuenta, pues
saben que salvar a sus clientes en esta contingencia representa ventas a
futuro. Y el apoyo solidario no se olvida…
Revisar la valiosa información del Inegi y tomarla como guía
en las decisiones de política pública es tarea fundamental de las y los
gobernantes de los distintos órdenes. Si la rescatamos de la vorágine de
acontecimientos no daremos “palos de ciego”. Chance y hasta se afloja el nudo
regulatorio que asfixia a la industria restaurantera yucateca cuando el
gobernador Vila se compenetre de los datos de la institución responsable de
producir la estadística de México.— Mérida, Yucatán.