A 15 meses de gobierno. Una evaluación crítica

Dulce María Sauri Riancho
El próximo domingo Mauricio Vila rendirá su primer informe de gobierno. Han transcurrido 15 meses desde que tomó posesión del cargo. El recuento que generalmente acompaña a los informes gubernamentales se concentra en los logros que, desde la óptica del mandatario, ha alcanzado su administración.

Escasea el balance crítico que permita a la ciudadanía conocer de voz del gobernador/a las áreas y los programas que no alcanzaron los resultados esperados, así como también las medidas que se adoptarían para corregir la situación. Como no espero que el domingo 19 escuchemos una versión diferente del complejo ejercicio de gobernar, anticipo algunos elementos que podrían nutrir esa visión autocrítica, indispensable para reconducir el desarrollo de Yucatán hacia un auténtico bienestar social.

Para fundar mis apreciaciones, aprovecho el estudio “Índice de progreso social. México 2019. Más allá del PIB” (1), publicado recientemente por las tres organizaciones involucradas en el difícil reto de medir en forma integral la calidad de vida de la población.

En sus propias palabras, se trata de “Evaluar lo que realmente importa en la vida de las personas”. Consiste en un ejercicio realizado con información estadística proveniente de diversas fuentes de carácter público para medir el bienestar y comparar el desempeño de las 32 entidades federativas del país.

Para este propósito, el estudio de referencia agrupa la información en tres grandes ámbitos: Necesidades Básicas, Fundamentos del Bienestar y Oportunidades. A su vez, cada uno de ellos se desglosa en cuatro áreas, a través de las cuales se revisan indicadores que dan contenido al índice.

Posicionamiento

En la tabla nacional del Bienestar, Yucatán aparece en el sexto lugar, precedido por Nuevo León (1), Querétaro (2), Aguascalientes (3), Sinaloa (4) y Sonora (5). “No está mal”, podríamos decirnos. Sin embargo, el acercamiento a los datos arroja información que desdibuja cualquier expresión triunfalista.

En el primer ámbito: Necesidades Humanas Básicas, Yucatán ocupa el lugar 13. Esta calificación se debe a que casi 2 hogares yucatecos de cada 10 (19.3%) sufren carencias por acceso a la alimentación (lugar 13) y al vergonzoso sitio 28 en la mortalidad por enfermedades infecciosas. Este último indicador debería ser considerado una seria llamada de atención a las autoridades sanitarias respecto a sus campañas preventivas de dengue y otras enfermedades asociadas a los mosquitos transmisores. Además, la mortalidad por influenza se ha incrementado, amén de los problemas asociados a las enfermedades gastrointestinales. En Agua y Saneamiento, tampoco salimos muy bien librados, pues ocupamos el sitio 16 en disponibilidad de agua dentro de sus hogares y, lo más preoupante, el lugar 25 en servicios sanitarios exclusivos para la vivienda, lo que significa que el fecalismo al aire libre sigue siendo una realidad.

El apartado Vivienda registra los peores datos para Yucatán: paredes de material frágil (lugar 30); 3 de cada 10 hogares cocinan con leña o carbón (lugar 29); hacinamiento, en casi 14 de cada 100 casas yucatecas (lugar 27).

El cuarto rubro de Necesidades Básicas se refiere a la Seguridad Personal. Campeche, nuestro vecino, ocupa el primer lugar, en tanto que Yucatán se ubica en el quinto sitio. Se preguntarán, amigos lectores, cómo es posible que el “estado más seguro del país” haya sido relegado al lugar 5. Si la tasa de homicidios es la más baja (2.29 por cada 100 mil habitantes); si el nivel de crimen violento, presencia del crimen organizado y la inseguridad percibida por los habitantes son de las más reducidas del país (3o., 2o. y 2o., respectivamente), ¿qué pasa? La respuesta se encuentra en el indicador Muertes en accidentes de tráfico, donde Yucatán ocupa el penúltimo lugar nacional, con 45.16 fallecimientos por cada 100 mil habitantes.

Cualquier lector del Diario se encuentra cotidianamente con reportes de accidentes mortales sucedidos en las carreteras del estado o en las poblaciones del interior del estado; además de las personas diariamente atropelladas en el primer cuadro de la ciudad por vehículos de transporte público.

No debería asombrar cuando el concurrido centro de Mérida carece de aceras con amplitud suficiente para garantizar el flujo seguro de peatones.

Educación y salud

En Fundamentos del Bienestar, segundo ámbito, Yucatán ocupa el lugar 12. En dos de sus cuatro áreas: Acceso a conocimientos básicos y Salud y Bienestar nuestro estado se encuentra relegado al sitial 26 y 30 respectivamente. Los indicadores en materia de Educación (matrículas en los distintos niveles básicos, analfabetismo y paridad de género en educación secundaria) contienen información que debería preocupar seriamente a las autoridades responsables y a la sociedad en general.

Me detengo brevemente en Salud y Bienestar, con indicadores que pretenden responder a una pregunta crucial: “¿Las personas viven vidas largas y saludables?”. En el caso de Yucatán, la respuesta lamentable es que No. Vivimos casi 2 años menos en promedio (74.5 años, lugar 27) que cualquier habitante de Ciudad de México (1º, 76.4 años); la tasa de suicidios es de las más elevadas del país (sitio 29) y tenemos la más alta tasa de obesidad de todo México: 32 de cada 100 yucatecos la padecen. Por eso no extraña que en la mortalidad por enfermedades circulatorias ocupemos el lugar 29.
En el ámbito de Fundamentos para el Bienestar sólo nos salva el área de Calidad Medioambiental, donde ocupamos el primer sitio nacional.

Por razones de espacio dejaré pendiente comentar el ámbito de Oportunidades, en el que Yucatán se ubica en el quinto sitio.

De acuerdo a la información, resta mucha tarea para que el “progreso social” sea una realidad para las y los yucatecos. Aquí “no nos matan, nos matamos”. Lo hace la obesidad, las enfermedades infecciosas, las malas condiciones de las viviendas. Si la salud no mejora, si la educación no penetra, tal vez permanezcamos como la entidad con menos homicidios, pero la calidad de vida registrará un creciente deterioro.

¿Abordará Mauricio Vila estas realidades? Ojalá así sea, porque las políticas públicas pasan, justamente, “por medir lo que decidimos y hacemos” (2).— Mérida, Yucatán

1.- INCAE-México ¿cómo vamos”-Social Progress Imperative, 2019. “índice de progreso social. México 2019. Más allá del PIB”. @MexicoComoVamos/Centro de Estudios Espinosa Iglesias. México, enero 2020.

2.- “Lo que medimos afecta lo que decidimos y hacemos. Si usamos malas mediciones, impulsaremos las prioridades equivocadas”. “Midiendo nuestras vidas”. Joseph Stiglitz, Amartya Sen y Jean Paul Fitoussi.

Entradas populares de este blog

2010: entre augurios y premoniciones

Yucatán: fortalezas, debilidades, amenazas, oportunidades

Vieja virtud: "Veo, oigo y ¿callo?