Época de Informes. Tolerancia cero al Presidente
Dulce María Sauri Riancho
Esta
semana seleccioné tres temas para comentar con ustedes, amig@s lectores:
Informes, Gas y Energía y Banda Presidencial.
Informes.
El lunes pasado el presidente municipal de Mérida, Renán Barrera, rindió el
informe de su primer año de gestión.
El
alcalde panista tiene la experiencia de su anterior desempeño al frente del
Ayuntamiento. Eran otras circunstancias políticas y presupuestales, pues los
gobiernos estatal y federal estaban encabezados por sendos militantes del PRI.
En
aquellos años los presupuestos para la ciudad fluían sin mayor esfuerzo, fuera
a través de los ramos 23 y 33 en la parte federal, como por crecientes
participaciones municipales, que se incrementaban al aumentar la recaudación
nacional.
En esta
“segunda vuelta”, Barrera se encuentra con un correligionario al frente del
Ejecutivo estatal, lo que en teoría habría de facilitar la indispensable
coordinación institucional. Queriendo o no, el éxito de sus respectivas
administraciones y su destino político los liga ineludiblemente, al menos por
unos años más.
La sombra
más densa sobre la administración de Barrera proviene de las nuevas reglas
presupuestales impuestas por la 4T. La desaparición del ramo 23, de donde
provenía la mayor parte de los recursos para proyectos y programas municipales,
y la severa disminución del ramo 33, dejan al ayuntamiento meridano limitado a
sus participaciones y a los recursos propios, que son captados por el impuesto
predial principalmente.
El
gobierno del presidente López Obrador no se ha distinguido por su vocación
federalista, menos por el apoyo a los ayuntamientos, ni siquiera a los de
Morena.
Bajo el
pretexto del combate a la corrupción, el control federal sobre los recursos
presupuestales es creciente. Asfixia a los pequeños ayuntamientos y limita
seriamente a los más grandes, como el de Mérida.
También
el próximo domingo habrá informe presidencial. Por primera vez, el evento
político se realizará previamente a la sesión del Congreso General, pues la
mañana del domingo se prevé que, desde el Palacio Nacional, López Obrador
pronuncie un discurso ante sus fieles. Y en la tarde, casi a escondidas, la
secretaria de Gobernación cumplirá con el protocolo de entregar a las Cámaras
el informe del primer año de la administración federal.
Cambiar
la secuencia y relegar al Congreso es un gesto simbólico muy preocupante: al
Presidente no le interesa el poder Legislativo, menos aun su evaluación.
Si se
suma al antecedente de la presentación del Plan Nacional de Desarrollo —que fue
solo una proclama y no el eje rector del sistema de planeación del país— es
altamente probable que, en vez del acto republicano de informar, tengamos un
discurso político que imposibilite el cumplimiento de la función fiscalizadora
del Congreso sobre la actuación del Ejecutivo federal.
Gas
natural y energía. Las mesas de trabajo realizadas jueves y viernes de la
semana pasada fueron de gran relevancia por la calidad técnica de los
expositores y participantes, tanto del sector privado como de los funcionarios
públicos responsables del sector Energía.
El papel
del arquitecto José Manuel López Campos, presidente nacional de Concanaco, fue
fundamental para que la primera de las siete mesas se realizara en Mérida.
Sin
embargo, la solución para el abasto suficiente y a precios competitivos de gas
natural al estado de Yucatán quedó pendiente. La tuvimos muy cerca, pues desde
el 15 de junio está concluido y listo para operar el gasoducto submarino, que
traería el 40% de la demanda nacional de gas natural desde el sur de Texas
hasta Tuxpan, Veracruz.
Pero un
litigio interpuesto por la CFE contra las empresas constructoras y operadoras
de siete gasoductos, entre ellos el de Tuxpan, cerró esa posibilidad en el
corto plazo.
El lío de
los gasoductos es de tal magnitud que de no encontrar una pronta solución
podría hacer peligrar la ratificación del Tratado de Libre Comercio entre
México, Estados Unidos y Canadá (TMEC).
Una vez
que empiecen a operar los gasoductos, restaría construir la interconección
entre Mayakán y Cempoala, para entregar el gas a las plantas de CFE y a las
industrias instaladas en Yucatán que lo requieren.
Banda
presidencial. La lleva el Presidente en ocasiones de mayor solemnidad señaladas
estrictamente por la Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacional (art.
35).
Tiene la
obligación de portarla en la transmisión del Poder Ejecutivo Federal (lo hizo,
incluso se cambió el orden de los colores para que el rojo quedara cerca de su
corazón); al rendir anualmente su informe ante el Congreso de la Unión (desde
2006 el presidente de la República no acude al Congreso); en la conmemoración
del Grito de Dolores, la noche del 15 de septiembre; y “al recibir las cartas
credenciales de los embajadores y ministros acreditados ante el Gobierno
Mexicano” (f. IV).
No es
opcional: es mandamiento de ley. No sabemos si el próximo aniversario del
inicio de la Independencia el presidente López Obrador saldrá al balcón del
Palacio Nacional portando la Banda y blandiendo la Bandera nacional. Pero hemos
presenciado cómo, a la fecha, el Ejecutivo ha ignorado olímpicamente esa
obligación cuando ha recibido cartas credenciales de los representantes
diplomáticos de distintos países del mundo.
Como jefe
del Estado mexicano representa no solo al gobierno, sino al conjunto de
instituciones y poderes. Menospreciar el cumplimiento de la Ley se ha vuelto
conducta reiterada del presidente López Obrador, que hace temer por el respeto
a la Constitución y a las instituciones del Estado mexicano.
Quien
viola lo menos, va por lo más. Tolerancia cero al Presidente. Por cierto,
espero que la Banda Presidencial no se utilice el próximo domingo 1º de
septiembre, dado que será reporte político y no ante los poderes de la
República. Aunque lo hayan hecho sus antecesores.— Mérida, Yucatán.