La Zona Económica Especial de Progreso: ¿Réquiem por Yucatán?
Dulce María Sauri Riancho
El
“futuro-pasado” del proyecto lopezobradorista le asigna a la región sur-sureste
de México un papel de proveedora de materias primas —petróleo, granos, madera,
energía hidroeléctrica, etc.— y servicios turísticos.
En ese
sentido, la participación de esta región en las políticas de industrialización
cobra un carácter secundario, incluyendo el abastecimiento de insumos básicos
para la producción de energía eléctrica a precios competitivos.
La
“frontera” entre el centro-norte desarrollado y sur-sureste rezagado la ubica
la administración de López Obrador en el Istmo de Tehuantepec.
Allí se
propone desarrollar un ambicioso proyecto de unión entre el Pacífico y el Golfo
de México a través de un transporte multimodal de mercancías e insumos en una
forma ágil y barata.
Sería
una alternativa real y competitiva con el canal de Panamá y sus grandes
embarcaciones que transportan estos bienes entre los dos grandes océanos del
mundo.
No es
accidental que, tras el anuncio de la cancelación de las ZEE, el Presidente
haya estado en los puertos de Salina Cruz, en el Pacífico, y en
Minatitlán-Coatzacoalcos, en el Golfo de México.
Tampoco
lo es su pretensión de establecer en esta franja una zona libre, semejante en
su tratamiento fiscal a la de los municipios fronterizos del norte del país.
Al sur
de este magno proyecto quedaremos nosotros. Con un tren hacia ninguna parte,
cultivando maíz, café, cacao y sembrando maderas. Con la imagen idílica de los
tiempos en que la introducción del ferrocarril traía por sí misma progreso y
civilización.
¿Eso
queremos las y los yucatecos? Repasemos rápidamente.
Hace
menos de tres años, el 1º de junio de 2016, entró en vigor la Ley Federal de
Zonas Económicas Especiales. Su propósito central era brindar oportunidades de
desarrollo para las regiones más rezagadas del país, a través del fomento de la
competitividad, el empleo y una mejor distribución del ingreso entre la
población.
¡Ojo¡
No habla de subsidios y apoyos, sino de creación de fuentes de trabajo. Este
mandato de la ley colisiona con las políticas del gobierno lopezobradorista,
que descansan principalmente en la distribución de dinero a la población bajo
distintas modalidades.
A
partir de esa fecha, en diez regiones del país se iniciaron los trabajos para
lograr la declaratoria de Zona Económica Especial. De acuerdo con la ley, había
una serie de requisitos que cumplir.
Uno de
los más importantes era lograr el involucramiento de las autoridades estatales
y municipales en la estrategia de las ZEE. Finalmente, el 19 de diciembre de
2017 se publicó en el Diario Oficial de la Federación el Decreto de Zona
Económica Especial de Progreso
(http://dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5508203&fecha=19/12/2017).
Sin
embargo, la ZEE yucateca fue concebida en una forma distinta a las otras siete
(dos se quedaron en el camino burocrático). En primer término, porque se
estableció que su vocación tendría como objetivo “consolidar […] actividades de
la industria de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), así
como de innovación y desarrollo científico y tecnológico”. De esta manera se
pretendía reforzar “la existencia de más de 250 empresas de dicha industria en
el Estado de Yucatán…”
Imagen: elfinanciero.com.mx |
Existen
dos diferencias de Yucatán con respecto a las otras entidades con ZEE.
La
primera está vinculada con el área geográfica establecida en el decreto de su
creación para la localización de las empresas TIC. Es la más pequeña en
extensión (1,775 ha.) de las ocho. Más del 20%, 320 ha., fueron transferidas
por el gobierno del estado para consolidar el área. No sé en otras partes, pero
aquí no hay evidencias de tráfico de terrenos ni derroche de recursos públicos,
como denunció el Presidente para justificar su decisión de cancelar las ZEE.
La
segunda y más importante diferencia de la ZEE yucateca tiene que ver con la
estrategia estatal de la que forma parte. Junto con el Parque Científico, las
universidades Politécnica de Yucatán, UNAM, Uady y las empresas TIC instaladas
ya en el estado, integran una estrategia de amplio alcance para ubicar a
Yucatán como el Silicon Valley del sureste mexicano. ¿Ambicioso? Sí.
¿Realizable? Sí.
¿Qué
podemos hacer para salvar a la ZEE de Progreso? Un primer paso consiste en
destacar que existe una ley vigente, la de las Zonas Económicas Especiales, y
un conjunto de decretos del Ejecutivo federal publicados en el Diario Oficial
de la Federación que el Ejecutivo federal debe respetar.
Sabemos
que las leyes, ni siquiera la Constitución, parecen ser obstáculos en el
cumplimiento de los úkases (decretos de los zares rusos) presidenciales.
Reconozco también que con su mayoría, MORENA es capaz de acabar en el Congreso
con cualquier institución, como sucedió la semana pasada con el Consejo de
Promoción Turística.
Pero
las oposiciones y las organizaciones empresariales, académicas y sociales
interesadas en el desarrollo de Yucatán pueden y deben expresarse para el
cumplimiento estricto de la ley.
La
segunda acción tiene alcances locales. Si ya tenemos el decreto de diciembre de
2017; si ya están virtualmente concluidos los trámites para la administración
general de la zona, el gobernador Mauricio Vila tendría que explorar la
posibilidad de continuar con las acciones establecidas en el decreto de la
creación de la ZEE. Tendría, ciertamente, que remontar la resistencia del
Presidente de la República, pero hay buenas razones para calmar su suspicacia
acerca de la transparencia y buen destino de los créditos fiscales que se
otorgarían a las empresas que se instalasen en la ZEE de Progreso.
Tendría
el gobernador que enfatizar sobre la “ventanilla única” para los trámites
fiscales y aduaneros, parte fundamental para el éxito de la operación de la
ZEE. Y mantener, desde luego, los estímulos estatales y municipales.
Lo más
relevante de la estrategia de conformación de las ZEE fue el otorgamiento de
certidumbre jurídica y financiera de largo plazo. Fue la razón de la Ley
especial y de los decretos del Ejecutivo. Sólo así se puede atraer y retener
inversiones de prolongada maduración. Pero son las que cambian la faz productiva
de una región, de una sociedad.
No
cantemos el réquiem de la Zona Económica Especial. Si es pieza angular de la
estrategia del futuro de Yucatán, no permitamos que el pasado-presente la
aniquile. Actuemos.— Mérida, Yucatán.