Diversidad en la Filey. Terca optimista
Dulce María Sauri Riancho
El sábado pasado comenzó a
desgranarse la mazorca de la sexta edición de la Filey. La Uady mantiene su
compromiso con la sociedad yucateca, el mismo que hizo para conmemorar los 90
años de fundación de la Universidad, en 2012. La Filey avanza hacia su
consolidación, pues ya forma parte de un circuito nacional de ferias. Viene
inmediatamente después de la Feria Internacional del Libro del Palacio de
Minería, cuya edición 38 se llevó al cabo hace unos días. El ciclo del año lo
cierra la Feria Internacional de Guadalajara, que celebrará su edición 31 en
diciembre. UNAM, UdeG y la Uady, instituciones que se esfuerzan por hacer
efectivo el derecho humano a la cultura, aun en las complicadas circunstancias
presupuestales que viven los centros de educación superior del país.
China y Campeche son el país y el
estado de la república invitados. La pujante economía de China y las
perspectivas de negocios con el gigante asiático refuerzan el interés por
conocer algunos rasgos de su cultura milenaria y a los representantes actuales
de su literatura.
Y Campeche, a pesar de su cercanía
y convivencia constante, algunas veces dejamos a un lado el conocimiento más
profundo de sus formas creativas y de sus representantes actuales. En materia
de presentaciones, la Filey ofrece para todos los gustos. A quienes les atraen
los temas políticos y periodísticos, encuentran intervenciones de destacados
personajes y talleres de debate. La poesía y la literatura te avasallan en
pasillos, stands y salas de presentación. La creación audiovisual, también
presente, al igual que la pintura, ampliando de esta manera la diversidad
cultural disponible durante estos intensos días.
Considero un acierto la
intervención de escuelas y facultades de la Universidad, como Antropología, a
cuyo cargo están varios talleres, así como la difusión de sus diversas
publicaciones y libros.
La ceremonia inaugural se efectuó
el sábado por la noche. El punto estelar fue la entrega del Premio Excelencia
de las Letras “José Emilio Pacheco” en su quinta edición. La novedad fue que la
convocatoria abrió la puerta a la postulación de escritor@s latin@s radicados
en Estados Unidos.
Es la condición de Cristina Rivera
Garza, la primera persona méxico-estadounidense en recibir esta distinción. Una
de las dos mujeres reconocidas a la fecha con este galardón —la otra es Elena
Poniatowska— y una de los dos escritores nacidos en la segunda mitad del siglo
XX —el otro es Juan Villoro—.
Mujer de frontera, nació en
Matamoros, Tamaulipas, y vive en Texas desde hace 27 años, donde es catedrática
del Colegio de Artes Liberales y Ciencias Sociales de la Universidad de
Houston. Mujer de dos mundos, piensa, siente y escribe en castellano, en un
medio ya de por sí difícil antes del arribo de Trump. Hacer de la labor
creativa una aventura binacional es tarea de un alma rebelde.
El sábado la miré de lejos y la
escuché, con su voz suave y sus palabras contundentes, reivindicando la
rebeldía como una forma de vivir y de hacer de la duda el combustible de la
imaginación. El sufrimiento de la exclusión campea en su obra.
Las mujeres vulnerables por su
género, que se fugan de una realidad creando alter egos. Ni sus temas ni sus
personajes son complacientes, tampoco ayudan a evadir una realidad que está
ahí, aunque intentemos cerrar los ojos para no verla.
En Cristina Rivera se distingue
también a los migrantes, artistas, intelectuales y escritores latinos en los
Estados Unidos. Son creadores de una nueva cultura, en condiciones de
fragilidad y de amenaza constante. Hablar en español en tiempos de Trump se ha
vuelto un riesgo.
Desde la relativa seguridad de la
que disfrutamos en Yucatán, es difícil imaginar la zozobra y la angustia de
miles de paisanos que viven y trabajan en los Estados Unidos. Cuando la
rutinaria despedida matutina puede volverse postrero adiós; cuando los padres
encargan a sus hijos a vecinos y compadres, por si se da el caso de no volver;
cuando millones sufren, ahora más que nunca, los puentes de la literatura y de
la creación pueden ayudar a cerrar las enormes grietas que el racismo y la
xenofobia han abierto en la sociedad estadounidense.
Tras escuchar a Rivera, me defino
como “terca”: en ser optimista frente al futuro, en no dejarme desalentar
frente a las circunstancias adversas; a seguir luchando.
Sólo lamento que la voz poderosa
de Cristina Rivera haya disputado tiempo y relevancia con los discursos
protocolarios de una ceremonia inaugural.
Nada pasaría si en las próximas
ediciones la parafernalia oficial de la inauguración se separa de la entrega
del Premio. Hubiéramos escuchado con mayor atención al embajador de China y al
representante de Campeche, así como al rector Wílliams. Y el mensaje del
gobernador no hubiese entrado en una inútil competencia mediática con el de la
premiada. Ya pasó, pero puede servir de experiencia para el año próximo.
A media semana han transcurrido
casi 5 días de la Filey. Sábado y domingo tendré oportunidad de participar en
dos de sus eventos como comentarista. Conmemoraremos el centenario del
nacimiento de Arthur Clarke (1917-2008), científico y autor de numerosas obras
de ciencia ficción, con una mesa panel sobre este género literario. El domingo
19, último día de la Feria, se presentará el libro Familias empresariales en
México, en el que se abordan los casos de dos destacadas familias yucatecas:
los Ponce y los Abraham. Están invitad@s.— Mérida, Yucatán.