TV digital: Juntos a la nueva era

Dulce María Sauri Riancho
“La tele se reinventa” y “vanguardia científica” compartieron las páginas 5 y 6 de la sección Local del Diario el pasado domingo. Dos caras de la moneda de la innovación científica y tecnológica a las que Yucatán ha ligado su futuro desarrollo. La primera nota, la reinvención de la televisión, está vinculada a la amenazante frase “apagón analógico”. La otra, relacionada con el parque de Sierra Papacal que acaba de ser inaugurado por el presidente de la república, tiene que ver con la economía del conocimiento, las empresas de base tecnológica y una nueva institución, “Heuristic”, que como su nombre lo indica estará dedicada a la indagación y descubrimiento de soluciones científicas a los problemas y retos que nos impone el futuro.

La innovación tecnológica es el signo de estos tiempos. Más tardamos en adquirir una computadora, laptop o aparato de sonido y terminar de pagarlos, que en salir a la venta una nueva versión más novedosa. Cuando era niña conocí los discos del abuelo, de pasta y que giraban a 78 revoluciones por minuto, a los que había que tratar con extremo cuidado porque cualquier golpe los rayaba o rompía. Después, todavía en mi infancia, llegaron los discos de vinilo, a 33.5 revoluciones. Eran mucho más amigables con las manos de las niñas que tratábamos de eludir la vigilancia paterna para utilizar el único tocadiscos de la casa. Fui de la generación que pasó de escuchar a Cri-Crí en la XEZ a las 6 de la tarde, a ver la televisión en blanco y negro, y poco después a color en el único receptor que presidía desde la sala la diversión familiar. Tenía 14 años cuando se inició en Mérida la primera estación FM que sólo transmitía música. Fui madre de los hijos del Atari y del PacMan; la gobernadora que se empeñó en adquirir la última versión de las computadoras IBM-486 para la Tesorería del Estado. Pasé de utilizar una especie de ladrillo feo, grande y pesado como teléfono celular, a los “inteligentes”, que sólo les falta bailar, porque todo lo demás, incluyendo fotografía y grabaciones de videos, lo hacen a la perfección. Soy abuela de nietos que antes de hablar, pasan sus deditos por el IPad y reconocen las aplicaciones de los juegos y las caricaturas; y de niñas que esconden las tabletas entre sus sábanas para eludir la vigilancia materna y continuar viendo sus programas favoritos en la red. En los hogares de clase media hay un aparato de televisión por recámara y, muchas veces, servicio de cable o satélite para que cada quien pueda seleccionar qué ver y cuándo hacerlo. Casi de manera imperceptible transitamos de recibir señal a interactuar con la televisión. Escogemos qué ver, a qué hora, qué grabar y cómo eliminar de esa manera los molestos comerciales que interrumpen las transmisiones literalmente cada cinco minutos. Podemos comprar en línea películas y música, cuando hasta hace muy poco tiempo sólo podían ser alquiladas en los videocentros. Los monitores de televisión son ahora, también, pantallas de computadora por las cuales se tiene acceso a internet desde la recámara de la casa.

En este marco de cambios acelerados en la tecnología y la comunicación se inscribe el “apagón analógico”.

Su propósito central es el pleno aprovechamiento del espectro radioeléctrico para comunicar e intercambiar bienes y servicios en forma más eficiente y barata. Miles de yucatecos relacionan el apagón con la entrega de televisores digitales que en este momento están siendo distribuidos a casi 200 mil familias de toda la geografía estatal. La información estadística señala que 95 de cada 100 hogares cuenta con un aparato de televisión cuando menos. Pero de esa enorme cifra, los que resultarían afectados con la sustitución de las señales analógicas por digitales serían todos aquellos usuarios que no tienen contratado algún servicio de cable para sus aparatos analógicos, es decir, que toman la señal de la televisión abierta. Y es precisamente en estos canales —donde están las grandes cadenas nacionales de Televisa y Televisión Azteca, así como emisoras públicas como el Canal 13 de Yucatán— donde se experimentarán las transformaciones más significativas.

Desde hace varios años, concretamente en 2004, se comenzaron a emitir señales digitales que, a partir del 1 de enero de 2016, serán las únicas en las que se transmita televisión.

En buen castellano quiere decir que si no se tiene un receptor capaz de capturar la señal digital de la televisión abierta, la tele de la casa quedará “en blanco”, incapaz de reconocer el nuevo “idioma” de la transmisión de la voz e imagen televisiva.

Habrá quien considere un derroche innecesario el gigantesco gasto que está realizando el gobierno federal al repartir receptores de la nueva señal de televisión en todo el país.

No entraré a cuestionar si era más barato distribuir decodificadores que permitieran continuar utilizando los antiguos aparatos, en vez de sustituirlos por nuevos receptores.

Me limitaré a señalar la importancia que la televisión tiene como medio de comunicación y de diversión para la inmensa mayoría de las familias.


Es responsabilidad del gobierno garantizar que la brecha digital que se ha abierto entre los mexicanos no se profundice con la adopción de nuevas tecnologías. Que el desarrollo científico y tecnológico beneficie parejo a quienes viven en las ciudades y en el campo. De eso se trata el cambio de televisores, igual que el uso de internet en las escuelas, la entrega de computadoras y tabletas a los alumnos de escuelas públicas, así como la operación del parque científico y tecnológico de Sierra Papacal. A las nuevas tecnologías y lo que representan tenemos que llegar juntos y a tiempo.— Mérida, Yucatán.

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