El primer tropezón… Salud y basura
Dulce María Sauri Riancho
Mi
botella de optimismo recibió una inyección de ánimo cuando leí la crónica de la
toma de posesión del nuevo Ayuntamiento de Mérida. El martes 1 estuvo presente
la plana mayor de los políticos yucatecos encabezados por el gobernador del
Estado.
Sonrientes
y en medio de cálidos saludos, transcurrió una ceremonia que ni la caída del
techo improvisado ni el desorden en la asignación de los lugares pudo empañar.
—¡Ahora
sí! —me dije—, atrás quedaron los agravios y resentimientos que impidieron la
indispensable coordinación entre las autoridades municipales y las del gobierno
del Estado.
Pero
más pronto cae una optimista en la política que una niña aprendiendo a caminar.
El
viernes pasado, por arte de una costumbre construida en los tres últimos años,
enormes pilas de desechos aparecieron en las esquinas del populoso Chuburná.
“Primera muestra del nuevo espíritu de cooperación”, califiqué con alegría al
imaginar que el municipio y el Estado cerraban filas frente al dengue y el
chikungunya, más cuando los informes oficiales revelan más de 2,500 casos
sospechosos y casi mil confirmados entre las dos enfermedades.
Pero
pasaron sábado, domingo, lunes y todavía en estos momentos continúan los viejos
colchones, llantas usadas, sillas y trebejos mil esperando que pase el camión a
recogerlos.
En
tanto, las lluvias de fin de semana y los depredadores naturales de los cerros
de basura han hecho de las suyas.
En los
cuatro puntos cardinales de la ciudad, vecinos han reportado la misma
situación. Quien ha intentado recibir ayuda municipal, ha recibido como
respuesta que la descacharrización es un asunto del gobierno del Estado, que es
“su” programa y que, por consiguiente, son ellos, los empleados estatales, los
únicos responsables de recolectar los desperdicios.
No es el
rumbo donde vivo el único donde se muestran las dos caras de éxito y fracaso de
una política, que llevó —¿o lleva?— el nombre de “Recicla por tu bienestar”.
Éxito,
en la medida que los vecinos han confiado hasta ahora en el llamado de las
autoridades para deshacerse de todo aquello que puede contribuir a la
proliferación del mosquito transmisor del dengue y el chikungunya, y que de
ninguna manera es recolectado por Pamplona, Sana o Servilimpia.
A la
vez, los montones de basura en las esquinas muestran el primer tropezón en la
coordinación municipio-Estado. ¡Desde luego que los servicios municipales de
recolección de desechos son responsabilidad municipal! Lo dice la Constitución.
Me parece que intentar “lavarse las manos” de lo sucedido en esta primera semana
no ayuda a reivindicar otras funciones municipales que por diversas
circunstancias políticas han pasado al gobierno del Estado, como las relativas
al transporte urbano.
Por la
vía de los hechos, la inacción municipal está erosionando en muy temprana hora
la confianza de la sociedad en sus autoridades de una materia tan sensible como
es el saneamiento ambiental. A los ciudadanos no les importa la división de
facultades administrativas, reclaman resultados, en este caso, en un área
especialmente sensible de la vida urbana. Esperaría, cuando menos, un severo
pronunciamiento del recién estrenado alcalde de Mérida sobre este “apestoso”
asunto que afecta la salud de sus habitantes y la imagen de limpieza de la
otrora “ciudad blanca”.
Tampoco
el gobierno del Estado se salva de su responsabilidad. ¿Por qué realizar una
promoción sin consideraciones logísticas sobre la recolección y disposición de
los desechos? Durante la primera parte de esta administración nos acostumbramos
a recibir oportunamente el calendario de recolección, a sabiendas de que había
que sacar los desechos cierto día y que casi simultáneamente, pasaban los
volquetes para llevárselos.
No sé
si el cambio de secretaría responsable, de Desarrollo Social a Salud, afectó la
rutina duramente construida. Lo cierto es que una medida que pretendió ser una
especie de “blitzkrieg” o “guerra relámpago” contra los reservorios del
mosquito Aedes Aegypti fracasó rotundamente.
El daño
a la confianza está hecho. Al menos por mi rumbo, a los desechos del viernes se
han sumado bolsas de basura que han sido destrozadas por los perros. Los
colchones se han mojado, las llantas guardan la lluvia de los últimos días y se
aprestan a ser criaderos del peligroso mosquito.
Construir
ciudadanía conlleva estrecha colaboración entre sociedad y gobierno. Las
autoridades promueven la organización comunitaria y las personas asumen la
responsabilidad de participar. La salud es tema prioritario en cualquier
ciudad. Resolver de entrada el tema de la descacharrización demanda poner esta
consideración por encima incluso de las esferas de competencia administrativa
y, desde luego, de los celos políticos entre autoridades de distinto partido.
Espero
ver en las calles de Mérida, por sus cuatro rumbos cardinales, a los camiones
recolectores del municipio y del gobierno del Estado realizando esta urgente
labor.
Tal vez
ayer el gobernador Zapata Bello se haya percatado de la situación de Francisco
de Montejo, rumbo a la firma del convenio de colaboración entre el IVEY y la
Canadevi. O el alcalde Vila Dosal haya podido percatarse de la situación de la
colonia Jesús Carranza, cuando dio inicio desde ese suburbio a la
repavimentación de las calles afectadas por las lluvias.
Dos B y
una C, señor gobernador, señor alcalde: Basura, Baches y Coordinación,
indispensable para que la calidad del gobierno esté a la altura de las
expectativas de la ciudadanía de Mérida. Recordemos que la sociedad reclama
sana competencia entre ustedes, sí, pero para decidir quién hace mejor las
cosas, no quién puede ponerle la más eficaz zancadilla al otro en su esfuerzo
para demostrar que es menos malo que su adversario. La emergencia sanitaria en
Mérida y la recolección de la basura así lo ameritan.— Mérida, Yucatán.