Yucatán abierto al mundo

Dulce María Sauri Riancho
El pasado domingo el Diario dio cuenta de un acontecimiento excepcional para la agroindustria yucateca. Por primera vez, carne de cerdos producidos en Yucatán será enviada a Hong Kong para su venta. No es el primer destino asiático de los cochinitos yucatecos, puesto que sus deliciosos lomos y piernas se comercializan ya en los exigentes mercados de Japón y Corea. Pero el ex territorio británico constituye la puerta de entrada al mercado de China, donde viven más de 1,300 millones de personas, esto es, uno de cada seis habitantes de este planeta come y compra en ese país. En consecuencia, si el esfuerzo fructifica y se consolida, China podrá constituirse en destino internacional preferente para la carne de cerdo de Yucatán.

¡Qué lejos están los días de escasez del producto con el que se prepara el tradicional frijol con puerco de los lunes! Hace 30 años, una de las recurrentes preocupaciones era el abasto suficiente y oportuno de carne de cerdo para el consumo de las familias yucatecas. Procedía en su mayor parte del centro del país —Michoacán y Guanajuato—, pero un simple “norte” que cerrara la carretera hacia Villahermosa o una fluctuación en los precios de la carne podía tener como consecuencia el desabasto, pues las cantidades producidas localmente eran muy pequeñas. Se decía que Yucatán estaba condenado a ser un gran introductor de carne de cerdo, por sus hábitos alimentarios y por la imposibilidad de producir granos para engorda de animales, si apenas se lograban magras cosechas de maíz para el consumo humano. Pero hace 30 años se abrió una oportunidad para cambiar esa situación. El puerto de altura de Progreso, con su terminal especializada en la descarga de granos, que empezó a operar a principios de los años 90, permitió que llegaran barcos más grandes y que se abaratara su precio. Dos proyectos para la producción de cerdo a gran escala comenzaron simultáneamente a construirse. El panorama cambió bruscamente hacia una previsible saturación del mercado local por exceso de producto. Ni comiendo diario frijol con puerco o cochinita pibil nos lo acabaríamos. Había que prepararse para vender en otras partes del país, desafiando a aquellas regiones que tradicionalmente habían monopolizado el mercado nacional del cerdo. Gobierno y productores tomamos entonces la importante determinación de iniciar un programa de sanidad que hiciera posible que la carne de cerdo y aves producida en Yucatán se vendiese en cualquier parte de México y del mundo con certificación internacional de calidad. Fueron los años de garitas de revisión en las carreteras y en el aeropuerto para evitar la introducción hasta de las tortas con jamón de otras regiones. Los tres gobiernos de la década de 1990 le dieron continuidad al programa, lo que permitió que Yucatán arribara al nuevo milenio con la ansiada certificación que sólo tenía para entonces el norteño estado de Sonora. Por eso, cuando se negoció el Acuerdo de Asociación Económica con Japón fue posible incluir al cerdo yucateco como parte de los productos agropecuarios de México destinados a ese mercado.

Hace unos días, el Senado de la República aprobó una reforma a la Ley de Armas de Fuego que permite que los agentes de los servicios de migración y aduanas de otros países porten sus armas reglamentarias cuando realicen sus funciones en territorio mexicano. En la práctica, significa la posibilidad de pasar dentro de México la revisión correspondiente a la aduana norteamericana o canadiense, de tal manera que las personas y las mercancías tengan paso franco cuando se internen en esos países. Esa posibilidad abriría la puerta de numerosos aeropuertos pequeños en todo el territorio norteamericano al comercio mexicano y al turismo hacia México. Este mecanismo no es una novedad en el mundo. Desde hace muchos años está en práctica entre Estados Unidos y Canadá, y más recientemente, después del 11 de septiembre de 2001, en otros importantes puertos del mundo, como Singapur y Shangai, desde donde los contenedores salen revisados y sellados por oficiales de la aduana de Estados Unidos que operan en estos sitios.

Al igual que hace 25 años, una nueva oportunidad se le abre a Yucatán. En el marco del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, es posible solicitar y obtener del gobierno de la república que el aeropuerto de Kaua sea considerado como un centro piloto para la aplicación de estas nuevas medidas de agilización del comercio transfronterizo. Sus hasta ahora subutilizadas instalaciones podrían albergar, por ejemplo, a una empresa de paquetería internacional, como DHL o FedEx, efectuándose allí la revisión y certificación de la carga aérea procedente de Centroamérica y el Caribe, con destino a la Unión Americana. Kaua puede ser una alternativa al saturado aeropuerto de Miami, que realiza esta función para América Latina a un costo de tiempo y de dinero cada vez mayor.

No importa que los tradicionales centros de comercio internacional de México como Monterrey, o los nuevos favorecidos por las políticas de los gobiernos panistas, como San Luis Potosí, levanten las cejas extrañados ante la pretensión yucateca de participar en las “grandes ligas” y de atraer estos nuevos servicios para facilitar el flujo de mercancías entre los tres países del TLCAN. Así nos vieron hace 25 años las regiones tradicionales de producción de carne de cerdo del país. Y miren dónde andamos: hasta en Hong Kong. Nada nos impide ponernos de nuevo a la vanguardia, ahora en logística y servicios internacionales comerciales. Hay que decir fuerte: ¡aquí estamos! Que nuestra voz supere el ruido electoral de estos días y llegue hasta Los Pinos.


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