Derechos de las mujeres - Contigo Aprendí

Dulce María Sauri Riancho
“México descansa sobre los hombros de las mujeres”, contundente frase que fue pronunciada en el Salón de la Historia del Palacio de Gobierno en el marco de la instalación de la Comisión para la Igualdad entre Mujeres y Hombres, de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago). Suena bien, pero ¿será que sólo sirvamos para soportar la carga? No es cosa menor que la Conago, a más de 13 años de su fundación, haya decidido establecer una comisión con el propósito de llevar adelante una agenda temática relacionada con los derechos de las mujeres, con programas y acciones específicas dirigidas a remover los obstáculos que privan a la mitad de la población del ejercicio pleno de los derechos que les corresponden como seres humanos. Sus pares eligieron al gobernador de Yucatán, Rolando Zapata, para encabezar la naciente instancia, cuya principal misión será romper el letargo en cuestiones de género que todavía padecen las administraciones estatales.

¿Por qué tardó tantos años la Conago en conformar su comisión de Igualdad? En mucho tiene que ver con las resistencias a reconocer lo que aún es una realidad: a pesar de los esfuerzos y de los avances, las mujeres mexicanas -y las yucatecas también- viven y se desempeñan en condiciones de desigualdad con respecto a la población masculina. Ese estado de cosas, desigual e injusto, todavía se considera “natural” tanto por hombres como por las propias mujeres. Y es que ambos géneros compartimos una cultura que nos asigna papeles distintos a unas y a otros. A las mujeres, las responsabilidades del hogar y de la familia; es decir, en el ámbito doméstico. En tanto, la responsabilidad fundamental de los hombres está en la vida pública y en el mundo del trabajo remunerado, que les permita cumplir su rol de proveedores de recursos económicos para la familia. La terca realidad se ha encargado de trastocar estos rígidos papeles. Ahora, muchas mujeres son jefas de familia, van a las universidades y se preparan para participar en mejores condiciones en el mercado de trabajo; son legisladoras y gobernantes. A pesar de los avances registrados, aún falta un buen trecho para decir que las mujeres tienen iguales oportunidades que los hombres en todos los renglones de la vida colectiva. Como todo cambio cultural profundo, subsiste la idea de que el paso del tiempo, por sí mismo, acabará con las desigualdades, que no se requiere un esfuerzo extraordinario y focalizado, para lograr la igualdad entre mujeres y hombres. En algunos casos, hay resistencia soterrada de los funcionarios públicos; por ejemplo, hacia los programas destinados a combatir la violencia contra las mujeres, a promover su participación política, a incrementar sus oportunidades laborales o a introducir la dimensión de la corresponsabilidad familiar en la crianza de los hijos y las tareas del hogar. Y esa resistencia cobra cuerpo cuando se trata de distribuir el presupuesto público y asignar recursos para cumplir las metas de los programas de igualdad. Por eso es tan importante la misión asignada al gobernador de Yucatán, para convencer a los otros gobernadores de poner voluntad institucional y recursos que permitan llevar a cabo los cinco objetivos y las estrategias incluidas en el programa de trabajo de Igualdad de la Conago.

Muchas veces las cosas importantes suceden por pareja. Este es el caso en relación con los derechos de las mujeres. Este miércoles fue presentado el libro Contigo Aprendí -romántico título proveniente de una canción de Armando Manzanero- que remite al mundo de la lucha femenina por los derechos políticos de las mujeres. Además de proporcionar la revisión histórica del proceso que llevó al voto de las mujeres consagrado en la Constitución desde 1953, Contigo Aprendí narra la exitosa batalla legal y política para hacer cumplir la cuota del 60-40 (por ciento) en las candidaturas para el Senado y la Cámara de Diputados en 2012. Los adversarios de este avance fueron los mismos partidos políticos cuyos representantes en el Congreso habían aprobado los porcentajes, pero que en ese juego de resistencias, procedieron de inmediato a anular por la vía de los hechos sus propias disposiciones. Contra esta simulación se enfocó la actuación jurídica que ganaron las mujeres en el Tribunal Electoral Federal (TEPJF), lo que obligó a los partidos y a la propia autoridad electoral, el entonces IFE, a sustituir de última hora a candidatos hombres por candidatas mujeres y de esa manera, cumplir la ley.



Dos mil doce abrió camino hacia la reforma constitucional de la paridad. Quedó establecida en el artículo 41, como un derecho de las mujeres a participar en condiciones de igualdad en las candidaturas al Senado y a la Cámara de Diputados. Justamente en estas semanas los partidos políticos afinan sus listas de candidatos. No hay vuelta de hoja: todos deberán registrar 250 mujeres y 250 hombres. Además, la misma ley electoral prohíbe postular a las mujeres sólo en distritos perdidos.


En la política y en la sociedad, las mujeres no sólo estamos para cargar responsabilidades sobre nuestros hombros. Poseemos un cerebro capaz de imaginar a una sociedad distinta, de justicia para tod@s, brazos para cobijar lo que se ha logrado y piernas para hacer que México se encamine e incluso corra hacia destinos mejores.- Mérida, Yucatán.

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