La Filey y la cultura yucateca. Inventar una tradición

Dulce María Sauri.
El milagro sucedió por tercera vez. Durante ocho días y dos fines de semana se llevó a cabo la Feria Internacional de la Lectura Yucatán (Filey) 2014. La Universidad Autónoma de Yucatán tuvo el acierto de elegir la organización de un evento de estas características para conmemorar el 90 aniversario de su fundación en 1922. Se contaba con el buen ejemplo de otras universidades, como la UNAM, con su Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, que celebró recientemente su 35 edición; y la Universidad de Guadalajara, organizadora de la reputada Feria Internacional del Libro (FIL), desde 1987.

El Programa General de la Feria, consignado en 32 páginas, señala un total de 20 patrocinadores, entre instituciones públicas estatales y federales, así como varias empresas privadas relacionadas con medios de comunicación (radio, multimedios), papelería, guayaberas y ¡hasta un bar!, todos bajo la coordinación de la máxima casa de estudios yucateca. Los invitados de honor fueron: Ecuador, como país extranjero -recordemos que es una feria internacional- y la Universidad de Guadalajara.

En las presentaciones de libros hubo para todos los gustos e intereses. Desde autores de los llamados “best seller”, consagrados internacionalmente, hasta escritores noveles. Fue posible escucharlos, conocerlos e incluso obtener dedicatoria autografiada sobre el libro de su autoría. Hubo también un programa de eventos académicos, en que se presentaron y analizaron diversas investigaciones y publicaciones en materia de turismo, feminismo, historia del tequila, por ejemplo. Los espectáculos artísticos de teatro, música y danza estuvieron presentes, con artistas locales y de Jalisco, principalmente.

Vale destacar los Talleres de Fomento a la Lectura, dirigidos en buena medida al público infantil. Por ejemplo, la UNAM presentó “Juega-Libros”, a cargo del Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales (CEPHCIS), cuyas instalaciones se encuentran en el restaurado hospital para ferrocarrileros “Rendón Peniche”, ubicado a un costado de La Plancha. La U de G nos trajo “Letras para Volar”, con “La Leyenda de la Guacamaya”. Cabe destacar la presencia de la lengua maya en las presentaciones de libros, en los talleres y espectáculos.

Simultáneamente, entre miércoles 12 y sábado 15 se desarrolló el Congreso Internacional de Literatura, Y si vivo cien años…, convocado por la UC-Mexicanistas, que es el programa de la Universidad de California de investigación intercampus. Por los salones del Centro de Convenciones Siglo XXI desfilaron escritores, investigadores, artistas y literatos de México y los Estados Unidos, en un alarde de creatividad y de talento, que mezcló diversos medios de expresión artístico-literarios, incluyendo fotografía y películas. Rafael Morcillo López es el protagonista de mil batallas y sinsabores que han permitido que el milagro de la Filey se realice. Sara Poot Herrera, directora de UC-Mexicanistas, que nuestra Feria se internacionalice y adquiera renombre en los círculos académicos. Cierto que hay mucho por hacer, por incorporar y por avanzar; algunos traspiés que corregir, como el asunto de los logotipos en las camisetas del “staff”, pero nada puede oscurecer el maravilloso logro de la Filey y sus miles de visitantes de todas las edades.

Desde luego que la comunidad universitaria yucateca pudo elegir otra forma de conmemorar su fundación por Felipe Carrillo Puerto. Pudo ser un monumento o una obra cuyo material inerte garantizara la pervivencia de la memoria a través del tiempo. Sin embargo, la Uady se definió por una gran celebración anual de la lectura, que no es otra cosa que la imaginación convocada por las palabras. A la manera de Eric Hobsbawm, podemos considerar que nos encontramos en el camino de “inventar una tradición”. Este destacado historiador británico define este proceso como la adopción de un conjunto de prácticas normalmente regidas por reglas, que tienen por objeto inculcar determinados valores y normas de conducta a través de su reiteración. Si esto es posible, entonces se logra la continuidad con el pasado histórico. La Filey puede llegar a representar la emblemática cultura maya-yucateca, que perdura en el presente y que para muchos de nosotros constituye un elemento fundamental de identidad y afirmación frente a lo ajeno. Quiero pensar que no es un simple accidente semántico que se haya denominado “de la Lectura” y no “del Libro”, como las otras ferias antes mencionadas. Tiene que ver con el acto de apropiarse de las palabras, de hacerlas nuestras y transmitirlas, como un proceso personal e íntimo, pero al mismo tiempo, social y de disfrute colectivo.


La Filey todavía tiene obstácu- los en su largo camino para convertirse en una tradición, en un símbolo de la cultura de Yucatán. El primero, y muy próximo, es el cambio de rector de la Uady. Me da cierta tranquilidad encontrar en el directorio de la Feria a los tres prospectos a suceder al Dr. Dájer en noviembre próximo. Quien llegue a la Rectoría tendrá que tomar difíciles decisiones en materia presupuestal, pues la situación de las finanzas universitarias parece requerir una reorientación. Pero no vaya a ser a costa de la Filey. No es un lujo, sino una forma de cumplir una parte fundamental de la acción universitaria en el seno de la sociedad yucateca. En 2021, cuando la Filey celebre su décima edición, podremos pensar que la “tradición inventada” llegó para quedarse. Como el Carnaval, aunque lo cambien de sede…- Mérida, Yucatán.

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