Reconstruir, innovar, armar
Dulce María Sauri Riancho
Las decisiones de Renán (2)
No pinta bien el proceso de entrega-recepción de la administración
municipal de Mérida. Los rumores van y vienen: que las finanzas están en
números rojos; que se están realizando ventas de pánico de todos los activos
disponibles, incluyendo las famosas luminarias y terrenos. Que el gobierno del
Estado se niega a devolver los préstamos recibidos de la Tesorería municipal
(¡el mundo al revés!).
Desafortunadamente para el PRI, la administración que se va no
deja buenas cuentas ni en las finanzas ni en la administración municipal. Están
a la vista las deficiencias en los servicios públicos, que tienen su origen en
una incorrecta asignación de los recursos y una inexplicable incapacidad para
organizar y operar con eficiencia las distintas áreas que componen la administración
de la capital del Estado. Cualquier meridano puede hacer un diagnóstico de la
situación con sólo narrar sus experiencias con el servicio de recoja de basura,
con los baches de sus calles, la oscuridad del nuevo alumbrado, los problemas
del mercado donde realiza sus compras, el transporte para trasladarse a su
trabajo o a la escuela, etcétera, etcétera.
Por eso la primera tarea de las nuevas autoridades municipales
estará en Reconstruir la administración y los servicios de la ciudad. Desde
luego que no van a partir de cero ni habrán de hacer tabula rasa con la
experiencia de los empleados y trabajadores del municipio. Pero la revisión de
los sistemas y procedimientos de trabajo en todas las áreas municipales tendrá
que ser profunda y profesional. Salta a la vista que el área financiera será
prioritaria, en principio, para conocer los compromisos adquiridos que afectan
significativamente al erario municipal. Pero también los mecanismos de
recaudación, en particular el predial que parece haber disminuido en los dos
últimos años, tendrán que ser sometidos a un cuidadoso escrutinio.
En los servicios municipales, la lista de reconstrucción parece
que será larga. Está pendiente el sistema de recolección y disposición de la
basura, ahogado por los adeudos a los concesionarios de las rutas de
recolección y a la empresa operadora del relleno sanitario de Mérida. Pero no
se trata sólo de saldar las cantidades adeudadas, sino de recuperar la dinámica
de un sistema que le ha costado a la ciudad más de 20 años de esfuerzo.
Renglón aparte merecen los agujeros que se han apoderado de las
calles de Mérida, desde el Paseo de Montejo hasta las arterias recién
construidas en las colonias de Mérida. Bachear era una tarea que, con diversos
grados de eficiencia, realizaban las distintas administraciones municipales. Es
cierto que han habido lluvias abundantes, pero eso no es excusa para abandonar
el mantenimiento del municipio, empezando por sus calles. El nuevo ayuntamiento
tendrá que demostrar de inmediato su capacidad de organización en este asunto,
que irrita sobremanera a los ciudadanos.
El Ayuntamiento de Mérida tiene que adoptar una mayor decisión y
compromiso en el combate al dengue. De manera alguna sería admisible refrendar
la actitud que remite la responsabilidad a las autoridades estatales o
federales. La organización social y el respaldo del municipio tendrían que
mostrarse en el sistema de salud municipal.
¿Qué va a hacer el nuevo cabildo con la iluminación de la ciudad
de Mérida? ¿Habrá algún margen de maniobra para restablecer la calidad de la
luz en las calles? ¿O tendrán las nuevas autoridades que limitarse a
“administrar la oscuridad”, cambiando quizá las luminarias de las principales
avenidas?
No pretendo ser exhaustiva en la enumeración de las tareas que le
esperan al próximo Ayuntamiento. Hay muchas otras, estrictamente en la parte de
la reconstrucción que están pendientes, como la red de abasto y mercados
populares, el sistema de mantenimiento de parques y jardines, entre otros. Sin
embargo, quizá la más importante de todas las acciones tendrá que ser el
restablecimiento de la participación de la sociedad en los asuntos públicos de
la ciudad. Los eventos del 4 de julio de 2011 lastimaron seriamente las formas
de comunicación y relación entre la ciudadanía y sus autoridades, municipales y
estatales. Estos lamentables hechos se sumaron a la indiferencia que las
autoridades ya mostraban frente a las recomendaciones y sugerencias de las
organizaciones responsables de la planeación municipal, como la fundación del
Plan Estratégico de Yucatán. Más aún: el diálogo con las cámaras empresariales
disminuyó o de plano se rompió, como con la Cámara de Comercio de Mérida. Los
diversos comités constituidos con representantes de las organizaciones sociales
a lo largo de estos dos años tuvieron la efímera vida del acto inaugural.
Simple y llanamente: no les hicieron caso.
Renán Barrera y el Ayuntamiento de Mérida tienen la enorme
responsabilidad de Reconstruir el diálogo con las organizaciones sociales y con
los ciudadanos. Se trata no sólo de escuchar, sino de desarrollar mecanismos
que propicien una participación real de los habitantes de la ciudad en la toma
de decisiones sobre el bienestar colectivo, bien sea en la colonia, en el
barrio o la comisaría; o sobre asuntos que involucren a la ciudad en su
conjunto. Barrera deberá Innovar, en éste y otros aspectos. Pero los
comentarios sobre este tema los formularé la próxima semana.- Mérida, Yucatán.