Innovar, armar, reconstruir


Dulce María Sauri Riancho

Las decisiones de Renán (y 3)

¡Milagro!, exclamé cuando el martes por la mañana, muy temprano, encontré diversas brigadas de trabajadores enfundados con rojas camisetas con la leyenda Playa limpia, enfrascados en la poda de árboles y deshierbe de la calle 60, enmontada por las lluvias y el descuido de las últimas semanas. Más tarde, leí que el gobierno del estado tomó la decisión de emprender una gigantesca operación “limpieza y bacheo” en las principales avenidas de la ciudad para que, cuando menos en los puntos más visibles de Mérida, se amortigüe un poco la imagen de abandono y desidia que dejan tras sí las autoridades municipales que concluyen su función el 31 de agosto.

¿Será que el municipio más poblado de Yucatán, donde se encuentra la capital, esté condenado a pasar por la sala de “terapia intensiva” de la burocracia, para cuando menos, seguir sobreviviendo? La respuesta obvia es: No. El Ayuntamiento de Mérida es responsable de atender lo cotidiano, los servicios públicos municipales básicos que permiten que funcione una ciudad de un millón de habitantes. Renán Barrera y el ayuntamiento que encabezará casi podrían limitarse a reconstruir el aparato administrativo que hacía caminar a la ciudad para lograr que muchos meridanos respiren con alivio. Eso, aunque necesario, no sería suficiente para mejorar la calidad de vida de los habitantes de Mérida. Si quieren superar las expectativas ciudadanas, Renán y su equipo tendrán que innovar.

No es otra cosa que hacer cosas nuevas, diseñar formas distintas para lograr el objetivo de una ciudad que ponga a sus habitantes en el centro mismo de su estrategia de gobierno. Innovar implica romper procedimientos que se siguen por costumbre y tradición, o simplemente por comodidad, para no afectar intereses creados. También significa tener visión de futuro, en términos de bienestar colectivo. Las autoridades tendrán que demostrar su capacidad para discernir entre aquello que hay que cambiar y lo que hay que conservar e incluso, fortalecer. Por ejemplo, la definición sobre el desarrollo urbano de Mérida, si continúa la expansión de la ciudad o si se estimula el crecimiento vertical, con edificios multifamiliares. Es el caso del transporte, si se preservan rutas y formas que corresponden a una ciudad de la década de 1970, o si se asume el reto de innovar con un metrobús que circunvale la ciudad. O el tema del medio ambiente, que relaciona las áreas arboladas, la disposición de la basura y el cuidado del acuífero del subsuelo, si es que queremos que Mérida no deje de ser “ciudad verde”, cuando ya no lo es más “de palmeras y veletas”. O los aspectos relativos al abasto, que tienen que ver con los mercados populares y las tiendas de barrio, desplazados crecientemente por las grandes cadenas de autoservicio.

En materia administrativa, también se puede innovar. Si los regidores son responsabilizados de determinadas áreas territoriales del municipio, de estar en contacto directo con la población, de ser los transmisores de sus necesidades y problemas hacia el Cabildo y a la vez, éste va más allá en el gobierno electrónico, que permitiría tener información y realizar en forma ágil trámites y gestiones en internet. Una efectiva intervención de las autoridades municipales en materia de salud sería una importante innovación, al igual que su participación en el desarrollo económico de Mérida, tanto en la parte relativa a la instalación y el funcionamiento de las pequeñas y medianas empresas, como en las estrategias para el fomento del empleo en la ciudad. La eficaz coordinación con las autoridades estatales y federales será una condición indispensable.
No se trata de cambiar por el simple hecho de hacerlo. Tampoco basta con construir obras de relumbrón, con el vano afán de que las moles de concreto hagan pensar que tenemos un buen gobierno. Es algo más complejo: para innovar, las autoridades necesitan de la participación de la sociedad, lo que se llama gobernanza. Y la sociedad sólo participa cuando percibe que su intervención es real y no un mero ejercicio de simulación. Si estamos de acuerdo en que el punto crucial para una administración que trascienda tiene que ver con su forma de relacionarse con los gobernados, entonces las formas y contenidos de la comunicación política se vuelven fundamentales.

Innovar significará que las autoridades están en condiciones de convocar, escuchar y decidir conjuntamente con la ciudadanía. Estos tres pasos requieren, de entrada, que los nuevos funcionarios, comenzando por el alcalde, convenzan que son una administración austera, que toma en serio a todos aquellos que ha invitado a participar, como es el caso de las personas que integran la comisión ciudadana para la entrega-recepción de la administración municipal. La participación ciudadana no es para confort de las autoridades; les puede incomodar, incordiar, pero es indispensable. El instrumento fundamental para construir una nueva relación entre las autoridades y la sociedad se denomina “transparencia”. Si el nuevo Ayuntamiento de Mérida coloca como prioridad la información clara, oportuna, sencilla -de obtener y de entender-, de todos sus actos de gobierno, comenzando por la forma como gasta el presupuesto, estarán en el camino correcto. Hay la tecnología y los medios, tiene que haber la voluntad política. Así, adquirirá la energía y la fuerza moral para impulsar los cambios de fondo que demanda la ciudad.- Mérida, Yucatán.

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