El otro lado del espejo. Las debilidades del desarrollo yucateco.

Dulce María Sauri Riancho

Quizá la mayor debilidad de Yucatán sea la situación de pobreza en que vive la mayoría de sus habitantes. Son los mayas yucatecos quienes la padecen. Están en las pequeñas localidades dispersas, pero también en la concentración urbana más importante del estado: Mérida y los 13 municipios que la conforman. Pobreza significa marginación y exclusión social, falta de oportunidades de educación y de acceso a los servicios de salud. También elevado grado de analfabetismo, en particular entre los adultos mayores; se refleja también en la desnutrición infantil. La milpa tradicional ya no proporciona alimentación básica a las familias campesinas que aún se dedican al cultivo de la tierra y menos los ingresos son suficientes para adquirir lo indispensable para la subsistencia: comida, ropa, medicinas y una vivienda.

En los sectores productivos predominan las actividades tradicionales con escaso valor agregado. En el campo, además de la declinación de la producción de maíz, hay abandono de proyectos hortícolas, de la fruticultura y la ganadería de traspatio, a consecuencia de la falta de programas gubernamentales para apoyarlas y fortalecerlas.

Numerosas fábricas yucatecas, micro y pequeñas, adolecen de la falta de crédito y tecnología moderna que les permitiese operar en condiciones de competitividad. Hay reducida participación de empresas de alta tecnología, las denominadas de la "economía del conocimiento". En consecuencia, la capacidad de la economía yucateca para generar empleos estables, con salarios dignos, está seriamente limitada.

No hay suficiente trabajo para los egresados de los centros de educación superior. Son ingenieros, abogados, arquitectos, comunicólogos o maestros, pero laboran como vendedores de medicinas, taxistas o empleados de comercio, ante la falta de oportunidades para ejercer su profesión. Muchos emigran a Quintana Roo o se van a los Estados Unidos. Así, numerosos pueblos se quedan casi deshabitados o sólo con niños y ancianos durante la semana, pues los hombres y las mujeres cada vez en mayor grado, se tienen que trasladar para encontrar una oportunidad laboral.

En contrapartida, faltan técnicos medios y personal capacitado para proporcionar numerosos servicios que demanda la economía urbana. La vinculación entre los centros educativos y los de investigación y las universidades es insuficiente. Por otra parte, la "economía informal" se expande, sin seguridad laboral para quienes participan y la evasión del pago de los impuestos que le corresponden. La dificultad para abrir negocios por los excesivos trámites permanece como un poderoso incentivo para sumarse a las filas de la "informalidad".

El "desarrollo sustentable", en relación con el medio ambiente y los recursos naturales, se mantiene en el terreno de las buenas intenciones. Carecemos de políticas públicas que se traduzcan en acciones concretas. La depredación de los escasos recursos forestales y la sobreexplotación de otros, como los pesqueros, se suman a las insuficientes medidas de preservación.

El puerto de altura de Progreso opera con baja eficiencia. Por una parte, la ausencia de una espuela de ferrocarril encarece las maniobras de carga y descarga de las embarcaciones; por otra, el inconcluso proyecto de la Plataforma Logística ha impedido la plena utilización de su capacidad. La comunicación ferroviaria con el centro y norte del país es la gran debilidad de la infraestructura de apoyo a la producción yucateca. Primero, lento; interrumpido después, el ferrocarril permitiría trasladar insumos a las fábricas y enviar productos terminados con menor costo de transportación que a través de las carreteras.

El aeropuerto de Mérida está subutilizado, tanto por el número de vuelos y de pasajeros que recibe, como por la carga que mueve. Ha disminuido significativamente la comunicación aérea internacional: sólo permanecen los vuelos a Miami y a Houston tres y cuatro veces por semana, respectivamente. El aeropuerto de Kaua está virtualmente abandonado, sin destino cierto, pese a la cuantiosa inversión realizada.

Los gobiernos del estado y de los municipios de Yucatán arrastran una gran debilidad fiscal, consecuencia de su baja capacidad para recaudar impuestos. En alto porcentaje dependen de sus participaciones en ingresos federales. Esto se suma al ineficiente y opaco ejercicio del gasto público, la falta de inversiones en infraestructura productiva, el gasto superfluo, y a la tendencia creciente a sobreendeudarse. La corrupción que parece haberse adueñado de importantes sectores de la administración pública tiene también un alto impacto económico, además de serias consecuencias en la moral colectiva. Se registra el predominio de las operaciones especulativas, como la compraventa de tierras en sitios cercanos a las zonas urbanas, en vez de la inversión productiva en fábricas y servicios, como turísticos, financieros, de salud, entre otros.

Las mujeres yucatecas aún registran una insuficiente integración al trabajo remunerado. Bien por necesidades económicas, pues son jefas de familia que mantienen su hogar, o por determinación de ejercer la profesión para la cual se prepararon, muchas mujeres -cuatro de cada 10 en edad de trabajar- son empleadas, obreras, trabajadoras o empresarias, en condiciones de desventaja con respecto a los hombres. Éstas son, desde mi particular punto de vista, las principales debilidades que encuentra Yucatán para ser un "estado moderno". A éstas habrá que sumar las amenazas, tema a revisar la próxima semana.- Mérida, Yucatán. TW: @DulceSauri

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