Reorientar políticas. Vida en la Sejuve

Dulce María Sauri Riancho

Hace unos días se realizó un nuevo cambio de titular en la Secretaría de la Juventud (Sejuve). Creada al iniciarse el actual gobierno, la institución aspiraba a convertirse en el motor de la participación juvenil en las distintas áreas de la economía, la sociedad, la educación y la cultura, con el mandato claro de reconocer y remover cualquier obstáculo que enfrenten las mujeres y los hombres por el hecho de ser jóvenes.

Miles de personas en Yucatán afrontan desventajas e incluso discriminación. Las mujeres, la población maya, los niños y los ancianos, así como los jóvenes tienen problemas específicos por razón de su edad, su género o su condición étnica. El gobierno ha creado diversas instituciones, como el Instituto Estatal de las Mujeres, el Indemaya, el DIF, el Insen y la propia Sejuve, que pretenden combatir la desigualdad y ofrecer oportunidades para todos.

Se trata de esfuerzos poco articulados que se duplican, atropellan y confunden, lo que propicia el desperdicio y el dispendio de los escasos recursos presupuestales asignados.

El problema es la visión. El gobierno ha confundido la formación de las instituciones con una estrategia integral de atención, que sume verdaderamente las capacidades y los recursos de la administración pública y los articule a los esfuerzos de las organizaciones de la sociedad. Por eso pretende haber cumplido sus compromisos cuando asigna plazas y algunos recursos para la operación de las dependencias formalmente responsabilizadas de los programas.

Dice el refrán que "... la juventud es el único defecto que se quita con el tiempo...". Sin embargo, no basta esperar pasivamente el paso de los días. Los jóvenes demandan salud, educación, empleo, vivienda, transporte, recreación y deporte. Tras cada una de las acciones hay una o varias dependencias de gobierno involucradas, como las Secretarías de Salud, de Educación, Fomento Agropecuario o Económico, Turismo, etcétera. Es decir, todo el gabinete estatal. Pero si se "enjaulan" las políticas para los jóvenes dentro de los estrechos límites de una secretaría, la burocratización y el fracaso están prácticamente asegurados.

La Sejuve no ha logrado implantar una visión globalizadora y una estrategia integral en las políticas públicas del gobierno. Si de financiamiento de proyectos se trata, sólo hay para unos cuantos y por cantidades insuficientes para poderlos realizar. Y en la parte social se confunde la participación juvenil con la promoción de fiestas y agasajos, con barra libre incluida, cuando se aproxima alguna elección.

A la Secretaría de la Juventud se le ha ido el tiempo en batallas por el presupuesto, perdidas de antemano frente a los gigantes de la administración, como las Secretarías de Educación, Salud, Fomento Agropecuario, Seguridad Pública y Política Comunitaria. Y si le sumamos los numerosos cambios en sus mandos superiores, con tres titulares y varios interinatos, se entienden las razones de los magros resultados obtenidos. Este tercer cambio trae a una joven mujer, animosa y preparada académicamente, con experiencia previa a pesar de sus pocos años, cuando al gobierno le restan 16 meses para concluir.

El remedio no consiste en incrementar el presupuesto de la Secretaría de la Juventud para 2012. Sin un cambio de estrategia sólo aumentaría la burocracia y propiciaría mayor despilfarro. Modificar el rumbo significaría lograr una efectiva incidencia en el diseño de políticas para la juventud y en la asignación de recursos de todas las dependencias para cumplirlas.

Un pequeño equipo con calidad profesional y propósitos de servicio bastaría para reconducir la política de esta administración hacia la juventud. Sería posible si contara con el apoyo decidido de la gobernadora. En estos menesteres no bastan las fotos: se requiere el trabajo y la atención cotidiana a estos asuntos, que hagan sentir en forma palpable a todos los funcionarios que la gobernadora apoya decididamente a Vida para darle a la Sejuve la orientación que reclama. Más vale tarde que nunca.- Mérida, Yucatán.

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