Consejo para comenzar Columna publicada el día de hoy en el Diario de Yucatán, Dulce María. Estamos a punto de iniciar un nuevo año. Cargado de simbolismos, 2010 nos espera con sus conmemoraciones del bicentenario y centenario del inicio de la Independencia y la Revolución. Las fiestas de Navidad y fin de Año hacen olvidar por breves días el difícil panorama que pintan los próximos 12 meses. ¡Qué daríamos porque el paso de un año a otro permitiese borrón y cuenta nueva en nuestros problemas! Pero no es así. El 2 de enero volveremos a percibir los efectos de la economía estancada, del desempleo y la inseguridad. El presidente de la República tiene la facultad de fijar los precios de las gasolinas y de la energía eléctrica; ahora ha utilizado este instrumento, ante la amenaza real del deterioro de las finanzas públicas, consecuencia de la caída de los precios internacionales del petróleo. Por eso la gasolina ha aumentado tres veces en los últimos días; por eso pende la amenaza de nuevos
NECESARIO DEBATE Dulce María Sauri Riancho Hace unos días fui invitada a entablar un diálogo con un grupo de jóvenes estudiantes de Arquitectura de la Universidad Marista. La pregunta a responder era si Yucatán puede ser un "estado desarrollado", si tenemos condiciones para aspirar a mayores y mejores niveles de bienestar. Y sobre todo qué tendríamos que hacer para lograr los cambios indispensables para alcanzar ese objetivo. El método FODA ayuda para aclarar las ideas. No es otra cosa que identificar las Fortalezas, reconocer las Debilidades, detectar las Amenazas y, sobre todo, vislumbrar las Oportunidades que se presentan. En este caso, se trataría de plantear el FODA para Yucatán, como una manera de contribuir al indispensable debate ciudadano con miras a las elecciones del próximo año. Como el desarrollo completo de la denominada "matriz FODA" excede con mucho el generoso espacio disponible, decidí dividir la presentación en cuatro partes. La primera es la rela
La libertad de expresión Dulce María Sauri Riancho En la educación de las jóvenes y las niñas del siglo pasado la discreción era una virtud que se enseñaba con la conocida frase: "ver, oír y callar". El simbolismo era muy claro: a pesar de conocer o de enterarse de determinado acontecimiento que afectase de alguna manera su vida y su pensamiento, el silencio era la única forma de cumplir con el papel de obediencia y subordinación que la sociedad asignaba a las mujeres. Algo semejante sucede con la libertad de expresión. La principal diferencia estriba en que ahora se trata de los dos sexos, mujeres y hombres; que quien aconseja o impone callar no es la abuelita, no son las costumbres y las tradiciones, sino la fuerza del poder que se concentra en el Estado, en el gobierno o en algunos grupos con suficiente capacidad para pasar por encima de las leyes y obligar a personas, a medios de comunicación, a cerrar la boca. Imaginemos a la Libertad como un músculo que