Adiós “Guadalupe-Reyes”, vuelve la política.
Dulce
María Sauri Riancho
Concluyó el mega-puente
“Guadalupe-Reyes”. Estos veinticinco días fueron un descanso de las
preocupaciones cotidianas, pues logramos de alguna manera dejar atrás nuestras
zozobras para disfrutar de la familia, amigos y vecinos, con aquellas costumbres
y tradiciones que son tan importantes para fortalecer la cohesión social y
comunitaria.
Pero la política y los políticos no se
tomaron respiro alguno. Las fechas establecidas por la legislación electoral
transcurren implacables; los plazos para registrar precandidaturas, hacer
campaña interna y tener candidatos exigieron que las dirigencias partidistas y
los pocos ciudadanos que decidieron buscar una candidatura independiente
tuvieran que emplearse a fondo para cumplir los requisitos legales y políticos.
Si lo lograron, lo veremos en los próximos días, cuando comience a “desgranarse
la mazorca” de los nombres de aquellas personas que aspiran a obtener el voto
de más de un millón cuatrocientos mil yucatecos registrados en la lista de
electores.
Las candidaturas del PRI y del PAN son
las más preciadas porque implican una sólida posibilidad de triunfo. Son los
que concentran las más cuantiosas prerrogativas y tienen las estructuras más
consolidadas para promover el voto a su favor. Son también los que registran
las mayores tensiones en sus procesos internos. En resumen, tienen muchos más
aspirantes que cargos en disputa, por lo que sus mecanismos internos para
seleccionar a quienes serán sus candidatos están plagados de dificultades y los
posibles errores se pagan caros, pues existe el riesgo real de que los
desplazados se postulen por otro partido y puedan, incluso, ganarle la elección
a su antigua organización política. Le ha sucedido al PRI; le pasó al PAN en
2007, cuando una división interna facilitó su derrota en la elección de
gobernador. No sólo se van, sino se ponen enfrente; ayudan a ganar al
adversario, algunas veces en forma inconsciente al sustraer el número de votos
indispensable para resolver una cerrada contienda, cuando la diferencia entre
ganar o perder puede ser apenas de unos cuantos sufragios. Por eso sus
dirigencias se han aplicado con particular intensidad en la negociación interna
para lograr acuerdos que permitan registrar a los denominados “candidatos de
unidad”. La materia prima de la negociación está conformada por múltiples
opciones, desde puestos en las planillas de regidores para sus seguidores;
recursos económicos para “compensar” los gastos incurridos en las precampañas
silenciosas que, a pesar de estar prohibidas, comenzaron desde meses atrás o,
en algunos casos, posiciones en los aparatos administrativos a cargo de autoridades
de su misma organización política. Es cierto: “más vale un mal arreglo que un
buen pleito”. Bajo esta premisa se forman las planillas de candidaturas a
regidores, se comprometen tesorerías y direcciones de obras públicas y se
acepta, incluso, incorporar a claros adversarios internos, que harán imposible
la vida al presidente municipal, si es que llega a ganar.
Por ejemplo, podemos especular sobre la
negociación que culminó con el anuncio de la candidatura de Mauricio Vila a la
Presidencia Municipal de Mérida, cargo ansiado por otros dos panistas, en
especial por Raúl Paz. En las próximas semanas veremos si el “paquete” incluye
una candidatura a diputada federal para Cecilia Patrón y posiciones en las
planillas para los más connotados miembros del equipo de Paz. En el caso del
PRI, el anuncio de la candidatura “de unidad” para Mérida, traerá sus propios
ingredientes políticos, después de conciliar entre los intereses del Ejecutivo
estatal, la secretaria general del Comité Nacional del PRI y el secretario de
la Sedatu, todos ellos personajes con claros intereses en el presente, pero más
hacia el futuro cercano.
Los otros ocho partidos con registro
nacional y, por lo tanto, con capacidad de participar en las elecciones locales
tienen otra clase de problemas, a excepción del Verde que irá de nuevo en
alianza con el PRI. Por vez primera en un buen número de años, el PRD no irá en
coalición con el PT o con Movimiento Ciudadano. De Nueva Alianza (o Panal) se
ha oído poco, aunque su base magisterial es sólida y con opciones de
candidaturas para cubrir los requisitos, e incluso para competir en algunos
municipios. Los tres nuevos partidos que por ley están impedidos de establecer
alianzas en su primera participación la tienen más difícil, aunque Morena (Movimiento
de Regeneración Nacional), con el carisma de López Obrador, podrá lograr con
relativa facilidad el tres por ciento de la votación nacional, indispensable
para poder conservar su registro.
El caso de los partidos Humanista y
Encuentro Social es menos claro. Apenas están abriéndose camino en el
conocimiento de la ciudadanía y se desconoce a quiénes presentarán como
candidatos. Dependerán de la eficacia de la comunicación política que logren
desarrollar, tal como lo hizo el Panal en 2006, con aquel eslogan de “… uno de
tres…”.
Las próximas semanas traerán nuevos
retos para los partidos, señaladamente el de la paridad de género. El INE tiene
facultades para intervenir si el PRI o el PAN caen en la tentación de mandar
mujeres a distritos condenados a perderse, por lo que tendrán que irse con
tiento. Los juicios de protección de derechos políticos, a cargo del Trife,
serán valladar frente a la improvisación que desplaza a mujeres con larga
militancia partidista, a cambio de la novedad de hijas, esposas o amigas
“especiales”. En tanto, la ciudadanía observa y comienza a juntar elementos
para tomar su decisión el 7 de junio.- Mérida, Yucatán.