Entre la penumbra | Finales y principio
20 enero, 2021, 3:00 am
(*)
Separados por miles de kilómetros, dos acontecimientos de
esta semana marcan un final y abren la puerta a un nuevo principio.
En Yucatán, el domingo pasado concluyó el primer tercio (y
un poco más) de la administración de Mauricio Vila.
Este miércoles 20 finaliza el gobierno de Donald Trump, 45º
presidente de los Estados Unidos. Las “8 columnas” del Diario de Yucatán del
lunes concentran el sentimiento sobre los últimos 12 meses aquí y allá:
penumbras, nubes oscuras que apenas permitieron el paso de unos cuantos rayos
de luz.
El virus causante del Covid desconoció fronteras y océanos
entre países y continentes. Viajó por el mundo con la velocidad que caracteriza
al transporte aéreo, que permite llegar en unas cuantas horas a los sitios que
a nuestros abuelos les llevaba semanas e incluso meses.
Millones de familias se encerraron y quienes han tenido que
salir a trabajar, lo han hecho con el temor de contagiarse al menor descuido.
En plena era de la información, que supone contar con datos
que fundamentan las conductas, conglomerados humanos han rechazado la
existencia del Covid. Estas personas han dotado al virus de poderes maléficos,
supuestamente surgido de laboratorios donde se preparan arsenales para una
eventual guerra biológica, mucho más efectiva que un ataque nuclear, pues no
destruye la infraestructura, sólo elimina la vida humana.
Y la vacuna contra el Covid —así lo creen estos fanáticos—
es un intento de inocular masivamente inhibidores de la procreación, es decir,
una estrategia de esterilización generalizada. Suenan calenturientas estas
ideas; desgraciadamente, en los Estados Unidos han guiado la actuación de
personajes y grupos muy cercanos al gobierno que concluye hoy sus funciones.
Primero, negar su existencia; después, echarle la culpa a
China; más tarde, minimizar su virulencia y rehusar las mínimas medidas de
precaución que comenzaban por el uso del cubrebocas. Por cierto, negarse a
portar esta protección se volvió signo de apoyo al presidente Trump y, por el
contrario, quienes lo aceptan y usan los identifican como sus adversarios
políticos.
Entre actitudes presidenciales, hay semejanzas allá y acá.
Sin embargo, el gobierno federal estadounidense otorgó apoyos masivos a las
empresas y actividades económicas seriamente afectadas por la pandemia, medidas
ausentes casi en su totalidad en México.
No es la pandemia y los cientos de miles de vidas perdidas
en la Unión Americana la parte más obscura del legado de Donald Trump. Lo es el
enfrentamiento y la polarización social, el racismo revivido y entronizado como
política presidencial. Dicen los especialistas que sin Covid, Trump hubiera
transitado fácilmente hacia la reelección y su semilla de discordia hubiese
contado con cuatro años más para dispersarse y dar sus frutos ponzoñosos.
Perdió, pero más de 74 millones de estadounidenses votaron por él, frente a más
de 81 millones que lo hicieron por Biden.
La claridad se abrió paso en los cielos obscuros de los
Estados Unidos. Fueron sus instituciones, su larga tradición democrática que
arranca desde 1776, las que hicieron frente al intento golpista alentado desde
el núcleo mismo del Ejecutivo federal. Han sido los millones de votantes que
confiaron en el correo y los enviaron en sobres a los centros de votación.
A su vez, fueron miles de funcionario/as, importantes o
desconocidos, que resistieron la presión del tirano en ciernes y se negaron a
torcer la voluntad mayoritaria. Nuestros vecinos del norte abren paso a un
futuro de 4 años, tiempo de un primer mandato en que Joseph Biden y Kamala
Harris tendrán que iniciar la restauración de las desgarraduras sociales
exacerbadas por una presidencia intolerante y facciosa.
Alienta que, sobre todas las urgencias, sea la vacunación
masiva la máxima prioridad de la nueva administración estadounidense.
Aquí, en Yucatán, las penumbras del primer tercio de
gobierno de Mauricio Vila estuvieron encabezadas por la pandemia del Covid. Por
otros caminos, la naturaleza y el cambio climático se hicieron presentes con
inundaciones en comunidades que extraen el agua del del subsuelo. Esos ríos
subterráneos aumentaron su caudal, se desbordaron y llegaron a la superficie,
en una versión vernácula del calentamiento global.
Si el campo y su población —la más desprotegida— se había
defendido del Covid mejor que los habitantes de las ciudades, el “rosario” de
ciclones se encargó de remarcar su histórica vulnerabilidad.
El 2020 también mostró a Vila que, a pesar de sonrisas y
elogios, del gobierno federal poco o nada puede esperar. La más reciente
muestra es la marginación del estado y de sus estructuras de la estrategia de vacunación,
a cargo de los funcionarios federales llamados coloquialmente “Siervos” (¿de
quién?). Del dinero y recursos extraordinarios de la Federación, ni sus luces;
con mucho, lo estrictamente señalado por las leyes. Que el dinero llega
directamente, sin molesta intermediación, a miles de yucatecos, habría que
tomarlo como dogma, pues los padrones y la información que respalden los dichos
son prácticamente inexistentes.
Las luces que roturaron la bruma yucateca de 2020
provinieron de una sociedad que se organizó para ayudarse y apoyar a los más
vulnerables, y de un gobierno que, con sus altibajos, sumó y cohesionó
voluntades.
El primer semestre de 2021 estará plagado de tentaciones
electorales para un gobierno que tendría que concentrar energías y recursos en
vencer la pandemia. En la parte federal, todo indica que el presidente López
Obrador intervendrá al costo que sea para lograr refrendar la mayoría de
Morena, en la Cámara de Diputados y en las 30 entidades federativas con
elecciones locales.
¿Caerá Vila en la misma tentación? ¿Creerá indispensable que
sus afines dominen el Congreso del estado y pueda así lograr la ansiada
aprobación del crédito millonario que le negó la actual Legislatura? ¿Vale la
pena intervenir en la contienda, desatendiendo lo fundamental que es la unidad
del pueblo de Yucatán?
Ellos, los gobernantes, tienen la palabra; y nosotros, el
pueblo, los votos. No lo olvidemos.— Mérida, Yucatán.