Sentido de urgencia | Elección en la Cámara de Diputad@s

 

2 de septiembre. 

La Cámara de Diputad@s y el Informe presidencial tienen enormes coincidencias. El primer periodo del año legislativo se inicia el 1º de septiembre, cuando el Congreso se reúne en una sesión solemne para recibir el documento que acredita los resultados del Ejecutivo federal en un año de gobierno.

El día previo, el 31 de agosto, las cámaras eligen a los integrantes de sus respectivas mesas directivas que habrán de encabezar sus trabajos por todo el año legislativo. En el Senado, el proceso transcurrió sin mayores turbulencias —por cierto, nuestro paisano Jorge Carlos Ramírez será vicepresidente por tercera ocasión consecutiva—, no así en la Cámara de Diputad@s, donde no fue posible alcanzar la mayoría calificada de dos terceras partes de los votos de las y los legisladores presentes.

La Ley Orgánica del Congreso prevé una situación como la vivida la noche del lunes pasado: se prolonga el mandato de la Mesa —en este caso encabezada por la compañera del PAN Laura Rojas— hasta el 5 de septiembre, fecha límite para los acuerdos que permitan su elección.

El mecanismo para proponer a las y los integrantes de la Mesa se encuentra establecido en la Ley. El primer año le corresponde al grupo parlamentario con el mayor número de diputad@s; el segundo, al número dos y en el tercer año a la tercera fuerza política. Cuando se integraron los grupos parlamentarios a principios de septiembre de 2018, se acreditó que Morena tenía el mayor número; que el segundo sitio le correspondía al PAN y el tercero, al PRI. Desde esas fechas quedó claramente establecido en lo que denominamos “Acuerdo fundacional” que, basado en la Ley, mostraba la voluntad política de darle gobernabilidad a la Cámara de Diputad@s reconociendo los derechos de las distintos grupos parlamentarios.

En la primera ocasión —2018— todo transcurrió sobre ruedas. El diputado Porfirio Muñoz Ledo, experimentado político y legislador propuesto por Morena, fue electo con el voto casi unánime. Las cosas se complicaron en el segundo año, cuando le correspondía al PAN hacer la propuesta, por su carácter de segunda fuerza. Hubo necesidad de cuatro rondas en distintos días para lograr las dos terceras partes de los votos en el límite del 5 de septiembre.

Este año, que le tocaba al PRI presentar la candidatura a la presidencia de la Mesa, los problemas comenzaron desde semanas atrás, cuando el Partido del Trabajo, parte de la coalición gobernante, comenzó a “jalar” diputados de otros grupos parlamentarios para “engrosar” su número y rebasar al PRI que había sido tercera fuerza por dos años completos, sin cuestionamiento alguno.

No repetiré acusaciones de diversa índole sobre las tácticas de persuasión empleadas por el PT para sumar afiliados; sólo que el lunes pasado se registraba un empate, que fue roto gracias a la generosidad de cuatro diputad@s del PRD que se incorporaron a la bancada del PRI con la intención explícita de defender la democracia y la pluralidad del avasallamiento en este órgano legislativo.

Esa misma mañana, el presidente López Obrador realizó un poderoso llamado a sus correligionarios diputados, al recordarles la dimensión ética de la política y la necesidad de respetar la legalidad y evitar cualquier tipo de maniobras con tal de llegar a ocupar la presidencia de la Mesa. Tal parece que el poder de las palabras presidenciales no fue suficiente para convencer a una parte de las y los diputados de Morena de votar a favor de la planilla encabezada por una servidora; por el contrario, una parte votó en contra y otra, incluyendo a su coordinador Mario Delgado, se abstuvo.

Llegar a formar parte de la Mesa directiva de alguna de las cámaras es un honor y una gran responsabilidad. La Ley que rige nuestra vida interna no deja al azar las características de sus integrantes: “…en la formulación de la lista para la elección…los grupos parlamentarios cuidarán que los candidatos cuenten con una trayectoria y comportamiento que acrediten prudencia, tolerancia y respeto en la convivencia, así como experiencia en la conducción de asambleas (art. 18, Ley Orgánica del Congreso de la Unión). Las tres mujeres propuestas por el PRI para los cargos de presidenta, vicepresidenta y secretaria reunimos esas capacidades.

Por mi parte, he sido vicepresidenta en los dos últimos años, responsable en algunos momentos difíciles de conducir las sesiones. Legalidad, institucionalidad, búsqueda permanente de unidad en la Cámara pueden sonar obligaciones incluso aburridas para quien no tiene su mira puesta en el poder Legislativo, sino en el supuesto oropel y reflectores que rodean a estas funciones.

La descalificación de otras fuerzas políticas distintas a la propia es impensable por parte de quien pretenda presidir la Cámara de Diputad@s en tiempos de pluralidad y respeto entre pares.

El martes, el presidente López Obrador envió su segundo Informe de Gobierno al Congreso para su análisis y discusión. En unos días, antes del 8 de septiembre, el Ejecutivo federal hará llegar el “paquete económico”, que incluye la iniciativa de Ley de Ingresos y de Presupuesto de Egresos.

Numerosos problemas de la sociedad y de las familias mexicanas se acumulan y demandan atención de las y los diputados con reformas y nuevas leyes que contribuyan a su solución.

En este contexto, no resolver la integración de la Mesa Directiva a la mayor brevedad es fallarle al pueblo de México. Este es el sentido de urgencia. Con la Ley, construyamos los acuerdos políticos correspondientes para darle solución pronta. Y a trabajar.— Ciudad de México.

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