Preguntas y esperanza | Ante el Covid
Son
preguntas que aparecen en comentarios y conversaciones a distancia. De cerca,
en el estrecho círculo familiar, o de lejos, con amigos conectados por alguna
de las plataformas tecnológicas, surgen numerosas inquietudes frente a un
fenómeno que parece no tener fin. Escogí tres de las que se repiten con mayor
frecuencia porque afectan la vida cotidiana de miles de hogares yucatecos.
1) “¿Qué va
primero: la salud o la economía?” El sentido común y el instinto de
conservación indican que, sin duda, primero la vida pues cuando viene la
muerte, todo lo demás pierde sentido.
En algunos
países, su sistema de protección social permitió combinar el confinamiento
sanitario con la preservación de parte de sus ingresos. Sus gobiernos, junto
con los empleadores, en distintos porcentajes, mantienen el salario de los
trabajadores en tanto se toman las medidas necesarias para un retorno seguro.
No ha sido el caso de México, ni de Yucatán. Millones de personas se ven ante
la difícil disyuntiva de salir a la calle a trabajar, para obtener su sustento,
o quedarse confinados en el hogar, renunciando a sus ingresos. Permanecer en
casa es un lujo que cada vez menos personas se pueden dar. El retorno seguro ha
implicado la coordinación entre los gobiernos y las y los empleadores para
volver a echar a andar la economía minimizando los riesgos para la salud. Hasta
la fecha, los resultados han sido poco satisfactorios.
El gobierno
estatal y las organizaciones empresariales han anunciado la revisión conjunta
de la estrategia de reanudación de actividades económicas pues el ritmo de los
contagios no disminuye y el dinamismo económico no aparece.
La
“temporada” toca a su fin con sus fiestas y encuentros riesgosos con el virus,
pero la regulación sanitaria del transporte público sigue siendo tarea
pendiente. Largas “colas” de usuari@s desesperad@s se forman en los paraderos
de la ciudad de Mérida. Las unidades son insuficientes y las “corridas” cada
vez más espaciadas hacen de los traslados de la casa al centro de trabajo y
viceversa una peligrosa aventura cotidiana.
No debiera
ser así. El gobierno tiene los medios para acordar con los concesionarios del
transporte público un mayor número de unidades y un incremento de las
frecuencias. Puede asimismo, redistribuir los paraderos fuera del primer
cuadro. Tiene además, las cámaras del C-5 para vigilar que las normas sean
respetadas y en caso contrario, puede tener una reacción rápida para corregir
la situación.
El reto
actual consiste en proteger la salud y, al mismo tiempo, poner los medios para
la reactivación económica.
2) “¿Por qué
hay tantas camas vacías en los hospitales y tantos muertos? Cuando comenzaba la
pandemia, el factótum sanitario, el Dr. López Gatell, señaló como objetivo
primordial reducir el ritmo de contagios de tal manera que se evitara la
saturación de los hospitales. En esos primeros meses, una y otra vez se
subrayaba la importancia de mantenerse en casa si se presentaba alguno de los
síntomas del contagio.
La espera en
el hogar se transformó en un riesgo elevado, pues numerosos pacientes llegaban
tarde a solicitar la atención que podría haberles salvado la vida. En estas
últimas semanas, con mayor frecuencia se escucha la entendible resistencia a
internarse, al asociar el ingreso a un hospital público con la muerte. ¿Habrá camas
disponibles por este temor? Los infectados, se comenta, tardan más en ingresar
que en registrar su deceso.
Las frías
estadísticas dicen que más del 50% fallecen en los primeros cinco días y que
siete de cada diez personas intubadas pierden la vida. Más que las camas
-disponibles o ocupadas- deberían ser los decesos el principal indicador de la
calidad de la respuesta institucional frente al Covid. Casi 60,000 muertes
reprueban la estrategia seguida.
3) “¿Quiénes
resienten con mayor fuerza los efectos de la pandemia?” Ningún grupo social
puede declararse al margen del riesgo de contraer Covid, aunque algunos se
comporten como si se sintieran invulnerables. Por grupo de edad, sabemos que,
afortunadamente, los menores están mejor protegidos y que son los adultos
mayores quienes registran la mayor mortalidad. Sin embargo, en la parte
económica se presentan diferencias importantes. Los muy ricos, como siempre,
tienen la posibilidad de escapar más fácilmente de sus consecuencias: y los más
pobres, entre una situación de crónica desventaja social y los apoyos
gubernamentales, sobrellevan la carga que la nueva realidad les impone.
Sin embargo,
una vez más, son las amplias clases medias de las ciudades las más afectadas.
La familia de madre y padre trabajadores, que en forma súbita perdieron su
empleo y, por tanto, su ingreso para hacer frente a sus compromisos de
hipoteca, renta, pagos a plazos y colegiaturas. El pequeño negocio familiar que
tuvo que cerrar sus puertas; aquellos que están literalmente “comiéndose” su
inventario, sin posibilidad de reponerlo; tragos amargos y tragedias domésticas
que pueden en un santiamén transformar lo que se sentía seguro en un mar de
incertidumbre. Próximamente exploraré con ustedes, amig@s lectores, la
situación de vulnerabilidad de un amplio grupo social que se caracteriza por la
capacidad de invertir en su propio futuro.
Colofón: una
luz de esperanza. Los gobiernos de México y Argentina, junto con la universidad
de Oxford y la empresa Astra-Zéneca, anunciaron la producción masiva de una
vacuna contra el Covid. La Fundación Carlos Slim pondrá el capital de riesgo
para comenzar desde ahora su elaboración, mientras se obtiene el visto bueno de
las autoridades sanitarias. Si se logra, la disponibilidad de vacunas se habrá
adelantado varios y muy valiosos meses y se habrán prevenido miles de
fallecimientos.
Si no es
así, las vacunas fabricadas tendrán que ser destruidas, estimándose un gasto de
más de 200 millones de dólares.— Ciudad de México.