Desorden Presidencial

Cargos y encargos

Hace algún tiempo, una querida amiga me proporcionó la más poderosa pista para entender a la organización del gobierno de la 4T. “Distingue -me dijo- entre los Cargos y los Encargos”.

Partiendo de la premisa de centralización y concentración del poder en su persona, el presidente de la república ha desarrollado una forma de asignación de responsabilidades entre las y los funcionarios de su gabinete, decisiones distantes de la Constitución y la Ley, pero cercanas a su confianza y su control.

Ley específica

La organización de la administración pública federal se encuentra cuidadosamente normada en la ley del mismo nombre (LOAPF). En esa ley se establecen las funciones y atribuciones de cada una de las secretarías y de la oficina presidencial.

Cuando el presidente de la república nombra a un@ secretari@, ést@ tiene que sujetarse estrictamente a sus facultades, no puede inventar ni extralimitarse sin correr el riesgo de sanción, primero por la Función Pública y después por la Auditoría Superior de la Federación, organismo responsable de fiscalizar la Cuenta Pública y presentar sus resultados a la Cámara de Diputados.

Tampoco puede el Ejecutivo federal nombrar a quien quiera. Por ejemplo, subsiste la condición de que l@s secretari@s sean mexican@s por nacimiento y tengan por lo menos 30 años cumplidos.

El 1º de diciembre de 2018, el presidente López Obrador designó un gabinete paritario en las 19 secretarías y la Consejería Jurídica de la Presidencia, lo que significa que les dio cargo a 10 mujeres y 10 hombres. Esta nueva responsabilidad implicaba para cada un@ ejercer las atribuciones y facultades señaladas en la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal (LOAPF).

Así, por ejemplo, Gobernación sigue siendo responsable de formular y conducir la política migratoria y de movilidad humana del país, así como vigilar las fronteras y los puntos de entrada al mismo por tierra, mar o aire.

El cargo de secretaria de Gobernación implica que la exministra Olga Sánchez Cordero tiene la atribución de coordinar a sus pares y demás funcionarios de la Administración Pública Federal para garantizar el cumplimiento de las órdenes y acuerdos del titular del Ejecutivo Federal. También, la titular de Gobernación debe convocar, por acuerdo del presidente López Obrador, a las reuniones de gabinete (art. 27).

El cargo de secretario de Relaciones Exteriores implica promover, propiciar y asegurar la coordinación de acciones en el exterior de las dependencias y entidades de la Administración Pública Federal y, muy importante, “sin afectar el ejercicio de las atribuciones que a cada una de ellas corresponda”, conducir la política exterior.

Por su parte, a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) le corresponde como primera función “Organizar, administrar y preparar al Ejército y la Fuerza Aérea” (art. 29, f. I). Y a Marina (SEMAR), “Organizar, administrar y preparar la Armada” (art. 30, f. I).

Así podríamos continuar revisando cada uno de los artículos donde se establecen atribuciones, como por ejemplo las de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) sobre el transporte civil del país en todas sus modalidades (art. 36).

Estuve en la discusión parlamentaria para aprobar la organización de la administración encabezada por el presidente López Obrador. Aceptamos su propuesta, sabiendo que el nuevo gobierno tenía pleno derecho a realizar las reformas y ajustes que considerase pertinente para servir mejor al pueblo que lo había elegido.

Sin embargo, en estos 20 meses hemos presenciado el desmantelamiento institucional y el ataque sistemático a sus funciones por una austeridad mal entendida y pésimamente aplicada. Pero eso no es todo. Lo más corrosivo es el estilo de gobernar presidencial, prescindiendo de la organización plasmada en la LOAPF para crear su propia estructura, ajena a las atribuciones y facultades de las distintas secretarías.

Gobernación conserva el Cargo, pero no el Encargo. El secretario de Relaciones Exteriores es ahora el responsable de coordinar las acciones para combatir la pandemia del Covid y, por voluntad presidencial, garantizar la compra e importación de equipo médico y medicamentos, además de haber sustituido a Gobernación en la conducción de la política migratoria.

A la SCT el presidente le quitó toda responsabilidad en la construcción del aeropuerto de Santa Lucía y del Tren Maya (responsabilizando del mismo a Fonatur). Ya le había quitado la construcción del Transístmico y de Dos Bocas, ahora la releva de la administración de todos los puertos y de sus aduanas (SHCP).

Las Fuerzas Armadas permanentes, Ejército y Marina, han rebasado con creces sus obligaciones legales. “El Universal”, en un reportaje publicado en días pasados, realiza un recuento de 13 responsabilidades de la Sedena que no tienen relación con sus funciones primordiales: construir el aeropuerto de Santa Lucía, las 2,700 sucursales del Banco del Bienestar, y dos tramos del Tren Maya; remodelación y rescate de 32 hospitales del INSABI que a juicio de esta administración estaban abandonados. Además, las Fuerzas Armadas reparten fertilizantes, desarrollan los viveros de los árboles de Sembrando Vidas, y, lo más delicado, apoyan en forma ordinaria las labores de seguridad de la Guardia Nacional.

A SEMAR también le cayeron nuevas responsabilidades, ya que no sólo garantizan la seguridad de la navegación y de los puertos, sino también deberán hacerse cargo de las aduanas. Desconozco si la fracción XIX del artículo 29 y la XXIII del 30 de la LOAPF “[prestar]así como los servicios civiles que a dichas fuerzas señale el Ejecutivo Federal” sea base legal suficiente para que Sedena y SEMAR realicen todas estas actividades por la simple instrucción del presidente de la república.

Solo adornos

En los hechos, los Encargos presidenciales sólo descansan en cuatro secretarías (piadosamente incorporo a Seguridad); las demás son prescindibles o adornos burocráticos, como se les quiera ver.

Las Fuerzas Armadas merecen todo nuestro respeto, también el de su Comandante Supremo. Sus integrantes no son trabajadores “acasillados” en los cuarteles para construir, sembrar, repartir o cualquier otro menester que al Presidente se le ofrezca.

Señor presidente López Obrador: si no está satisfecho con sus Cargos, cámbielos, porque sus Encargos están provocando males mayores de los que pretende combatir: desorden, confusión, ineficacia, insatisfacción, de consecuencias imprevisibles. Primera llamada…— Ciudad de México.



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