En once meses, oportunidad electoral.


Dulce María Sauri
No deberíamos distraernos de la emergencia, ni ceder a la provocación que desvía atenciones y recursos, así provenga cotidianamente de la mañanera presidencial. Pero la realidad se impone: en 50 semanas, habrá comicios para renovar la Cámara de Diputados, 15 gubernaturas, la mayoría de los congresos estatales y de los ayuntamientos del país.

Con la sagacidad política que lo caracteriza, el presidente López Obrador comienza a construir la narrativa de la próxima elección. Hábilmente, evade todo lo local, incluso elude que en la parte federal se renovará exclusivamente la representación de diputad@s. Menos destaca que en casi la mitad de las entidades federativas (15/32) elegirán gobernador/a.

El tsunami de votos inspirados en López Obrador llevó al Congreso en 2018 a personas —mujeres y hombres— virtualmente desconocidas y, en algunos casos, seleccionadas mediante el sistema de tómbolas.

Es difícil imaginar un triunfo de los candidatos de Morena de magnitud equivalente en 2021. Sin la figura carismática del candidato presidencial, la competencia política será mucho más intensa, una especie de lucha cuerpo a cuerpo en cada una de las elecciones locales que se contarán por miles. Eso no le conviene al presidente de la república. Él —López Obrador— quiere transformar el próximo 6 de junio en una especie de referéndum sobre su persona y su actuación como Ejecutivo.

Su pretensión es clara y abierta: quiere colocarse en la boleta de tal manera que quien acuda a votar no lo haga por las o los candidatos a la presidencia municipal, a la diputación o al gobierno del estado, sino que lo hagan por él, “encarnado” en su partido Morena y cada uno de sus representantes. Quiere recuperar la avalancha de votos que recibió su candidatura presidencial y que virtualmente “jaló” a todas las candidaturas presentadas por la coalición “Juntos Haremos Historia”, que sumaba también al Partido del Trabajo (PT) y a Encuentro Social (PES).
El presidente quiere recuperar el control de la narrativa política. Por eso, el anuncio del complot de la BOA (Bloque Opositor Antiamlo) desde su tribuna de la mañanera, tomando el lugar de la víctima agraviada por la acción de sus opositores. Supuestamente sustentado por aquellos que han manifestado en algún momento reciente su animadversión a la gestión lopezobradorista, contiene una serie de propuestas de acción propias de una oposición que actúa en un régimen democrático.

Estos desconocidos complotistas de la democracia fueron “presentados en sociedad” por la presunta víctima de su actuación. Tod@s los aludidos se deslindaron del documento anónimo, no sé de sus propósitos, porque éstos tienen que ver con el ejercicio de derechos políticos en un país que todavía es democrático.

López Obrador no cejará en su intento de “borrar” las elecciones locales, volverlas un gran referéndum sobre el presidente de la república. Si no pudo ganar la batalla por su nombre impreso en las boletas de junio, lo hará por la vía de la polarización y la denuncia de sus adversarios —enemigos políticos.

Por eso, no es exageración anticipar que el presidente buscará por todos los medios exacerbar las contradicciones y las diferencias políticas entre sus adversarios, de tal manera que una estrategia común se vuelva prácticamente imposible.

En 2021 los casi tres años de gobierno pesarán en las decisiones de las y los electores. Hay en estos momentos ciudadan@s contentos, satisfechos con el gobierno de López Obrador; otros se muestran abiertamente indiferentes, quizá un tanto decepcionad@s porque las cosas “siguen igual” que con el PRI y el PAN pero siguen pensando que “hay que darle chance”.

Luego vienen las y los preocupados, que perciben la incertidumbre del futuro con un gobierno que no muestra resultados. Y por último, están las y los enojados: con el presidente, con su gobierno y su vocación de destruir instituciones.

Alegres e indiferentes no se movilizan; lo hacen quienes decidieron dejar de rumiar su coraje y han dado inicio a varios tipos de protesta. Los preocupados han tomado un camino un tanto distinto. Ellas y ellos inquieren, exigen a las oposiciones políticas una alianza “a favor de México”. No en contra de López Obrador, sí por un rumbo diferente para el país. Por eso demandan una propuesta incluyente y justa con los más vulnerables, pero introducen los requisitos de honestidad, visión y capacidad para ejecutarla. Quieren que la sociedad civil participe y que el debate público se enfoque en temas sustanciales.

Si las oposiciones quieren ganar las elecciones del año próximo: ¿es malo? Si pretenden alcanzar la mayoría en la Cámara de Diputados para restablecer los contrapesos con el Ejecutivo: ¿es malo? Reconocer la dificultad que representa luchar por revertir la concentración de poder en López Obrador: ¿es malo?

Entonces, ¿qué hacer? Dejo algunas sugerencias:

Paso 1. No olvidar que la elección de 2021 es Local. Sus resultados se construirán desde el momento de elegir a candidat@s a los ayuntamientos; de ahí, a la definición de las fórmulas para las diputaciones locales y federales. Los 15 estados con elección de gobernador/a la tendrán menos difícil, pues no hay mayor interés en la ciudadanía que el que suscitan sus autoridades más próximas. Todas y cada una de las candidaturas tienen que ser cuidadosamente evaluadas, ninguna es pequeña o poco significativa.

Paso 2. La propuesta al electorado es también Local. Se puede y debe discutir el impacto de los programas federales, pero fundamentalmente habrá que concentrarse en los recursos y las capacidades estatales para hacer frente a la necesidad de los más vulnerables y a generar el bienestar entre los gobernados. Economía, Salud, Violencia, Empleo, Educación, Igualdad, son algunos de los temas más relevantes.

Paso 3. No desperdiciar la fuerza ni el tiempo en atacar al presidente de la república. Ocasiones y argumentos tal vez sobren, pero no hay que olvidar que él no estará en la boleta, y no podemos ponerlo nosotros en ese sitio. Nada ni nadie debería desviarse del propósito de ganar 2021: no antes, quizá tampoco después.

Que las oposiciones al gobierno de López Obrador ganen la mayoría en 2021 es el primer paso para restablecer la pluralidad democrática del país. Que derroten a las y los candidatos de Morena en gubernaturas y ayuntamientos contribuirá a defender el federalismo.

En la rueda de la democracia las minorías pueden volverse mayoría y ésta, regresar a su condición minúscula, en un juego cuya velocidad es definida por la ciudadanía.

¿Última oportunidad? No sé, pero sí que será muy importante para definir el futuro próximo. No podemos darnos el lujo de equivocarnos.— Ciudad de México.

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