Certeza y Obscuridad. El Diario Oficial de la Federación
Tres sucesos
de la última semana pusieron en jaque el orden jurídico nacional y el Estado de
derecho en nuestro país.
Los dos
primeros tuvieron como protagonistas al presidente de la República, a las
fuerzas armadas permanentes (es la denominación del ejército, la fuerza aérea y
la marina armada de México) y al sector energético, significativamente a las
energías renovables.
El tercer
acontecimiento fue el anuncio para el retorno a la “nueva normalidad” después,
supuestamente, de haber pasado el “pico” de la pandemia y comenzar el descenso
del número diario de contagiados y muertos, es decir, el fin gradual del
“quédate en casa” para ser sustituido por el “sal con cuidado”.
Las páginas
del Diario Oficial de la Federación (DOF) recogieron los tres Acuerdos publicados
entre el 11 y el 15 de este mes. Por eso afirmo que este periódico oficial fue
el escenario donde se descarnaron los descuidos y excesos gubernamentales y el
escaso, por no decir nulo, respeto a la legalidad por las autoridades
responsables de su preservación.
El DOF es
pieza esencial del Estado de Derecho porque brinda certidumbre a la ciudadanía
sobre las reglas que rigen la vida colectiva y, cuando cambian éstas, lo
anuncia en sus páginas.
Desde el
inicio de la vida independiente, México ha contado con un diario oficial. Bajo
distintas denominaciones, publicó en sus páginas decretos y acuerdos que
brindaron certidumbre jurídica en un país que luchaba por formar sus
instituciones y hacer valer las leyes.
Aun en medio
de luchas fratricidas, invasiones y revueltas, el diario oficial era ancla del
acontecer jurídico del país. Por eso el Constituyente de Querétaro cuidó mucho
la función del DOF, responsabilizando a la Secretaría de Gobernación de su
correcto desempeño.
Las
ediciones matutinas veían la luz temprano. Era muy rara una edición vespertina;
si algún asunto llegaba después del cierre de edición, esperaba al día
siguiente. Cuando se inició la era de la digitalización, comenzó a generarse
una versión electrónica del DOF que acompañaba a la edición impresa. Eso fue en
2012. Lo que se leía en pantallas de computadoras era lo mismo que lo publicado
en papel.
Llegó 2019 y
un nuevo gobierno. Bajo la premisa de la austeridad y del cuidado ambiental,
Morena presentó una iniciativa para reformar la Ley que rige al DOF, en la que
establecía que su publicación se realizaría casi exclusivamente en versión
electrónica. Ahora sólo se imprimen en papel 7 ejemplares, dos de ellos tienen
como destino las cámaras de Diputados y de Senadores. ¡Qué modernos! ¡Qué considerados
con los árboles que no tendrían que derribarse para alimentar los molinos de
celulosa!
Huelga decir
que la reforma fue aprobada por amplia mayoría. Y empezaron los problemas.
Ediciones vespertinas cada vez más frecuentes, dificultad para “bajar” la
edición electrónica, entre otras cuestiones de carácter técnico, pero con alto
impacto político. Es cierto que al igual que cualquier medio, los contenidos no
son responsabilidad de su edición en papel o electrónica.
No se puede
decir que el “Acuerdo por el que se dispone de la Fuerza Armada permanente para
llevar al cabo tareas de seguridad pública de manera extraordinaria, regulada,
fiscalizada, subordinada y complementaria”, que extralimita facultades del
Ejecutivo, pone en riesgo a los militares al actuar fuera del marco
constitucional o que su abierta aceptación del fracaso de la Guardia Nacional y
del modelo de seguridad pública del gobierno lopezobradorista, sea culpa de la
edición del Diario Oficial de la Federación del 11 de mayo.
Tampoco
podemos considerar que la edición vespertina del viernes 15 de mayo, en la que
se publica el “Acuerdo por el que se emite la Política de confiabilidad,
seguridad, continuidad y calidad del Sistema Eléctrico Nacional”, réquiem para
las energías renovables, por el cual la Secretaría de Energía usurpa facultades
de los órganos reguladores, desarma la libre competencia y viola el marco
normativo en materia de electricidad, sea también culpa del DOF, así la edición
haya sido puesta en circulación un viernes, a altas horas de la tarde; el
clásico “sabadazo”.
En el
cabalístico 13 de mayo (que la Virgen de Fátima nos proteja), el Consejo
General de Salubridad (CGS) publicó un acuerdo por el cual establecía como
actividades estratégicas a la construcción, la minería y la fabricación de
equipos de transporte, con fecha del lunes 18 de mayo para la reanudación de
sus actividades.
Numerosos
ojos estaban pendientes de la edición que consignaría las determinaciones del
CSG (por cierto, único consejo con rango constitucional), por lo que el
“enjuague” matutino en el DOF fue detectado y denunciado en forma inmediata.
Que fue un “error”, una edición “de prueba” subida a la red. Lo cierto es que
algo pasó entre las 6 y las 9 de la mañana que “misteriosamente” fue retirada
la edición electrónica que incluía el citado Acuerdo. Se especula que no fue
del agrado del Dr. López Gatell, zar del coronavirus que, si así fuera, estaría
por encima de su propio jefe el secretario de Salud e integrante del zarandeado
CGS.
¿Qué pasó
con el Diario Oficial desde que se edita electrónicamente? Perdió lo más
relevante, que es la certeza jurídica que debe brindar a la sociedad. Ahora la
duda ensombrece sus páginas, electrónicas o impresas. ¿Quién vigila que sus
ediciones se apeguen estrictamente a la legalidad? ¿Quién garantiza que cuando
dice “anexo” realmente exista el documento aludido?
Desgraciadamente,
el Diario Oficial de la Federación es una víctima más del grave problema de
desmantelamiento institucional que vive el país. Personas e instituciones que
estorban a la 4T son desplazadas; ahora fue el turno del presidente de la
Comisión Federal de Mejora Regulatoria (Cofemer) quien se negaba a autorizar el
acuerdo para eliminar a las energías limpias: lo presionaron hasta obtener su
renuncia.
¿Qué podemos
hacer? Desde el Legislativo, insistir en reformar la ley para cerrar las
grietas abiertas, antes de que se derrumbe el edificio de la certeza. Desde la
sociedad, asumir el nuevo poder ciudadano que la pandemia del Covid ha forjado.
El sacrificio de millones de personas, de familias, que han hecho su parte,
permaneciendo en reclusión o limitadas seriamente en su necesidad de ganarse la
vida, da una autoridad moral para demandar, exigir al gobierno que se conduzca
a la altura de sus ciudadan@s. Y si no es así, preparémonos para el 6 de junio
de 2021.— Ciudad de México.