Al bache o al pozo
Crisis del Covid
En Yucatán sabemos distinguir perfectamente un bache de un
pozo. El primero es una falla en el pavimento y se presenta, generalmente, en
temporada de lluvias. Los pozos acompañan a los y a las yucatecas, tanto del
campo como de las ciudades.
La mayor pesadilla de las madres con hijos traviesos es que,
jugando, se caigan al pozo. Lo mismo sucede algunas veces con las personas en
estado de ebriedad que acaban en el fondo.
Cuando los baches reinan en las calles, se puede transitar
en ellas, aunque hay que cuidar de no cruzarlos a alta velocidad para no romper
la suspensión de los vehículos. Cuando alguien se cae al pozo, si sale vivo,
será con golpes y fracturas.
Al Covid 19 tenemos la opción de afrontarlo como un
peligroso bache en nuestra salud y la economía de las familias. Un bache que,
pasada la emergencia, permita la recuperación sobre bases más sólidas. Pero
también podemos acabar en el fondo del pozo. El riesgo mayor son las malas
decisiones que acaben tirando por la borda lo logrado o precipitando al país a
un abismo, del cual será muy difícil salir.
Baches y pozo en la salud. Tirios y troyanos, incluyendo
finalmente al presidente López Obrador, admiten que México vive una crisis
sanitaria por el Covid 19.
Veamos las coincidencias. Es un peligroso y desconocido
virus contra el cual todavía no se crea una vacuna eficaz. Desgraciadamente, la
información reciente muestra que no sólo se aloja en los pulmones provocando
una neumonía, sino que también puede causar derrames cerebrales, sobre todo en
los pacientes más jóvenes.
La recomendación “Quédate en casa” sigue siendo válida,
aunque la necesidad haga que miles de personas se desplacen a sus actividades
diarias, con el consiguiente riesgo de infección.
Las autoridades, no sé si con el afán de mantener la esperanza,
hablan de un pronto final de la cuarentena, alrededor del 17 de mayo, para
todos aquellos municipios donde no se hayan presentado casos de infección.
Sin embargo, ¿cómo le harán para declarar, por ejemplo, el
fin del aislamiento en Tunkás, Peto o Yaxcabá, cuando la mayoría de sus
habitantes se tienen que desplazar a la Riviera Maya o a Mérida para ganar su
sustento?; ¿Y si estos municipios continúan sin regresar a sus actividades
económicas? Muy pronto tendrá el gobernador que definir esta situación que,
probablemente, se ordenó tras un escritorio en Ciudad de México y ante
numerosas gráficas.
Estas semanas de pandemia nos han demostrando, en los
hechos, la conveniencia de mantener la descentralización de los servicios
médicos.
A diferencia del propósito del INSABI de concentrarlas bajo
el mando federal, las estructuras estatales del difunto Seguro Popular son las
que se han activado para detener al virus. Y han sido las y los gobernadores
quienes han asumido medidas efectivas para reducir los contagios y preparar con
sus menguados recursos las instalaciones necesarias para atender a los posibles
infectados.
Bache será reorientar al INSABI en su empeño de acabar con
las estructuras estatales. Pozo será insistir en la centralización, una vez
salvada la emergencia.
Pozo y baches en la economía. La crisis en el empleo y los
ingresos de millones de familias ya se ha presentado. Las reservas y los
ahorros se han visto seriamente reducidos después de seis semanas de
confinamiento.
Los escenarios económicos futuros hablan de una caída del
PIB (Producto Interno Bruto) de alrededor del 7%, o quizá más. Menos de la
mitad de la población trabajadora (43.3%) está afiliada al Seguro Social o al
Issste, en tanto que la parte más grande están en la economía informal, con
toda la incertidumbre que acompaña a esta forma de participación económica. Los
pronósticos anuncian un retroceso de más de una década en la situación de
pobreza y un crecimiento de la informalidad.
Ante estos obscuros escenarios vuelve a presentarse la opción.
Se trataría de un bache si se asume que, para salvar el empleo y los ingresos
de las y los trabajadores, requerimos una doble estrategia: una, dirigida a
cuidar el trabajo formal —los más de 20 millones de asegurad@s del IMSS, casi
370,000 en Yucatán— con medidas dirigidas a aligerar la carga tributaria a las
empresas, postergando el pago de impuestos. Además, echar a andar los fondos de
garantía para que puedan obtener créditos a tasas preferentes, de acuerdo con
sus necesidades.
De poco sirven los apoyos de $25,000 que ofrece el gobierno
federal a una empresa de, por ejemplo, 5 trabajadores. Da para dos quincenas de
salarios mínimos, sin considerar adquisición de insumos, pago de luz, renta,
etc.
El gobierno de Yucatán ha tomado decisiones acertadas para
apoyar con diversas medidas fiscales a los establecimientos yucatecos. Muy
eficaz se muestra el programa del Ayuntamiento de Mérida, ejemplo, a mi juicio,
del micro-rescate focalizado. “Surte tu negocio”, para panaderos, pasteleros,
jardineros, etc.; “Impulsa Mérida”, para carnicerías, estéticas, loncherías;
“Manos al campo”; Apoyos al Talento Cultural; al Trabajador Turístico y
Acciones de Fortalecimiento al Hogar son muestras de la posibilidad real de
llegar a quien verdaderamente lo necesita.
El Seguro del Desempleo del gobierno del estado, dirigido a
quienes perdieron su trabajo, tuvo un arranque un tanto accidentado, pero se
están corrigiendo excesos y errores como, entre otros, no presentar la
información por municipio para facilitar la supervisión de la misma comunidad
sobre la entrega de los apoyos.
Caer al pozo sería continuar polarizando a la sociedad entre
ricos y pobres; negar créditos y facilidades fiscales a las empresas y condenar
a las clases medias del país a ingresar a la pobreza por decisiones equivocadas
o insuficientes.
El Consejo Coordinador Empresarial (CCE) convocó esta semana
a una Conferencia Nacional para la Recuperación Económica. Participantes de
todos los colores ideológicos, experiencias profesionales y académicas, con un solo
propósito: desarrollar la imaginación para que la pandemia del Covid 19 sea un
bache del que salgamos en unidad y si se puede, más fuertes.
El pozo, con su brocal de obscuridad, hay que rodearlo,
ignorarlo, taparlo. O conseguir una buena bomba que le extraiga el agua para
distribuir entre quienes anhelamos que este país salga adelante.— Mérida,
Yucatán.