Vuelve la zona libre. Coludos y rabones
Dulce María Sauri Riancho
Regresa
la “zona libre” o “zona franca”. El lunes pasado Marcelo Ebrard, futuro
secretario de Relaciones Exteriores, acompañado del virtual presidente de la
república hizo el anuncio anticipando algunas decisiones que habrán de pasar
previamente por el Congreso. Veamos de manera sintética qué dijo Ebrard.
1. En
la frontera norte se correrán las aduanas mexicanas “20 ó 30 kilómetros” hacia
el interior del país.
2. El
Impuesto sobre la Renta (ISR) que pagan las empresas se reducirá del 35% al
20%.
3. El
Impuesto sobre Valor Agregado (IVA) descenderá en promedio a la mitad, es
decir, al 8% en vez del 16% que continuaríamos pagando todos l@s demás
mexican@s.
4. El
Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) sobre las gasolinas y
diésel, así como las tarifas de energía eléctrica, serán reducidos en la franja
fronteriza, para igualar los precios de los energéticos de México y Estados
Unidos.
5. El
salario mínimo se irá al doble, sólo en esa zona del país. “Asunto de
justicia”, así lo llamó Marcelo Ebrard.
6. En
las distintas ciudades fronterizas de los seis estados mexicanos colindantes
con Estados Unidos se elaborarán planes de Desarrollo Urbano Integral para el
ordenamiento del uso de suelo, introducción de agua potable, pavimentación y
drenaje, construcción de vivienda, unidades deportivas, guarderías, etcétera.
Desconcierta,
por decir lo menos, el restablecimiento de un mecanismo de promoción económica
que se aplicó en las décadas de 1960 y 1970. Fue una etapa en que la industria
nacional se encontraba protegida de las importaciones que pudiesen competir con
sus productos en precio y calidad. Las exitosas políticas de desarrollo de las
maquiladoras de exportación de esos años estuvieron asentadas en medidas
similares. A diferencia de lo que se propone ahora, en esos años el tratamiento
fronterizo también incluía el sur del territorio nacional. Así, el vecino
estado de Quintana Roo, Chetumal primero y después Cancún, se vieron
beneficiados por las políticas de “zona libre”. Ante estos anuncios, surgen
muchas preguntas. Van las mías.
¿Profundizará
la desigualdad regional? Los seis estados de la frontera norte están por encima
de la media nacional, tanto en materia económica como en bienestar social.
Nuevo León tiene el porcentaje de población en pobreza más reducido del país.
Las disparidades fiscales que enfrenta la franja fronteriza en relación con sus
vecinos estadounidenses se han compensado, por años, con el flujo de dólares
que incentiva un peso barato.
¿Impuestos
más bajos para los más ricos? Si las reducciones fiscales son uno de los
principales instrumentos de política pública para estimular el desarrollo, ¿por
qué allá sí se aplican y en el resto del país no? Si van a disminuir el IVA en
la frontera norte, si los industriales y comerciantes pagarán sólo el 20% de
ISR, ¿por qué en Yucatán o en Tabasco, o en Durango, o en Jalisco, seguiremos
con la tasa del 16% y 35% respectivamente? Si es recomendable aumentar al doble
el salario mínimo, además de reducir los impuestos al ingreso y al gasto ¿por
qué no adoptar una medida tan saludable en todo el territorio nacional? Si lo
que se persigue es combatir la violencia auspiciando un mayor desarrollo,
Guerrero, Michoacán, Colima o Zacatecas presentan niveles de delincuencia y
violencia tan altos como Tamaulipas, Baja California o Coahuila. Si hablamos
sobre desarrollo urbano y dotación de servicios, numerosas ciudades del
interior de México envidiarían la infraestructura actual de sus similares
norteñas.
¿Qué
pasará con la industria nacional? Cuando una empresa nacional venda a otra
ubicada en cualquiera de las ciudades de la frontera norte, ¿estará
“exportando”? ¿Cuál será el tratamiento fiscal? Con mayores costos en insumos,
en electricidad y transporte, y con mayores impuestos, comprar en la frontera
productos provenientes del interior de México será menos atractivo que
adquirirlos de Estados Unidos.
¿Y las
zonas económicas especiales? Apenas comienzan a dar sus primeros pasos en los
10 estados más rezagados del país. Las “zonas francas” en la frontera norte
pueden anular todas las ventajas de esos tímidos intentos sureños. Otra vez a
los más pobres se les cargan más las pulgas.
Las
zonas libres, ¿muro virtual a la migración? Con el trato privilegiado a las
ciudades fronterizas, lejos de armonizar el desarrollo urbano se reforzará el
fenómeno migratorio hacia el norte. Cierto que las hará más atractivas para las
personas que provengan del sur del continente y otras regiones del mundo, si no
logran su propósito de pasar hacia los Estados Unidos. La repercusión en la
distribución poblacional en el territorio del país tiene que ser considerada.
¿Y la
corrupción? Volveremos al tiempo del contrabando, a la simulación de la
facturación para pagar menos impuestos. Se reproducirá la competencia desleal
entre establecimientos de la franja privilegiada y los del resto del país.
¿Caben
las zonas francas o libres en el Tratado de Libre Comercio de América del
Norte? Desde el inicio de su vigencia en 1994 se fueron desmantelando como
parte de los acuerdos alcanzados. ¿Será que ya se da por cancelado el TLCAN?
López
Obrador obtuvo una amplia mayoría en cinco de los seis estados de la frontera
norte de México. Su propuesta de reducir el IVA fue enormemente atractiva, tal
vez la causa principal del enorme caudal de votos que recibió. Ahora se apresta
a cumplir a costa de la igualdad regional, del trato equitativo a la
ciudadanía, independientemente de su lugar de nacimiento y de su residencia.
Estará también faltando a su máxima justiciera: “Por el bien de todos, primero
los pobres”.
Entiendo
que esta propuesta intenta ser una “carta de intenciones” ante el belicoso
presidente Trump. Por eso, fue el secretario de Relaciones Exteriores del nuevo
gobierno quien la dio a conocer, y no la Secretaría de Economía. Tal vez, para
el vecino del norte resulte del todo irrelevante, pero abrirá heridas y
profundizará brechas entre regiones y familias de nuestro país. Ante esta
propuesta, ¿qué tienen que decir las cámaras empresariales? ¿Y los sufridos
causantes que continuarán con sus mismos impuestos y los mismos ingresos? ¿Y los
legisladores, tanto federales como locales? ¿Qué diremos todos? Por lo pronto,
recordar el refrán popular: “O todos coludos, o todos rabones”.— Mérida,
Yucatán.