Despojo inmobiliario. Serpientes en el paraíso
Dulce María Sauri Riancho
Quedé
muy preocupada después de la lectura del reportaje especial de Central 9,
publicado el pasado 24 de marzo en las páginas del Diario de Yucatán: “Turbia
operación. Elaborada maquinaria jurídica se apropia de casas y terrenos de
manera ilegal”. No se trataba de los sufridos estados norteños o de alguno de
esta región sur-sureste, sino del mismísimo Yucatán, donde aparentemente
vivimos en una burbuja de tranquilidad que, hasta la fecha, nos ha protegido
contra las manifestaciones del crimen organizado. Decidí hacer una especie de
análisis de contenido del reportaje, con el objetivo de responder a una
pregunta central: ¿Existe y opera el crimen organizado en Yucatán?
Éstos
son los pasos que pude identificar en la narración del investigador Luis
Alfonso Ramírez Carrillo, víctima de esta forma de delincuencia.
1.
Falsificar una supuesta liquidación de adeudo con la institución bancaria, en
este caso, Bancomer. Una vez identificado el predio en supuesta condición de
abandono, de alguna manera “consiguen” los datos exactos del crédito
hipotecario y los nombres de los funcionarios bancarios capaces de gestionar
una liberación de hipoteca.
2. Dar
fe pública de la liberación del crédito. Luis Ramírez lo había contratado en
Mérida, en 2007. Su pago mensual se realiza en esta ciudad; el deudor reside
aquí, donde existen suficientes sucursales de Bancomer y un departamento
hipotecario. Pero ¿qué sucedió? Supuestamente, intervino un notario del Estado
de México (Notario Público 28, Alfonso Flores Macedo), de Ciudad
Netzahualcóyotl, el 26 de diciembre de 2016. Esta persona avaló la supuesta
redención del crédito, que aparece firmada por una funcionaria de Bancomer.
3. Un
año después de la falsificación de la liquidación de la hipoteca, el 27 de
diciembre de 2017, el documento se presenta en el Registro Público de la
Propiedad de Yucatán (RPPY) para que se inscriba la libertad de gravamen y la
casa del fraccionamiento Las Américas quede lista para su venta.
4.
Liberada la hipoteca, esta banda organizada procedió a la falsificación de la
compraventa del predio. Para lograrlo, tenían que simular la presentación y
firma de conformidad del propietario, Luis Alfonso Ramírez, ante un notario
público de Yucatán que diera fe de la operación. El 8 de enero de 2018
intervino el notario público suplente no. 44, Luis Alberto López Rosado, ante
quien, supuestamente, “Compareció Luis Alfonso Ramírez Carrillo como vendedor y
José Manuel Arredondo Dichi como comprador”. El doctor Ramírez niega
enfáticamente haberse siquiera parado en la Notaría. Sobre el supuesto
comprador, poco se sabe, excepto que es de Michoacán.
5. El
17 de enero se dio aviso en el RPPY sobre la operación de compraventa, curiosamente
antes de que los actuarios realizaran la inscripción de la cancelación de la
hipoteca. Todo estaba listo para consumar el despojo.
6. Casi
simultáneamente, se instala el nuevo “propietario” en su vivienda recién
adquirida del fraccionamiento Las Américas, para arreglarla y preparar su venta
a un tercero, todo esto en 23 días.
7. A
principios de febrero, Luis Ramírez llega a su propiedad para iniciar su
arreglo y buscar a un nuevo inquilino. Mayúscula fue su sorpresa al encontrar
su casa con jardín, pintura y nueva cerradura, además de ocupantes
desconocidos. De inmediato se dirigió a Bancomer, donde le retienen cada mes la
cantidad correspondiente al pago del crédito. “Lenta reacción” fue la de los
funcionarios bancarios ante la pérdida de la garantía prendaria que respaldaba
el crédito otorgado casi 11 años atrás. Al fin y al cabo siguen cobrando,
aunque su acreditado haya sido despojado con la supuesta complicidad de
empleados de la misma institución.
8. Ante
la denuncia de Luis Ramírez, el notario suplente López Rosado fue requerido por
el RPPY para entregar en tres días la copia certificada de la escritura pública
número 26. Al 19 de marzo, no había sucedido.
Reconozco
la enorme responsabilidad legal que conlleva la tarea notarial. Las y los 100 notarios
que poseen la patente en Yucatán tienen que revisar identificaciones de
personas que, cada vez en mayor número, provienen de otros estados del país e
incluso, del extranjero. Los notarios sienten la necesidad de contar con una
línea de defensa ante posibles casos de simulación o fraude. Por esa razón a la
firma y la credencial del INE agregan ahora la huella digital al calce y una
fotografía del momento de suscribir el protocolo. Pero no todos son así de
puntillosos. Desgraciadamente, las acusaciones de protocolos “alquilados”
aumentan día a día, ante la inacción de los órganos responsables de dar
seguimiento a la actuación de los notarios yucatecos.
“Picaron
chueco”, puede ser la primera conclusión tras el despojo sufrido por Luis
Ramírez. Él es una persona conocida, con capacidad de hacer valer sus derechos
ante las autoridades, con voz que se escucha en la sociedad. ¿Y aquellos que no
la tienen? ¿Cuántos han tenido que sufrir calladamente el despojo de su
propiedad porque no cuentan con medios de defensa? La cifra que se maneja es
sencillamente espeluznante: alrededor de dos centenares de casos.
Es
cierto que en Yucatán no sufrimos las manifestaciones más brutales del crimen
organizado. Pero se ha abierto una rendija que, si no se tapa inmediata y
enérgicamente, puede contaminar todo el edificio de la seguridad. Escudo
Yucatán y el Sistema de Cámaras de Seguridad Pública del estado se han mostrado
eficaces para rastrear con métodos tecnológicos a los presuntos responsables
del crimen de un conductor de Uber.
La
seguridad jurídica reclama un escudo igualmente eficaz que proteja las
propiedades, sean de personas, de familias o de empresas. Ya tenemos en casa
estos precursores de tiempos aciagos, que serán serpientes en el paraíso, si
nos descuidamos y los dejamos impunes.— Mérida, Yucatán.