Cincuenta años. Triunfo y derrota
Dulce María Sauri Riancho
Hace 50 años, el 26 de noviembre
de 1967, el PRI sufrió una amarga derrota y el PAN, un sorprendente triunfo, al
ganar por aplastante mayoría la presidencia municipal de Mérida. Por distintas
razones, este hecho memorable para ambos partidos también debiera serlo para la
sociedad yucateca, porque lo que ahora somos en términos de pluralismo y
alternancia comenzó a fraguarse entonces.
El año 1966 había sido de grandes
turbulencias políticas. Los ejidatarios henequeneros protagonizaron importantes
movilizaciones en defensa de sus magros ingresos. Sus líderes, entre los cuales
destacaba Víctor Cervera Pacheco, sufrieron cárcel. El nuevo complejo cordelero
del norte de la ciudad que Cordemex comenzaba a construir, había significado el
cierre de un buen número de cordelerías para sustituirlas por modernas
instalaciones. Los bravos trabajadores cordeleros estaban inquietos,
preocupados y muy activos en defensa de sus derechos. Las obras de introducción
del agua potable en la capital y otras once poblaciones del interior del Estado
estaban concluyéndose, después de haber perturbado la tranquila vida de sus
habitantes durante varios años.
No fue menos difícil el primer
semestre de 1967. Los problemas económicos ocasionados por la dependencia
henequenera se agudizaron cuando el gobierno federal presionó para imponer
altas tarifas al recién instalado servicio de agua potable. Con dedo flamígero,
la federación señaló a Yucatán como “el Estado más subsidiado” de México. El
Congreso cedió a las exigencias externas; el gobierno estatal quedó gravemente
vulnerado ante los ojos y los intereses de un importante sector de la sociedad
yucateca, especialmente la meridana, que quedó agraviado y resentido con sus
autoridades.
Pese a estas delicadas
circunstancias, el PRI inició sus actividades para postular a sus candidatos a
las 106 alcaldías y a las 9 diputaciones locales de acuerdo con sus más rancias
costumbres. Empezando octubre tenía completas sus planillas; la de Mérida,
encabezada por el caballeroso secretario de Gobierno, Nicolás López Rivas, que
había desempeñado altos cargos en las dos administraciones anteriores. El PAN
no lograba definir a quien habría de ser candidato a la presidencia municipal
meridana. A pesar de haber triunfado en la elección federal de diputados de
1958, después de ese “campanazo” el PAN parecía haberse apagado. El Dr.
Francisco Solís Aznar, conocido como el “apóstol del agua potable” por su lucha
incesante a favor de una obra salvadora de vidas infantiles, declaró
incompatibles las exigencias administrativas de la alcaldía con su compromiso
de pediatra, por lo que declinó el ofrecimiento. En medio de la incertidumbre y
sin candidato, el PAN empezó su campaña el 24 de octubre, casi un mes antes de
la elección. Al día siguiente, 25, hubo noticias de que Víctor M. Correa Rachó
había aceptado la candidatura. El PAN inauguró en Mérida una estrategia que le
había rendido buenos frutos en Nuevo León y Sonora, la llamada “Caravana por la
Libertad”, que recorrió colonias y barrios de la ciudad, en un diálogo directo
con la ciudadanía. En tanto, el PRI continuó con sus tradicionales mítines, tal
vez ajeno a la tormenta que se cernía sobre sus aspiraciones de triunfo.
Foto: Víctor M. Correa Rachó, en caminata durante su campaña a la Alcaldía. Foto de a7.com.mx |
En otras latitudes del país, el
PAN ya había ganado elecciones municipales. En San Pedro Garza García, Nuevo
León, dos veces consecutivas (1964 y 1967); en Hermosillo y cinco municipios
más de Sonora (1967). Tanto los gobiernos estatales como el federal de Gustavo
Díaz Ordaz habían reconocido esos triunfos. En consecuencia, sus expectativas
para Yucatán eran elevadas.
Hace 50 años existía un embrión
del sistema electoral actual. La organización del proceso, incluyendo el registro
de electores y la integración de las casillas, descansaba en el gobierno. Las
reglas de las campañas eran simples, solo tenían que concluir tres días antes
de la votación. Mérida tenía poco más de 200 mil habitantes y un padrón
alrededor de 98 mil electores, distribuidos en 150 secciones electorales
(casillas). La organización ciudadana descansaba sobre las cámaras
empresariales y las agrupaciones de corte religioso. Los únicos partidos
opositores al PRI eran el PAN y en alguna forma, el PPS (Partido Popular
Socialista). En este escenario, Acción Nacional ganó la alcaldía de Mérida de
manera contundente: 38,074 votos, frente a 13,220 del partido en el gobierno.
De los nueve distritos locales, el PAN ganó en los dos en los que postuló
candidatos. El PRI solo salvó el III distrito de Mérida, con Víctor Cervera,
quien no tuvo adversario opositor. El 1 de enero de 1968 tomó posesión el
primer ayuntamiento panista de Mérida y el Congreso local se integró, por
primera ocasión en el país, con dos diputados opositores al PRI.
Tal parecía que el régimen
político nacional iniciaba una incipiente apertura hacia las oposiciones. En
julio de 1968, el presidente Díaz Ordaz mandó una iniciativa para reducir la
edad ciudadana a los 18 años. Sucedió la matanza del 2 de octubre y la ventana
se cerró. Hubieron de pasar 20 años para que el PAN repitiera su triunfo en un
distrito de Mérida, y 23, para ganar de nuevo su ayuntamiento.
Desde 1991, Acción Nacional ha
gobernado de manera continua la capital, con un breve paréntesis (2010-2012).
Muy pronto se conocerán los candidatos y candidatas al Congreso y a los
ayuntamientos, por primera vez, en forma paritaria. Mérida no es premio de
consolación para aspirantes despechados de la gubernatura. No lo es por
historia, por su importancia actual, por la oportunidad de reelección
consecutiva, escúchenlo bien: Mauricio Vila, Renán Barrera, Joaquín Díaz.
Háganlo también Jorge Carlos Ramírez, Felipe Cervera, Pablo Gamboa, Liborio
Vidal, Roberto Rodríguez Assaf, Víctor Caballero y Mauricio Sahuí.
Un recuerdo personal. Hoy habría
cumplido 63 años mi hermanita. María Rosa vive en la memoria y en el corazón de
su familia, compañeros y amigos. Siempre te extrañamos, Rosi.— Mérida, Yucatán.