Hechos y cosas 2016. Huella de esperanza

Dulce María Sauri Riancho
Ante la cercanía de la Navidad, decidí compartir con ustedes un regalo, amig@s lectores. Se trata de una “garrafa de optimismo” que reservo para los días grises, que desafortunadamente nos acompañaron casi todo 2016. Llenar mi recipiente significó escudriñar en mi memoria sobre aquellos acontecimientos del último año que dejaron una huella de esperanza para afrontar el futuro. Hechos, algunos de gran importancia social, otros con repercusión en su entorno inmediato, que demuestran cómo, a pesar del ambiente negativo, se conciben y realizan esfuerzos que ayudan a combatir el desánimo y renovar las ganas de luchar. A continuación verán una selección de temas y eventos, todo lo arbitraria y subjetiva que resulta cualquier calificación cuando la realiza una sola persona, en este caso quien esto escribe.

1.— La Universidad Politécnica de Yucatán (UPY). Primer centro de educación superior en el país vinculado estrechamente a la Industria de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC), así como su alta especialización en “tecnologías disruptivas” que son aquellas que se plantean cambios radicales en la innovación. El rector fundador de la UPY, Gildardo Sánchez Ante, con especialidad en Robótica e Inteligencia Artificial, tendrá a su cargo la formación bilingüe de 150 jóvenes, que cursarán sus materias en inglés y castellano. Por si fuera poco, la construcción de sus instalaciones se realizó en un tiempo récord, sólo equiparable a los ocho meses empleados en la edificación del estadio “Salvador Alvarado” hace más de 75 años.
 
2.— Zona Económica Especial para Yucatán. Los legisladores federales lograron incluir al estado entre las entidades donde se instalarán áreas que gozarán de privilegios fiscales y de infraestructura productiva que permitan generar empleos de calidad. En el caso yucateco, se eligió al municipio de Progreso para albergar a las empresas orientadas al mercado de las tecnologías de la información, preferentemente.

3.— “Escudo Yucatán”. Esta estrategia encaminada a consolidar las políticas públicas en materia de seguridad y garantizar a los yucatecos el pleno ejercicio del derecho a una vida libre de violencia constituye el reconocimiento oficial de la necesidad de no “dormirnos en los laureles” de la complacencia, que tal parecía había invadido al gobierno y a algunos sectores de la sociedad. Si bien “Escudo” está dirigido principalmente al combate del crimen organizado, debe repercutir en la disminución del flagelo del robo y asalto a casas y negocios, entre otros delitos que no llegan a los titulares periodísticos pero que afectan la vida de miles de familias yucatecas.

4.— La renovada atención sobre el Arrecife Alacranes. El ilegal aterrizaje de un helicóptero en uno de sus islotes y la notoriedad de sus pasajeros atrajo el interés de miles de observadores de México y el extranjero, preocupados por el deterioro del frágil ecosistema. De un mal —la irrupción potencialmente dañina de una aeronave— surgió un bien: encabezados por Ignacio Ponce Manzanilla, surgió el proyecto cívico para proteger el parque-arrecife, que sumará a las autoridades responsables de esta área natural protegida con un grupo de empresarios, investigadores, académicos y ciudadanos interesados en la preservación de esta joya de la naturaleza.

5.— Las “Abuelas de la Plaza Grande”. Sábado tras sábado, un grupo integrado principalmente por mujeres de la tercera edad se reúne frente a Palacio de Gobierno para demandar la actuación de las autoridades contra quienes las defraudaron, quitándoles el ahorro de toda su vida. Los culpables están en la cárcel, pero el problema de la devolución de sus recursos aún subsiste. Y ellas siguen protestando, confiadas en la Justicia de Yucatán.
6.— Los Ciclo-Turixes y las Luciérnagas. Decididos a hacer de la bicicleta un medio de transporte económico y recreativo seguro, estos colectivos han pugnado por hacer visible la falta de infraestructura vial y de normas adecuadas que protejan la vida de los miles de ciclistas de Mérida y otras partes del estado. Al mismo tiempo, han impulsado los paseos nocturnos, de reconocimiento y “apropiación” de las calles citadinas.

7.— Yucatán, libre de cultivos transgénicos. El decreto 418/2016, publicado el 26 de octubre pasado, establece a la entidad como zona libre de cultivos agrícolas con organismos genéticamente modificados. En el vecino estado de Campeche, los apicultores mayas libran actualmente una batalla legal contra la siembra de soya con semillas modificadas, cuyo polen altera la miel producida en sus colmenas. La contaminación de las aguas subterráneas con pesticidas y plaguicidas necesarios para lograr este tipo de cultivos ocasionan graves daños a la salud humana. Los adversarios a estas medidas son “pesos completos” de la agroquímica, compañías transnacionales que intentarán afectar o detener la aplicación de este decreto.

8.— La Feria de la Lectura de Yucatán. Siguiendo el buen ejemplo de la Universidad de Guadalajara, que organiza su FIL desde hace 30 años, en marzo pasado se celebró la 5a. edición de la FILEY, patrocinada por la Universidad Autónoma de Yucatán. Miles de personas de todas las edades recorrieron los stands donde se ofrecían numerosos títulos para todos los gustos. Simultáneamente se realizaron presentaciones de libros y coloquios que reunieron a especialistas y académicos, como UC Mexicanistas. Ojalá que las restricciones presupuestales que se avizoran para 2017 no lastimen este proyecto universitario y de la sociedad yucateca. Baste recordar que la hoy prestigiada FIL resistió exitosamente la crisis de 1995, cuando apenas organizaba su novena edición.


Decía Mario Benedetti que: “Un pesimista es sólo un optimista bien informado”. No pretendo enmendarle la plana a este extraordinario literato, mucho menos con el ramplón “contemos también lo bueno”. Sin embargo, cosas positivas han surgido a pesar de la adversidad. Aquí y en otras partes. En esta era de Trump, vale recordar el dicho de Winston Churchill: “Un optimista ve una oportunidad en toda calamidad; un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad”. Tomo la primera parte para mi garrafa. Y a seguir adelante.— Mérida, Yucatán.

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