Gobierno de Trump. Los primeros 100 días
Dulce María Sauri Riancho
Qué
hacer. Es la pregunta que se escucha incesantemente desde que Donald Trump
resultó electo presidente de los Estados Unidos. Lo mismo en la Unión Europea
que en Asia, en Medio Oriente o América Latina, el futuro inmediato parece
rodeado de incertidumbre. Se visualiza un grave retroceso en materia de
derechos humanos y un aumento de las tensiones políticas y económicas en el
mundo. México figura en primer lugar de la larga lista de posibles afectados.
Los rumores abundan.
La
revisión del “Contrato de Donald Trump con los votantes americanos” podría
darnos un piso sólido para conocer las acciones previstas en el “plan de acción
de los primeros 100 días de gobierno” que, como el “Te lo firmo, te lo cumplo”
de Peña Nieto, fue pieza fundamental de la estrategia para convencer a millones
de norteamericanos de votar por él.
(El
Plan) “es un contrato entre mí mismo (Trump) y los votantes americanos”, que se
compromete a restaurar “honestidad y rendición de cuentas, y traer el cambio a
Washington”. Contiene seis medidas “para limpiar de corrupción” y de colusión
al aparato de gobierno que reside en la capital americana; siete acciones “para
proteger a los trabajadores americanos”; cinco, para “restaurar la seguridad y
el estado constitucional de derecho”; dos medidas para “aliviar” los impuestos
de la clase media; el fin de la tolerancia al “offshore” para las
transnacionales norteamericanas; incentivos fiscales para la inversión en
infraestructura a través de la asociación público-privada. El “plan de los 100
días” anuncia también la expedición de una serie de actas, compromisos
detallados para cada tema de interés. Trump propuso un acta especial para
“limpiar la corrupción” en Washington en los primeros tres meses de su
gobierno. Actas y acciones deberán estar instrumentadas antes del 1 de mayo del
año próximo, cuando cumpla el plazo del “contrato” suscrito por el nuevo
presidente, que tomará posesión el 20 de enero.
“Piensa
en lo mejor; prepárate para lo peor” podría ser la máxima adoptada para
transitar por estos días de incertidumbre y temor. No dudo que Donald Trump
cumplirá sus promesas de los primeros 100 días. Se juega su credibilidad y su
imagen de “rebelde” frente al statu quo que encarnó en la burocracia de
Washington. Prepararnos para lo peor significa, en el caso de México, aceptar
abiertamente que sufriremos la inmediata presión para renegociar el Tratado de
Libre Comercio de América del Norte. Dos son los sectores económicos en principal
riesgo: la industria automotriz instalada por las ventajas de acceso a la Unión
Americana y los exportadores de hortalizas y frutas.
El muro
Deliberadamente
he dejado a un lado la amenaza de construir un muro que proteja a Estados
Unidos de las “invasiones bárbaras” procedentes del Sur. Lo hago porque ya han
sido edificadas altas murallas de ladrillo y acero en cientos de kilómetros de
frontera entre los dos países, además de que la historia ha demostrado una y
otra vez su inutilidad. Preocupan las remesas de los mexicanos, que podrían ser
gravadas con un impuesto a las transacciones, so pretexto de pagar el muro. Se
sumaría a la persecución en el caso de los indocumentados, o del hostigamiento
y discriminación, para quienes legalmente viven en los Estados Unidos. Cumplir
la promesa de los 100 días respecto a la deportación de personas recluidas en
las cárceles o con antecedentes criminales representará una enorme carga para
el aparato penitenciario y la organización social en muchas regiones de México.
No parece que haya más alternativa que admitirlos, no sólo por razones
humanitarias, sino también porque pende la amenaza de cancelar las visas
norteamericanas para todos los ciudadanos mexicanos si las autoridades locales
se niegan a aceptar la repatriación de los presuntos delincuentes.
Salgamos
de nuestra burbuja de ilusiones. Trump ya llegó y va a gobernar. No es cierto
que las reacciones en su contra van a permanecer por siempre. La atracción que
representa la promesa de reducir significativamente el impuesto sobre la renta
para las familias de clase media y el descenso del 35% al 15% de la tasa
impositiva para las empresas le ha ganado tempranas simpatías al magnate.
Forman parte de las medidas de los primeros 100 días. Tiene a las dos cámaras
del Congreso para aprobarlas sin mayor discusión. Hasta las transnacionales
norteamericanas tendrán su tajada del pastel, pues además de la expectativa de
enormes inversiones en infraestructura y de la liberación de las restricciones
para construir gasoductos y explotar petróleo y gas, podrán repatriar
utilidades con una tasa impositiva del 10%. Qué vaya a pasar cuando las
políticas proteccionistas eleven los precios de los bienes y servicios en los
Estados Unidos es otra parte de la historia. Primero, los caramelos de la luna
de miel. Después vendrá el duro enfrentamiento con China, acreedor y verdadera
fuente de problemas para el nuevo presidente.
Extraño
una matriz FODA para México en esta coyuntura, aquella que establece Fortalezas
y Debilidades, Amenazas y Oportunidades. Más todavía, añoro una adecuada
comunicación de este análisis a la sociedad mexicana por parte de los
funcionarios gubernamentales. El optimismo motivacional al estilo de Miguel
Ángel Cornejo no ayuda. Menos el pesimismo paralizante. Rechazo aquellas
expresiones y actitudes que pretenden comunicar “aquí no pasa nada”. En esta
coyuntura sólo sirve el pensamiento lúcido y la actitud valiente para enfrentar
los retos por venir. Se trata del gobierno, pero también de la sociedad en
todas sus formas de organización y de participación.— Mérida, Yucatán.