Cambios en Mérida. Pretextos

Dulce María Sauri Riancho
Una ola de tristeza recorrió al país por el fallecimiento de Juan Gabriel. Me atrevo a decir que alcanzó también a muchos latinoamericanos que conocen y entonan sus canciones. Hubo dos personajes públicos que discreparon abiertamente del sentir popular. Uno, Nicolás Alvarado Vale, director general de TV UNAM, que publicó una hiriente crítica sobre el Divo de Juárez, como autor, artista y persona, en un lenguaje sardónico, descalificándolo por su mala prosa y su supuesta inclinación sexual. La Comisión Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) intervino y “recomendó” que Alvarado se retractara de aquellas expresiones consideradas como discriminatorias. El rector de la UNAM decidió cesar a Alvarado, aun cuando éste argumentara haber empleado la sátira como estilo literario, más que como ofensa al personaje. Con la razón de la actitud discriminatoria y el pretexto de su escrito, el doctor Graue aprovechó viaje y dispuso eliminar a un funcionario proveniente de Televisa, cuya actuación había causado polémica desde el inicio de su breve periodo, en enero de este año.

Por mucho menos que eso, una expresión fuera de lugar en una cuenta de Facebook, Irving Berlín, director de Cultura del Ayuntamiento de Mérida, fue destituido por el alcalde Mauricio Vila. Fue una imprudencia, ciertamente, lujo que no pueden darse los servidores públicos, más cuando en este caso se trata de un ícono de la cultura popular mexicana. De los pocos funcionarios que pasaron de una administración panista a otra, Berlín se va dejando buenas cuentas y una enorme preocupación por el futuro en quienes consideramos que el municipio sede de la capital tiene mucho que aportar, más allá del folclore y de Mérida en Domingo.

Berlín no fue el único cesado el “viernes negro” de la Alcaldía. Lo acompañaron los responsables de Finanzas, Tecnologías de la Información, Contraloría, Asuntos Jurídicos (aunque el licenciado Villarreal permanece como asesor), entre los cargos más relevantes. Todavía el jueves, dos días después del Informe, con cielo despejado y aparentemente sin nubes, el alcalde había enfatizado que no avizoraba cambios en su equipo. Pero algo sucedió. No ha mediado explicación alguna, sólo especulaciones. Se valen las hipótesis, aún las más absurdas, cuando no existe información creíble por parte del responsable del equipo municipal. Pongo mi granito de arena al ejercicio especulativo. Mauricio Vila es un exitoso empresario devenido a político. Integró su equipo inicial para cumplir los compromisos y las cuotas necesarias para garantizar la gobernabilidad del primer año. Lo ha superado con razonable éxito. Así se acreditó el martes 30. Ahora, Vila se asume con la capacidad para conformar un equipo propio, con sus leales, que le permita transitar exitosamente el proceloso segundo año, donde las presiones de dentro y de fuera estarán a la orden del día. Nadie duda que el alcalde goza de facultades plenas para remover funcionarios, aun cuando varios de los nuevos nombramientos tendrán que ser aprobados por el Cabildo. Entonces, ¿por qué afirmó con tanta contundencia que no haría cambios? Allá va la segunda parte de mi especulación.

Resulta que el mismo jueves de la inamovilidad hubo un desayuno-conferencia de prensa convocado por un grupo destacado de panistas —de credencial o de espíritu, como Patricio Patrón— que rompieron lanzas contra su dirigencia, sobre todo por haber soslayado las denuncias presentadas por el asunto de los “moches”. Las tronantes declaraciones de la disidencia panista se dieron recién había pasado el informe del militante más destacado que esta organización tiene en Yucatán, que ameritó incluso la asistencia de su líder nacional. ¿Cuál habrá sido la lectura en el Palacio de la 62 de los dichos de los presentes en esa conferencia matutina?

Como dice el clásico: “En política no hay casualidades”. Al día siguiente, viernes, ocurrieron los ceses. Irving Berlín y su desafortunada flojera para escribir sobre Juan Gabriel, fue el pretexto que encubre ajustes con olor a saldo de cuentas. Las declaraciones de diversos conspicuos personajes de la vida económica y social de Yucatán reflejan desconcierto ante los cambios de funcionarios dispuestos por el alcalde Vila.

Los salientes del equipo municipal desempeñaban sus responsabilidades con eficiencia, tal como fue reconocido públicamente por varios de los declarantes. Si Vila perdió súbitamente la confianza en Laura Muñoz, en Ricardo Torre, Armando Villarreal o Irving Berlín, que diga por qué. Si el imprevisto enfriamiento de las relaciones con sus subordinados tuvo que ver con los nexos de éstos con personajes aludidos en la conferencia de prensa del jueves, que así lo exprese, cuando menos en el sentido de que el alcalde no habrá de permitir que las pugnas panistas afecten su administración. Si con criterios empresariales considera Vila indispensables los ajustes, que así sea, por razones que hasta el momento, conserva muy in pectore.

La sorpresa, señor alcalde, no es necesariamente buena, más cuando apenas se reconocía el buen funcionamiento del equipo municipal encabezado por usted. Claro que puede, en la más fiel tradición priísta, decir que los que se fueron eran buenos, pero los que vienen son mejores. Ya veremos. Sobre todo en Cultura, cuando Vila aún deshoja la margarita para encontrar a alguien que, como Berlín, sepa conjugar academia y promoción, profundidad y diversión, bellas artes y cultura popular.


¡Pero qué necesidad, Irving! Así te canta desde el Más Allá el Divo de Ciudad Juárez.— Mérida, Yucatán

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