Campañas y dádivas. “Más vale pájaro en mano”

Dulce María Sauri Riancho
Cuatro miércoles faltan para que las campañas electorales concluyan y se inicie el periodo de silencio que precede a la jornada del 7 de junio. Las y los candidatos aceleran el paso, en tanto que sus organizaciones políticas afilan las navajas de la descalificación para tratar de asestar mortíferas cuchilladas a sus adversarios, en el afán de reducirles posibilidades de convencimiento ante el amplio sector de los todavía indecisos. En este contexto cada vez más enrarecido han menudeado las acusaciones sobre entrega de diversos artículos a cambio de simpatías y, muy posiblemente, con la esperanza de lograr “amarrar” los votos de los supuestos beneficiarios. El PRI ha sido objeto del mayor número de denuncias. Las bodegas de almacenamiento de despensas y juguetes, por ejemplo, son custodiadas tan celosamente que incluso llevaron a agredir a Hernán Casares, periodista del Diario, que en forma profesional pretendió constatar personalmente la información que había recibido sobre estos centros de concentración y distribución de mercaderías. En otros estados de la república, las acusaciones de reparto recaen sobre otros partidos, como en Querétaro con el PAN, o el Distrito Federal, con el PRD. Es fácil llegar a la conclusión de que la entrega de objetos con el afán de ganar simpatías y votos es una lamentable práctica generalizada en las campañas electorales del país, sin que las autoridades responsables hayan logrado poner coto a esta costumbre sólidamente arraigada. Ahora bien, ¿cuán eficaz resulta el clientelismo político a la hora de las urnas? ¿Será que todas aquellas personas que reciben y aceptan despensas y tinacos verdaderamente sufragan por los candidatos del partido que se los proporcionó? Creo que estos mecanismos tienen serias limitaciones para alcanzar sus propósitos, porque el voto es secreto, aunque su otra característica, la libertad, esté condicionada por la situación de pobreza en que vive casi la mitad de la población que acude a votar. Se dice que entre los más pobres hay una percepción de compromiso obligado para apoyar con su voto al candidato que le hizo llegar la despensa o le entregó regalos del Día de la Madre. En la cultura del “más vale pájaro en mano que cientos volando” prevalece la idea de que más vale aprovechar el momento de la dádiva, porque después viene la etapa del “si te vi, no me acuerdo”. De cualquier forma, en la soledad de la urna, muchas cosas pueden pasar, entre otras, la determinación de apoyar al adversario político como una forma de demostrar rebeldía ante lo que consideran en el fondo un abuso por su condición de pobre.

La otra mitad de los votantes pertenece a un amplio sector de clase media urbana, al cual no se le puede “llegar” con regalitos comprometedores. La propaganda y la publicidad, y sobre todo los argumentos son los únicos caminos para trabajar electoralmente a este grupo. El voto “duro” del PAN se ubica principalmente en este sector de electores. Sin embargo, las preferencias de muchos clasemedieros son volátiles, pueden cambiar entre una y otra elección. Así se explica el triunfo del PRI en Mérida en 2010, impensable si una parte de este grupo no hubiese decidido “castigar” al PAN, aunque dos años después hubiera retornado a sufragar a su favor. El llamado “voto diferenciado” también se ha presentado. Significa que los electores pueden cruzar la boleta a favor de un partido para la presidencia municipal y apoyar a otro en la gubernatura, tal como sucedió en 2012, cuando Rolando Zapata ganó Mérida por una amplia cifra de votos, en tanto que Renán Barrera triunfó en la presidencia municipal, casi por una cantidad equivalente.

Por otra parte, las estrategias de los partidos políticos y sus tácticas electorales descansan crecientemente en la conformación de redes de simpatizantes, que serán movilizados el día de la elección para acudir a las urnas. El sentido último de la entrega de objetos y regalos de todo tipo es, en primer término, asegurar la asistencia y en segundo y más importante, que voten a favor de sus candidatos. Lista en mano se “recuerda” el compromiso de asistir; se facilita su traslado y se cruzan los dedos para que los votantes cumplan su compromiso de marcar en la boleta el emblema del partido promotor. Se dice que esta elección la ganará el partido que sepa movilizar a su voto “duro” para acudir a las urnas; de allá la importancia que los partidos, significativamente PRI, PAN y PRD, están otorgando a la creación y operación de sus redes clientelares. Tal vez porque consideran que los ciudadanos de clase media están desmotivados para ir a votar, ante un clima político cada vez más insatisfactorio.


La noche del 7 de junio los partidos políticos harán balance sobre la productividad de sus estrategias y tácticas. También los ciudadanos deberemos hacerlo, sobre la base del respeto a los dos principios fundamentales del sufragio: Secrecía y Libertad. La calidad de los futuros gobiernos descansa no sólo sobre la cantidad de votos obtenidos, sino también de la forma en que se logró el triunfo.— Mérida, Yucatán.

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