Los regalos para Mérida
Competencia
Dulce María Sauri Riancho
En recuerdo de Manuel Berzunza Berzunza, presidente
municipal de Mérida, fusilado junto a Felipe Carrillo Puerto hace 90 años.
Como todo aniversario de nacimiento, en
el cumpleaños de Mérida se realizan fiestas y se le ofrecen regalos de parte de
las autoridades, en representación de sus habitantes. La celebración de los 472
años de la fundación de la capital de Yucatán no fue una excepción: gobernador
y Ayuntamiento entregaron obras, y por segunda ocasión el Cabildo meridano
convocó al “Mérida Fest”, que se prolongará casi todo enero y donde se podrá
gozar de diversos espectáculos artísticos y culturales.
En pleno siglo XXI Mérida permanece
como la ciudad más importante del sureste de México, por población e influencia
política y cultural, aunque resiente el meteórico crecimiento de Cancún, que
emergió como centro económico peninsular en los últimos 20 años.
Las vialidades renovadas fueron el
regalo más importante entregado por las autoridades estatales a Mérida. El
Paseo de Montejo y la nonagenaria avenida Itzaes fueron repavimentadas con
cargo al presupuesto estatal, en tanto que el Ayuntamiento sufre para concluir
el primer cuerpo de la calle 60 Norte, que está siendo rehabilitada con un
pavimento de concreto hidráulico, supuestamente a prueba de baches por largo
tiempo. Los nuevos espacios recreativos tienen en el Parque Metropolitano de
Mérida un destacado exponente de la infraestructura urbana entregada para el
disfrute de los habitantes de toda la ciudad, aunque los más beneficiados serán
los vecinos de los populosos fraccionamientos y colonias del poniente,
comenzando por Juan Pablo II. En ocasión del aniversario, se inauguró la
iluminación del Paseo Verde de esta gigantesca obra, que permitirá su
utilización aun por las noches.
El Norte y el Sur de la ciudad
continúan como espacios sociales y culturales con escasa interrelación. Sólo
por razones de trabajo o para asistir a alguno de los centros de educación
superior, los habitantes del Sur acuden a los espacios del norte de la ciudad.
Las repavimentaciones poco les dicen a los sureños, si no van acompañadas de un
mejoramiento real del transporte público, tema del que poco se habla después de
haberse concretado el incremento de la tarifa urbana. El único momento de
encuentro entre los dos espacios sociales de Mérida fue cancelado con la
decisión de reubicar el Carnaval a las instalaciones de Xmatkuil a partir de
este año. El Periférico “Manuel Berzunza” continúa como un cinturón que
envuelve a Mérida, mas no la une, a pesar de la cuota cotidiana de sangre que
recibe bajo el pretexto de ser la vía exclusiva de traslado rápido entre los
dos extremos de esta extendida urbe.
Un mapa de los accidentes acontecidos
en esta vía durante 2013 revelaría que en el cuadrante del norte menudean los
accidentes entre vehículos y en el del sur y el poniente, los atropellamientos
mortales. A pesar del incremento de los pasos peatonales, todavía es
insuficiente su número, además de su ubicación. Es muy difícil de aceptar que
edificios destinados a salvaguardar la seguridad pública, como el de la SPV y
la Fiscalía General del Estado, no cuenten con acceso fácil y seguro para
aquellos que vienen del sureste, que se ven obligados a arriesgar su vida para
cruzar al otro lado y dirigirse a realizar sus trámites. El Periférico nos
recuerda cómo un regalo a la ciudad no se da de una vez y para siempre. Fue una
obra correctamente concebida y ejecutada a lo largo de varios gobiernos
estatales, desde la década de 1970. A cada uno le ha correspondido la tarea de
desarrollar y mejorar esta importante vía, en un proceso acumulativo al cual
ahora le falta, sin duda alguna, la dimensión de la seguridad.
Pero Mérida también ha recibido regalos
envenenados, como el tristemente célebre “paso deprimido”, ubicado en la
glorieta ahora sin nombre oficial e inaugurado también en un aniversario, el
470, de la ciudad. Lo que mal comienza, mal acaba. La que fuera bautizada a
contrapelo como “Glorieta de la Paz” fue producto de la improvisación e
impuesto a pesar de las voluntades ciudadanas que se expresaron en contra y de
las voces de los conocedores que alertaron de un deterioro urbano de la zona
aledaña. Hubo también llamadas de alerta, desestimadas incluso con el argumento
facilón de ser exageradas, como aquellas que anunciaron el peligro de la
inundación por el crecimiento del nivel freático. El humor negro yucateco ha
llevado incluso a proponer su menos costoso cambio de paso vehicular a alberca
pública o a la inédita construcción de un lago artificial en el corazón de la
más importante arteria citadina.