Agosto mocho, la "temporada". Cambio de una tradición
Toda la familia se trasladaba al “puerto”, desde donde los hombres viajaban diariamente a Mérida para cumplir sus trabajos, en tanto que las mujeres y los menores se quedaban a disfrutar de la playa y el mar. Las familias de menores recursos, tanto de la ciudad como de los pueblos del interior, se trasladaban los fines de semana utilizando el ferrocarril, que en esos días iba repleto de paseantes de todos los estratos sociales, muchos de los cuales ocupaban los arcos del Muelle Nuevo para guarnecerse del sol o, de plano, le “caían” al pariente o amigo que tuviera casa.
No sólo el calendario escolar cambió en los últimos 20 años. También las condiciones económicas de las familias que se han visto impedidas de enfrentar el gasto extraordinario de la “temporada”, más aún si tienen que rentar casa. Además, muchas madres de clase media empezaron a combinar la atención a sus familias con el trabajo fuera del hogar. Eso significa que no pueden separarse de sus empleos por ocho semanas. Sumémosle que los hijos mayores regresan a la universidad más temprano que sus hermanos menores. Entonces, las vacaciones empezaron a “achicarse” y julio desbancó al “mocho” agosto como el mes más popular para la “temporada”. También se modificaron los hábitos de compra de los vacacionistas en Progreso: ya no hay más “Milán” y sus deliciosos helados, el pan de “El Resbalón” en las tardes nubladas; llegaron las tiendas de autoservicio de Mérida y arrinconaron a las marchantas del mercado. Por su parte, los restaurantes de la playa dejaron de funcionar exclusivamente para los temporadistas, pues el flujo de visitantes de fin de semana se vio estimulado durante todo el año por la carretera iluminada de tres carriles y el arribo de cruceros. Hasta los meses de invierno cambiaron en la costa yucateca, gracias a la llegada de extranjeros jubilados que huyen del crudo frío de su tierra.
Puestas en la balanza económica de Progreso y de la costa, cada vez pesan más las actividades permanentes, incluso del ramo turístico, que las estacionales vinculadas a la “temporada”. ¡Qué bueno que así sea! Las considerables inversiones en residencias y casas que pueblan la costa yucateca sólo se utilizan intensivamente dos meses del año, incluyendo la Semana Santa, aunque el mantenimiento de la infraestructura de luz, agua, etcétera, gravita sobre los presupuestos municipales los 12 meses.
Todo cambia. Ahora le corresponde a la tradición de la temporada, como la conocieron nuestros abuelos, padres y hasta nosotros mismos. Con un suspiro de nostalgia, disfrutemos del julio que corre y del agosto “mocho” que nos trae el calendario escolar 2013-2014.- Mérida, Yucatán