Giro radical a la política social
Dulce María Sauri Riancho
Recibí por correo electrónico
una comunicación de Guillermo Mendicuti, presidente de la recién creada
Fundación del Empresariado Yucateco (Feyac), con una serie de interesantes
precisiones sobre el trabajo que se propone realizar esta organización recién constituida.
Convencida como estoy del desarrollo social como una tarea de envergadura
colectiva que debe sumar las fuerzas de la sociedad y del gobierno, comparto
con ustedes algunas reflexiones ante la afortunada
coincidencia del inicio de los gobiernos municipales y estatal, del muy próximo
de la administración federal y los loables propósitos de este grupo de
empresarios yucatecos.
Si el gobierno local se
conforma con repartir cosas que sólo amortiguan por un corto tiempo una necesidad
-despensa, cobijas, zapatos-, no estará conduciendo la política social sino
practicando el asistencialismo, que tal vez le proporcione popularidad entre
los beneficiados, pero no repercute en la solución definitiva de su pobreza. El
gobierno tiene que ayudar a las familias pobres, particularmente a la población
campesina, tan olvidada en los últimos años. Pero si la “política comunitaria”
se queda en esas acciones, no habrá “desarrollo social” ni habrá dinero que
alcance, a pesar de la austeridad y el ahorro.
Éste es el nicho de oportunidad para abrir la participación por
parte del gobierno a las organizaciones de la sociedad. Ellas no han necesitado
permiso para servir de múltiples formas a los más desamparados: albergues para
ancianos y enfermos, comedores populares, centros de capacitación y atención a
personas con discapacidad, entre múltiples acciones que reproducen
cotidianamente el milagro de los panes y los peces. Pero una renovada actitud
de apertura por parte del gobierno y la sociedad mucho ayudará. Por eso me
gustó la expresión del presidente de la Feyac que, dice, ni agremia ni afilia
organizaciones, sino que aspira a atender a todas en su camino hacia la
institucionalización, lo que significará informar y capacitar para utilizar
mejor las facilidades que otorga el actual régimen legal, que permite hacer
deducibles fiscalmente las aportaciones que reciben, para utilizar íntegramente
el régimen de donaciones que tiene la Ley del Impuesto sobre la Renta, para
elaborar proyectos dirigidos a las agencias donantes de México o del
extranjero, entre otras.
Si además la Feyac cuenta con la experiencia de
Adolfo Patrón y el Patronato de la Orquesta Sinfónica de Yucatán, y con la de
Armando Palma y el Centro de Educación Chilero que lleva su nombre, habrán
avanzado un buen trecho. Ahora, ¡a sacudir la modorra del asistencialismo!, y a
integrar una verdadera política social.- Mérida, Yucatán.