Urgente reconstruir


Los retos de Rolando (2)

Dulce María Sauri Riancho

Dice el refrán popular que no hay que tirar el agua sucia junto con el niño, para aludir a aquellas cosas que se deben conservar cuando se pretende realizar un cambio de fondo, como el que la sociedad yucateca imagina con el nuevo gobierno. Para responder a estas expectativas, Rolando Zapata tendrá que realizar un balance que le permita distinguir entre lo que funciona y lo que, aun siendo necesario, hay que componer porque ha resultado ineficaz o dañino para los intereses colectivos.

Reconstruir exige al gobernante dominio de la información y capacidad para tomar decisiones, sin ataduras ni compromisos más que con la ciudadanía que aspira a servir. En días pasados, Rolando Zapata adelantó 32 acciones que considera prioritarias -en tiempo y atención- para el arranque de su gobierno. Varias de ellas corresponden a sectores que son candidatos forzados a un serio trabajo de reconstrucción, tanto del enfoque, como de sus instituciones y prácticas. Es el caso de la actividad agropecuaria del Estado, condenada al abandono y olvido, y de los campesinos, hombres y mujeres, marginados de los apoyos institucionales para fomentar la producción. Reconstruir exige también sacar del “limbo” algunos programas y proyectos gubernamentales abandonados por la incomprensión de las autoridades. Dos ejemplos de este rescate están incluidos dentro de los 32 compromisos de Rolando Zapata: el del “cluster” de las empresas de tecnologías de la información -el CITI-, cancelado abruptamente para favorecer la instalación del nuevo Museo de la Cultura Maya, y de la red hospitalaria de segundo nivel para que efectivamente cubra todo el Estado, con la incorporación, ahora sí, del todavía inconcluso hospital de Tekax.

Urge reconstruir la visión sobre los programas sociales del Estado. El asistencialismo se apoderó de la estrategia de desarrollo social en los últimos años, confundiendo interesadamente los apoyos con las ayudas y una especie de caridad gubernamental que sustituyera las acciones de fondo para combatir la pobreza y marginación. Es la diferencia entre entregar un par de zapatos a los niños al iniciar la temporada escolar y propiciar condiciones para que los padres se los puedan adquirir en el momento que los necesiten. Dentro de esta estrategia de reconstrucción de la política social de Yucatán es indispensable replantear la relación con los programas federales de desarrollo social. No hay que olvidar que más de 150,000 familias reciben Oportunidades y casi la mitad de la población yucateca pertenece al Seguro Popular.

Es evidente que el gobernador Zapata Bello deberá adelgazar la administración estatal, reducir sensiblemente la plantilla laboral donde se “infló” artificialmente y recortar con pulso firme el gasto corriente. Si el Ejecutivo estatal no libera recursos no podrá atender los retos que imponen la reactivación económica y el desarrollo social. No se trata solamente de elaborar un presupuesto austero, sino ejercerlo de esa manera, con eficacia en las obras públicas, que cancele en definitiva la etapa de las “primeras y únicas piedras”. Pero no basta con un gobierno eficaz. Rolando Zapata gobernador deberá reconstruir, literalmente, la confianza de la ciudadanía y de la sociedad en su gobierno y en las personas a las que invitará a ejercer las tareas fundamentales en la administración pública que encabezará. La confianza supone información clara y accesible sobre lo que se pretende; transparencia en lo que se hace y rendición de cuentas de lo que se hizo, todo de cara a la ciudadanía. Se necesitan, desde luego, sistemas de información que, por fortuna, la cultura digital ha facilitado enormemente. Pero también se requieren actitudes distintas, comportamientos y medidas muy elementales que acerquen a gobernantes y gobernados. Es posible recuperar la real cercanía con el gobernador, lujo que la sociedad yucateca llegó a disfrutar, que va desde conocer su agenda, a tener la certeza de que recibirá atención personal cuando lo necesite. El gobernante que trabaja incansablemente por su pueblo no tiene por qué decirlo, menos aún repetirlo constantemente. El trabajo, como la solidaridad o la responsabilidad, se deja sentir, ofrece testimonio por sí mismo.

El nuevo gobernador también tendrá que trabajar en la reconstrucción de la imagen del gobernante. Los valores vinculados a la austeridad republicana en su conducta y la de sus familiares; el espíritu de trabajo, que incluye el diálogo y la comunicación con sus propios colaboradores, tendrá que ser restablecido con base en su comportamiento cotidiano. Las largas caravanas de camionetas blindadas que anteceden la aparición de la actual mandataria forman parte de esa imagen que tiene que quedar atrás. Si bien es cierto que los tiempos han cambiado desde que la solitaria combi blanca cruzaba las calles de Mérida en la madrugada, sería una incongruencia proclamarnos como el Estado más seguro del país cuando el gobernante está protegido como si estuviese en zona de guerra.

La imagen sobre la separación de poderes también tiene que entrar a un esfuerzo de reconstrucción encabezado por el gobernador Zapata Bello. No puede mantenerse la percepción social de subordinación del Congreso del Estado y del Poder Judicial de Yucatán al titular del Poder Ejecutivo. Sólo el respeto real que se traduzca en hechos podrá borrar esa sensación tan costosa para la convivencia democrática.

Armar, Reconstruir, para que Rolando Zapata, gobernador, esté listo y dispuesto para Innovar.- Mérida, Yucatán.

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