Dulce
María Sauri Riancho
El
10 de octubre
próximo, después de 23
años de administraciones del PAN, el PRI gobernará el municipio de León, donde
se ubica la ciudad más poblada e importante de Guanajuato. Hay muchas
similitudes entre esta industriosa ciudad del Bajío y Mérida, entre las cuales
destaca la actividad política. En ambas ciudades la oposición al PRI data de la
década de 1950, aunque Mérida se adelantó cuando Víctor Manuel Correa Rachó
ganó la alcaldía en 1967. En León sucedió lo mismo hasta 1989 y dos años
después, en 1991, su presidente municipal fue designado como gobernador
interino de Guanajuato en una cuestionada decisión para imponer a un gobernante
panista cuando el priísta ganador renunció a su cargo. Para Guanajuato fue el
inicio de un largo periodo de gobiernos de Acción Nacional, que se prolongará
cuando menos hasta 2018, pues en el reciente proceso volvió a triunfar el PAN.
En cambio, en Yucatán el PAN sólo gobernó seis años, pues en 2007 el PRI volvió
a encabezar el Ejecutivo Estatal. Tres años después, en 2010, el PRI ganó la
elección municipal de Mérida, poniendo fin a casi 20 años de gobiernos del PAN,
justo lo que acaba de acontecer en León.
Las
similitudes se prolongan en las personas que lograron derrotar a un aparente
imbatible PAN en el centro mismo de su poder político. Fueron dos mujeres cuyas
coincidencias comienzan desde el día de su nacimiento, el 21 de junio. Las
mismas siglas de sus nombres: una, Angélica Araujo (AA) y otra, Bárbara Botello
(BB), con las primeras letras del alfabeto inauguran una serie de semejanzas
que incluyen el género y la edad, una, AA, de 48 años; otra, BB, de 46 años.
Ninguna de las dos nació ni en Mérida (AA, Tixkokob) ni en León (BB, Pastor
Ortiz, Michoacán). Las dos son mujeres jefas de familia; las dos son madres de
dos hijas. Ambas son profesionales, una abogada y otra arquitecta. Fueron
candidatas del PRI con los momios electorales en contra, aunque en el caso de
AA tuvo la relativa ventaja de un entorno político favorable, pues el gobierno
estatal era del PRI.
Las
diferencias entre Angélica y Bárbara empiezan a aparecer cuando se observan sus
carreras políticas. Hace seis años, en 2006, AA era una pequeña empresaria de
la construcción, como tantos otros ingenieros y arquitectos que luchan por
salir adelante en su profesión. En el breve lapso de cinco años pasó a ser
funcionaria estatal (2007-2009), diputada federal por Mérida (2009), alcaldesa
de Mérida (2010-enero 2012) y senadora de minoría de Yucatán por los próximos
seis años: una meteórica y siempre ascendente carrera política, toda ella de la
mano y al amparo de Ivonne Ortega. En cambio, BB fue regidora de oposición en
el ayuntamiento de León (1998-2000), diputada estatal (2006-2009), candidata derrotada
a la alcaldía de León en 2009, además de haber sido presidenta del Colegio de
Abogados de su ciudad: pasos difíciles donde menudearon los obstáculos y las
caídas de las que supo levantarse. También hay diferencias en las trayectorias
partidistas dentro del PRI, pues AA no tuvo cargo alguno antes de sus
candidaturas, en tanto que BB enfrentó desde la oposición al PAN guanajuatense
como presidenta del PRI de León y del comité estatal de Guanajuato. En términos
culinarios aplicados a la política, una, AA, fue cocinada en microondas, de
prisa, en tanto que la otra, BB, es producto de la cocción que sólo se obtiene
del fuego lento de la experiencia y de superar la
adversidad.
Angélica
Araujo fue alcaldesa de Mérida 18 meses de un periodo ya de por sí reducido de
poco más de dos años. Había altas expectativas ciudadanas sobre su gestión,
después del prolongado gobierno panista que había provocado su desgaste entre
la sociedad. Que fuera una mujer, un rostro nuevo en la política, pareció una
ventaja para encabezar una gestión que decía aspirar a gobernar Mérida, no sólo
a administrar los servicios municipales. Además, por primera vez desde 1991
coincidiría que el poder ejecutivo del estado y del municipio de Mérida estaría
encabezado por dos mujeres del mismo partido, lo que abonaba a la esperanza de
una buena y fácil colaboración entre autoridades. Lamentablemente, el
ayuntamiento saliente no supo siquiera conservar la parte positiva de la
administración municipal, en particular en las áreas de servicios públicos,
incluyendo la recolección de basura y bacheo de calles. No supo innovar ni en
materia de planeación urbana -una contradicción en una profesional de la
arquitectura-, ni de obra pública y mucho menos en las formas de comunicación y
participación de la sociedad en los asuntos de interés colectivo. El peso
político de la relación con la gobernadora asfixió al cabildo de Mérida, en especial a su alcaldesa que nunca pudo fijar la
tenue línea que separa a la colaboración de la sumisión. Sólo así se entiende
que, contra sus promesas y compromisos de campaña, haya decidido prematuramente
separarse del cargo para aspirar a la candidatura al gobierno del estado que,
al no obtenerla, canjeó por la del Senado.
Bárbara Botello será la
primera alcaldesa de León. Coincidirá su administración con los primeros tres
años del gobernador Miguel Márquez, del PAN. Quizá esta aparente desventaja
política se transforme en su principal fortaleza, pues poco esperará más allá
del trato justo de las autoridades estatales. Esto implicará que tendrá que
emplearse a fondo para discernir entre aquello que debe conservar de las
administraciones panistas, de lo que deberá de cambiar e innovar para servir
mejor a los ciudadanos de León. Desde ahora los panistas ubicarán a BB como una
adversaria política de envergadura para contiendas electorales por venir. Lo
mismo le sucederá con los priístas que aspirarán al gobierno de Guanajuato para
2018. Yo espero que BB se mantenga como una excelente -si no la mejor-
presidenta municipal de León hasta terminar su mandato. Que aprenda de AA para
no cometer los mismos errores y desperdiciar las oportunidades que los
ciudadanos pusieron en sus manos.- Mérida, Yucatán.