El debate y la democracia


Dulce María Sauri Riancho
-El segundo encuentro entre los candidatos a la Presidencia
El próximo domingo 10 de junio, en punto de las 8 de la noche, desde la Expo-Guadalajara, se realizará el segundo debate entre los cuatro candidatos a la Presidencia de la República.
Será un tanto diferente al encuentro que tuvo lugar el 6 de mayo, por la fecha en que se efectuará, por los temas, por la ubicación y, desde luego, por la tensión previa al gran momento, la jornada electoral, fijada para apenas 21 días después.
Hace apenas seis semanas, en vísperas del primer debate, el propietario de la segunda cadena nacional de televisión retó al IFE, al decidir la transmisión de un partido de la “liguilla” de fútbol a la misma hora que este evento político, seguro de que miles de aficionados verían el fútbol en vez del aparentemente aburrido encuentro entre candidatos a la presidencia de la República.
A su vez, Televisa, la empresa concesionaria más grande del país, se reservó el canal 2 para pasar el programa Pequeños Gigantes.
El resultado de las mediciones del rating fue la primera sorpresa de la serie de acontecimientos que vinieron a quitar la modorra que se había apoderado de las campañas: contra todos los pronósticos, más personas siguieron el debate que las que optaron por ver el partido Monarcas-Santos. Desde luego que la irrupción de la edecán responsable de repartir los papelitos para la rifa del turno de intervención hizo alzar las cejas a la audiencia femenina y abrir los ojos a los varones que habían preferido la política al futbol.
Hay una enorme carga simbólica en la fecha de este segundo debate, pues el 10 de junio de hace 41 años, en 1971, una marcha de jóvenes fue agredida por fuerzas paramilitares en la ciudad de México, cuyas calles quedaron teñidas de sangre. Este hecho abrió el oscuro periodo de la “guerra sucia” y la represión contra la guerrilla que marcó a toda una generación.
Esa misma juventud, ahora en 2012, con el movimiento #YoSoy132, logró traspasar la impenetrable coraza de los intereses de las dos grandes cadenas nacionales de televisión. Gracias a los miles de jóvenes que se han manifestado en todo México contra la cerrazón de los medios y la necesidad de garantizar el acceso a la información para decidir, el segundo debate presidencial será transmitido por los dos canales nacionales de mayor cobertura y audiencia: el 2, de Televisa y el 13, de TV Azteca.
También hubo ajustes en cuanto a la dinámica de participación, según la experiencia del primer encuentro. El papel del moderador, Javier Solórzano, será crucial para combinar la agilidad de la discusión con la equidad entre los participantes.
Los temas del segundo debate son quizá más complejos, no sólo por las materias a abordar: Política y Gobierno, México en el Mundo (relaciones exteriores) y Desarrollo Social, sino porque a diferencia del primero, no habrá subtemas ni preguntas que circunscriban sus intervenciones, sino que cada candidato enfocará y profundizará sus planteamientos en función de sus propias prioridades. Además, tendrán que considerar con las réplicas y contrarréplicas de sus adversarios.
Pero lo más complicado para la candidata y los candidatos a la Presidencia de la República es el momento político del segundo debate. Dos domingos después, más de 73 millones de mexicanos iremos a las urnas a depositar nuestro voto. Un error a estas alturas sería de un gran costo para quien lleva la delantera o para quienes aspiran a alcanzarlo en las preferencias electorales.
Cada candidato llegará al domingo con su propia carga. A Enrique Peña lo persiguen las acusaciones de corrupción que señalan a destacados priistas como cómplices del crimen organizado en México. Josefina Vázquez Mota no podrá desprenderse con la misma facilidad que la primera vez de su condición de candidata del partido en el gobierno, el mismo que se ha mostrado como incapaz de garantizar la vida y la seguridad de los mexicanos.
A Andrés Manuel López Obrador lo ronda el fantasma del 2006 y el movimiento post electoral que encabezó.
Por cierto, no deja de llamarme la atención que en la capital de la República, donde se resintieron directamente los efectos del plantón de la avenida Reforma, sea donde López Obrador lleva la delantera con el margen más amplio para un candidato de los cuatro en cualquier estado del país.
En tanto, los yucatecos seguimos esperando el debate prometido entre los candidatos al gobierno del estado y a la presidencia municipal de Mérida. Tal vez sería aburrido, quizá insustancial, pero es indispensable para patentizar el propósito de los partidos y sus abanderados para abonar al derecho que tenemos los ciudadanos de estar informados, de conocer y contrastar personalidades y compromisos; de detectar, desde ahora, los silencios y las evasivas, que después suelen transformarse en componendas, cuando se accede al gobierno. Nos toca.- Mérida, Yucatán.

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