Yucatán: ¿en la economía del conocimiento?

Las goteras y los cubos

Dulce María Sauri Riancho

En plena temporada de lluvias, hace 29 años, se inauguró el Polifórum Zamná. La solemne ceremonia servía de marco para la presentación de los programas de desarrollo para Yucatán. De pronto, un movimiento recorrió la mesa de honor encabezada por el presidente Miguel de la Madrid y el gobernador, el general Graciliano Alpuche Pinzón: una gota había caído cerca del Presidente que, al ritmo violento de la lluvia, pronto se volvió casi una catarata. Huelga decir que esta situación dio al traste con el evento central de la gira presidencial. Meses más tarde, el gobernador solicitó licencia y fue sustituido por Víctor Cervera Pacheco.

Esta anécdota me vino a la memoria al contemplar la fotografía con los cubos recogiendo el agua de numerosas goteras en el Centro de Convenciones Siglo XXI. Aunque no es el tema de este artículo, vale la pena considerar que el inmueble acaba de ser remozado, a un costo superior a $40 millones, suma muy, pero muy alta para un "chen" arreglo, ¿no lo cree así?

Volvamos al razonamiento que generó la imagen: el contraste entre la solución rudimentaria a un problema de falta de mantenimiento y el despliegue de la más moderna tecnología fue brutal. El pasado fin de semana se llevó a cabo un evento de cultura digital de primera categoría, el Telmex-Hub, que por dos días abrió a los yucatecos una ventana a las enormes posibilidades que las tecnologías de la información y comunicación ofrecen a la sociedad actual. Los participantes tuvieron una probadita de la conectividad de alta velocidad vía cable que, aunque es de uso común en los países avanzados, en México y en Mérida es aún una novedad. Además, las conferencias y demostraciones a cargo de reconocidos expertos de la materia deben haber motivado a los participantes, jóvenes en su mayoría, a adentrarse más en las tecnologías que dominan la llamada "economía del conocimiento", que no es otra cosa que producir ideas, programas y tecnología para que funcione la sociedad a través de las computadoras, los celulares y otros aparatos que son parte de nuestro entorno.

Pero no sólo fueron los cubos y las goteras la razón del contraste entre la realidad cotidiana y el aire de modernidad que trajo el Telmex-Hub. A unos metros del lugar otro testigo mudo apuntaba la enorme diferencia entre un agasajo de fin de semana y una política pública para propiciar la participación de Yucatán en la Sociedad de la Información y la Economía del Conocimiento. Me refiero al edificio que ocupó hasta hace unos meses el Consejo de la Industria de la Tecnología de la Información (CITI) de Yucatán, A. C. Esta organización de las empresas dedicadas a lo que se denomina "tecnologías de la información" tenía una especie de "incubadora de negocios" para que pudieran crecer, madurar y una vez consolidados salir del cobijo del CITI para competir con otras empresas del mundo. Su comité ejecutivo está formado (o estuvo) por el gobierno del Estado, las instituciones de educación e investigación y los empresarios del sector de Tecnologías de la Información (TI). A través de este comité se seleccionaba a las empresas que entraban a formar parte del CITI, donde no tenían que pagar renta ni por el acceso a los servicios de información y comunicaciones, indispensables para su función.

El CITI funcionó por casi nueve años e "incubó" a decenas de micro y pequeñas empresas que, en cuanto alcanzaban su "maduración", salían al mundo exterior en condiciones mejores para sobrevivir.

Un sector industrial vinculado a la producción de conocimiento es indispensable para la participación de Yucatán en la economía globalizada. Hasta hace algunos años los países más poderosos eran los que producían bienes manufacturados, maquinarias y herramientas. Ahora los más fuertes son aquellos que producen ideas que, aplicadas a la vida diaria, han transformado al mundo, como internet, telefonía celular, biotecnología, robótica. Íbamos por buen camino. El CITI, aunque modesto en su tamaño, ya había acreditado su calidad. Diversos reconocimientos lo confirman. Pero la mala costumbre burocrática de vestir a un santo desvistiendo a otro interrumpió el comodato del edificio que albergó las oficinas de la paraestatal Cordemex, bajo la razón o el pretexto de la construcción del Museo de la Cultura Maya.

No faltará algún burócrata trasnochado que opine que era tan sólo un puñado de diletantes, que no había resultados tangibles, de corto plazo. O tal vez haya sido calificado como un proyecto de la administración anterior, susceptible de ser abandonado sin consecuencias. Lo cierto es que este intento por poner a Yucatán en el mapa de la economía del conocimiento se perdió o está a punto de hacerlo.

Telmex-Hub vino y se fue. Que uno de sus efectos benéficos sea recordarnos la importancia del CITI, del apoyo real, indispensable para el desarrollo de los negocios de la información y las comunicaciones en condiciones de desigualdad. Como no queremos ser una sociedad de goteras y cubos, más nos vale rescatar al CITI del desprecio burocrático.- Mérida, Yucatán.

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