Memorias para el futuro. El arca del centenario

Dulce María Sauri Riancho

"Arca del Centenario", así se llama a una caja que guardará las memorias de los yucatecos de hoy destinadas a quienes vivan en esta tierra dentro de 100 años, en 2110. El gobierno del estado convoca a los ciudadanos a realizar propuestas destinadas a integrar este acervo de "... objetos, documentos e imágenes representativos de la época actual y de la sociedad yucateca contemporánea...". Esta actividad formará parte de la conmemoración del inicio del movimiento revolucionario de 1910.

¡Menuda tarea! Se trata de hacer una selección de "... costumbres, ideas, acciones y actitudes de esta década inicial del milenio...", que quepan en una caja de 80 x 60 x 60 centímetros (casi el doble de tamaño de las de archivo muerto) y que, además, sean significativas para quienes habrán de revisarlas dentro de una centuria. Me imagino que el material con que se fabricará el depósito destinado a durar 100 años será de la mejor calidad, para que resista el entierro en los patios de la escuela "Nicolás Bravo", situada en el barrio de Santiago, en la 72 por 59.

¿Qué pondríamos en esta "cápsula del tiempo"? ¿Qué y quiénes representan a los yucatecos de hoy en una época caracterizada por la rapidez de las innovaciones tecnológicas y la persistencia de la desigualdad? ¿Qué es signo de identidad, de "lo yucateco" hoy día?

Realizar una selección así lleva a preguntarnos sobre los componentes de la identidad yucateca, lo que nos hace distintos en la pluralidad de la gran nación mexicana. Entonces, a este cajón debemos incorporarle costumbres y tradiciones. Pero ¿cuáles? ¿Serían grabaciones con nuestra habla cadenciosa, aporreada, que se come gustosa las eñes? ¿Tendríamos que poner al idioma maya, lengua materna de muchos yucatecos, aunque cada vez en menor número?

A las tradiciones ¿incorporamos las nuevas costumbres impuestas por la necesidad, como el traslado semanal hasta Cancún y la Riviera Maya de adultos, hombres y mujeres, que dejan comunidades completas de niños y ancianos? ¿Sumamos a los yucatecos que viven en los Estados Unidos, en California o más lejos, que vienen cada vez que pueden y que mantienen sus lazos con esta tierra? ¿Reportamos a los que llegan de otras partes del país a avecindarse entre nosotros, atraídos por la tranquilidad que todavía disfrutamos?

El ecosistema yucateco es un gran tesoro. ¿Incluiremos una muestra de los manglares y humedales de la costa, una foto de los flamencos rosa y de la eclosión de los huevos de tortuga? ¿Reportaremos los escasos manchones de selva alta que todavía tiene Yucatán? ¿Pondremos vistas de la erosionada costa de Chuburná a Telchac, amenazada también por el cambio climático? ¿Y los hueches que ya se fueron, y las uayas y el tauch, las tortillas de mano y el atole nuevo?

La propuesta de dejar una caja con "cosas" -cosas pequeñas y perdurables- que hablen de los yucatecos de hoy puede ser manifestación de un sano sentido de la trascendencia, pensar y ver hacia el futuro. Pero puede ser, también, una manera de distraer la atención de nuestras incapacidades del presente. Aquello que nos impidió dejar obras monumentales que, además de su utilidad social, "hablaran" al futuro del Yucatán del cambio de milenio: parques, avenidas y carreteras, ciudades "modelo", centros de innovación tecnológica.

Me pregunto si en lugar de "cosificar" mensajes y valores nos ocupáramos por darle vida a los mismos; si nos preocupáramos por reforzar lo mucho que hoy tenemos para que dure 100 ó más años: ¿por qué no pensar que nuestra Universidad, la UADY de hoy, viva la próxima centuria, fuerte, adaptada a los tiempos, "hablándole" a los yucatecos de cada etapa? ¿Y que con la UADY pervivan el Tec, la Unimayab, la Modelo -que ya cumplió 100 años como escuela-, la Marista, la CTM y muchas otras universidades y centros de enseñanza?

Tenemos un Archivo del Estado (AGEY) que, pese a dificultades y limitaciones, está bien organizado; están por abrir sus puertas en el antiguo edificio del "Diario del Sureste" los acervos que fueran de la hemeroteca Pino Suárez y del Centro de Apoyo a la Investigación Histórica; ¿qué mejor legado documental y testimonial podemos dejar al futuro que el que conservan esas instituciones y otras similares a ellas?

La "cápsula del tiempo" que encierra cosas, así sean las más preciadas por algunos, proyectaría un espíritu coleccionista, de una sociedad anticuaria, la que atesora objetos por el mero afán de guardarlos. El asunto central es cómo preservar la memoria colectiva para otras generaciones. Son los centros de investigación que protegen el conocimiento de las plantas, los animales y las personas, como el Cinvestav y el CICY, es el Inifap y el Hideyo Noguchi. Allá se crea conocimiento que permanece y resiste el paso del tiempo. Algún día, espero que pronto, habrá de concluirse la obra material de la Ciudad Científica y Tecnológica en Komchén.

Si somos capaces de superar el rezago que arrastramos en materia de ciencia y tecnología, si nos ocupamos en preservar y renovar lo que ya tenemos, de esa manera tendremos un lugar en los recuerdos de quienes nos sigan, atendiendo de paso los retos de la generación que ahora recuerda al Yucatán y al México que fuimos hace 100 y 200 años...- Mérida, Yucatán.

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