Ausencias e intromisiones

La agenda de la gobernadora

Dulce María Sauri

Columna publicada el día de hoy en el Diario de Yucatán

La distribución del tiempo es una de las más importantes tareas para las personas dedicadas al servicio público. Lo es en mayor medida cuando se ejerce la responsabilidad del Poder Ejecutivo, bien sea como gobernadora o presidente municipal.

Lo que más les interesa a los gobernantes se refleja en su agenda de actividades. Desde luego que reciben invitaciones para asistir a numerosos eventos, pero la selección de a cuáles acudir no debe ser producto de preferencias y gustos individuales, sino parte de una estrategia de gobierno que define dónde, con quién y para qué estar presente en una inauguración, toma de protesta o colocación de “primera piedra”. Además, es fundamental destinar tiempo al trabajo interno, de coordinación y revisión de los programas, sus avances y dificultades; a las reuniones para analizar los problemas del estado y la forma de enfrentarlos; en pocas palabras, al “trabajo de equipo”.

La estrategia de construcción de imagen de un gobernante se ha vuelto fundamental en una sociedad cada vez más dependiente de los medios masivos de comunicación. Los argumentos para gastar grandes cantidades de recursos públicos en información y propaganda de las actividades de gobierno están sustentados en la indispensable comunicación con la sociedad y en el principio de rendición de cuentas. El problema comienza cuando la agenda mediática se vuelve el epicentro de las acciones de gobierno. Se vuelve importante sólo lo que sirve para la imagen, la fotografía o para salir en televisión. Los actos son relevantes si hacen lucir bien al gobernante; son peligrosos si representan un riesgo de confrontación o cuestionamiento a sus actos de gobierno.

Dos eventos cercanos en tiempo y diferentes en propósito, contenido y asistentes ilustran las dificultades en el oficio de gobernar aterrizadas a Yucatán: la toma de protesta de la nueva directiva del Centro Empresarial de Mérida y la función de boxeo llamada “Batalla de Kukulkán”.

La gobernadora decidió no acudir al relevo de la directiva del Cemer el viernes pasado. Este sindicato de empresarios ha mantenido una línea crítica hacia el poder público no sólo en los asuntos concernientes al rumbo de la economía, sino también de los procesos electorales. Ante la presencia de su dirigente nacional y de las altas autoridades yucatecas, los empresarios habrían de expresar su punto de vista sobre las próximas elecciones locales, sus preocupaciones y advertencias, además de sus percepciones sobre la superación de la crisis económica en Yucatán.

Así lo hicieron, aunque la ausencia de la gobernadora y del mensaje que habría de formularles evitó que los asistentes y la sociedad yucateca se enteraran en forma directa de las opiniones y planteamientos del gobierno estatal sobre estos trascendentes asuntos.

Televisa promueve en distintos sitios de la república la realización de espectáculos de boxeo que transmite los sábados por la noche. Copatrocinada por el gobierno del Estado, como el concurso Nuestra Belleza México, la función estelar de boxeo en la que participaría Guty Espadas hijo fue presentada a mediados de enero como la “Batalla de Kukulkán”. A la empresa televisora le interesa la venta de los tiempos de publicidad comercial y los derechos de transmisión de la pelea a distintos países del mundo. Al gobierno yucateco, la publicidad que recibe el estado, particularmente Mérida, como destino turístico.

El pesaje de los púgiles —campeón y retador— se efectuó en la Plaza Grande, entiendo que sin anuencia del Ayuntamiento por la afectación al tránsito vehicular en el primer cuadro de la ciudad. Todo quedó listo para el sábado por la noche.

Como lo ha vuelto costumbre en todos los eventos y espectáculos a los que asiste, la gobernadora subió al ring antes del inicio de la pelea estelar de la noche. Ataviada con el cinturón de campeón de peso pluma, fue sorprendida por los gritos de “¡Fuera, fuera, fuera!” que, según las crónicas y los comentarios de algunos asistentes, invadió el remozado Polifórum Zamná. No había sucedido antes en esa magnitud, ni en la inauguración de la temporada de béisbol —equipada con la camiseta de los Leones—, tampoco en la final de la liguilla de ascenso de fútbol, enfundada en el jersey de los Venados de Mérida. ¿Por qué ahora? Ensayo una respuesta: la gobernadora invadió los límites del espacio de los aficionados. Algunos ciudadanos asistentes, pocos o muchos; tal vez a quienes incluso se les había obsequiado un boleto para ser partícipes directos del espectáculo, manifestaron su rechazo a la irrupción de una figura pública en un lugar donde sólo cabían los boxeadores.

No soy partidaria de magnificar el incidente de la “Batalla de Kukulkán”, mucho menos de transformar la próxima inauguración de la temporada de béisbol en un acto de desagravio a la gobernadora. Sí considero que hay lecciones para aprender con modestia, que es el sello de los buenos gobernantes: el respeto a los espacios ciudadanos y, sobre todo, no confundir la comunicación con la sociedad con la propaganda personal.

Tal vez se pueda, al calor de la sorpresa, revisar los criterios de asignación de tiempos y de recursos para la promoción turística y económica de Yucatán: ¿qué resulta más conveniente, promover peleas de box o mantener una relación fluida y cordial con la dirigencia empresarial agrupada en la Coparmex? Cuestión de prioridades.— Mérida, Yucatán.

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