El futuro de Calderón y los dilemas del PRI
Hace 9 años que Acción Nacional gobierna México. El saldo general nos confirma la pérdida del impulso modernizador que movió al país por muchos años. Además, la oportunidad histórica de los precios extraordinarios del petróleo de exportación, su empleo para relanzar el desarrollo económico, se perdió en medio de la alegre dilapidación de los recursos.
El modelo político que tuvo vigencia por poco más de 7 décadas, se agotó con la alternancia en la Presidencia de la República. La consecuencia inmediata debió ser el inicio de la construcción de uno nuevo, acorde a las demandas y las necesidades de una sociedad que había cambiado profundamente. Eso no sucedió. Vicente Fox se limitó a administrar las formas y relaciones del vilipendiado pasado priísta, sin percatarse que el andamiaje que les daba sustento y sentido había desaparecido.
Felipe Calderón llegó con un déficit de legitimidad después del controvertido resultado de las elecciones del 2006. Su mandato ha estado marcado por la crisis económica, la inseguridad galopante, el aumento de la pobreza y la caída del nivel de vida de la mayoría y, lo más grave, por los sentimientos de desánimo e incertidumbre que embargan a amplios sectores de la sociedad.
La institución presidencial, otrora eje del entramado de relaciones políticas del país, se encuentra debilitada y en proceso de desmantelamiento; el Presidente está a la defensiva; sus propuestas no acaban de cuajar ni siquiera en el ámbito del Ejecutivo Federal. Su partido retrocedió considerablemente en las elecciones de julio de 2009.
Se avizora el triunfo electoral del PRI en el 2012. Asumo que el objetivo de ganar la Presidencia es asegurar la gobernabilidad del país e impulsar los cambios que permitan hacerlo competitivo y justo para la mayoría.
Por eso, el futuro del presidente Felipe Calderón y el futuro del PRI, están entrelazados.
EL FUTURO DE FELIPE CALDERÓN
Algunas pinceladas de las nuevas intenciones de FC después de la derrota de julio, las dio el 2 de septiembre, en la reunión posterior a la entrega del III Informe. Planteó una agenda de cambios profundos en materia de política económica, social, desregulación, telecomunicaciones, educación y salud, seguridad pública y una “reforma política a fondo”.
Fue necesario esperar hasta la conmemoración del 3er año de gobierno para escuchar el anuncio del próximo envío de diversas iniciativas en materia política, como la reelección continua de legisladores y autoridades municipales y la introducción en la Constitución de las figuras de referéndum y plebiscito.
Tal parece que FC prepara “una fuga hacia delante”, que le permita presentar ante la ciudadanía una amplia agenda de transformación modernizadora, sin que necesariamente cuente con la capacidad para negociar con las diversas fuerzas políticas y conducir los procesos. Sin embargo, la institución presidencial, aunque debilitada, aun tiene un papel central para detonar los cambios.
Muy pronto Calderón tendrá que plantearse la disyuntiva entre ser Jefe del Estado Mexicano o serlo de su partido. Similar situación vivió Ernesto Zedillo durante su mandato: usó la fuerza de su partido, el PRI, para darle viabilidad al país para salir de la crisis. El resultado es conocido: el PRI perdió la Presidencia.
LOS DILEMAS DEL PRI
El PRI es gobierno en 18 estados de la República; es mayoría en la Cámara de Diputados y en los ayuntamientos de las capitales. Indiscutible ganador de los procesos electorales locales, refrendará esa condición en los procesos que habrán de realizarse a lo largo del 2010.
El PRI tiene que actuar para el “ahora” que representan los 3 últimos años de FC. Pero simultáneamente tiene que preparar las bases para el futuro, que se quiere distinto.
LOS DILEMAS DEL CORTO PLAZO: LOS PRÓXIMOS 3 AÑOS.
- ¿Debilitar la institución presidencial o fortalecer sus funciones? Existen propuestas encontradas; por una parte, la del Grupo Parlamentario del PRI en el Senado, que establece la ratificación de varios miembros del gabinete presidencial, así como la figura de “Jefe de Gabinete”, con funciones de mediación hacia el Congreso. Por la otra, la del Ejecutivo Federal: FC ha anunciado el envío de la reforma para el establecimiento de la “iniciativa preferente”, que lo fortalecería en sus relaciones con el Congreso.
- ¿Compartir y acotar facultades de los Poderes o mantener las tensiones existentes?
Se trata de definir si se pretende avanzar en el acotamiento de las facultades presidenciales, tales como la reglamentaria de las leyes, además de las ya mencionadas. Si se le otorgará al Poder Judicial el derecho de iniciar leyes; si se normará el ejercicio del veto presidencial. La propuesta de reelección consecutiva de legisladores tendría que considerar el cambio en las condiciones de la relación Ejecutivo-Legislativo: uno, con mandato limitado a 6 años; los otros, fortalecidos por la posibilidad de reelección.
- Las relaciones entre la Federación y los estados: ¿pleito o un nuevo pacto?
La mayor fuente de tensiones se ubica en el reparto de los ingresos públicos, menguados seriamente por la crisis económica y la caída de los ingresos petroleros. La escasez obliga a plantear una reforma a la coordinación hacendaria. A nivel federal existe una Ley de Responsabilidad Hacendaria, no así en los estados. No se puede apretar de un solo lado; para que haya austeridad, reducción del gasto corriente y aumento de la inversión, las mismas medidas legislativas deberán ser aplicadas en las entidades federativas.
Los programas como Oportunidades y Procampo, ¿deberían conservar su carácter federal o ser descentralizados a los estados?
- La reforma fiscal: más de lo mismo o nuevas reglas del juego.
Una y otra vez se ha intentado realizar una reforma que aumente la recaudación y la base gravable del país y en todos los casos, los resultados han sido escasos. Se conoce el diagnóstico a detalle; se sabe qué hacer: regímenes especiales, consolidación fiscal, simplificación. Ya no contará la hacienda pública con los recursos petroleros en abundancia; la despetrolización de las finanzas públicas es una exigencia inmediata.
- La relación sociedad y gobierno: ¿nuevas formas de participación o coptación clientelar?
FC ha comprometido el envío de la iniciativa de reforma para la introducción en la Constitución de la figura del referéndum. Están también el plebiscito y la iniciativa popular, como formas de participación ciudadana en las decisiones de la vida colectiva. Correlativamente, se requiere una legislación que motive a la ciudadanía a opinar en asuntos de interés general y obligue a las instituciones públicas a integrar a los ciudadanos plenamente.
Las candidaturas independientes de los partidos políticos son un punto medular en la agenda ciudadana. El PRI no tendría por qué oponerse; no afecta sus intereses partidistas; sí beneficia al avance de la Democracia.
LOS DILEMAS DEL LARGO PLAZO: MÁS ALLÁ DEL 2012
Ganar la Presidencia de la República representará para el PRI el mayor de los retos. El cómo hacerlo está en construcción; el para qué hacerlo está pendiente de un gran debate al interior del partido.
Llegar para restaurar el pasado sería inadmisible; serían los vicios y las desviaciones los que prevalecerían, no los aciertos de entonces.
Tener el mismo desempeño que Acción Nacional significaría la vana pretensión de continuar gobernando sin afrontar las exigencias de la transición. Lo que la sociedad de alguna manera le ha perdonado o tolerado al PAN, no se lo permitiría al PRI.
Las decisiones sobre lo inmediato, las demandas de la coyuntura, no pueden nublar la necesidad de definiciones de fondo sobre un conjunto de temas que pueden representar la base de la diferencia en un gobierno del PRI.
Estos son algunos dilemas del largo plazo:
- Reconstruir al Estado, fortalecer su capacidad de conducción del desarrollo y recuperar su carácter laico o continuar su desmantelamiento.
- Persistir exclusivamente en la estrategia de combate a la pobreza o emprender la lucha por la igualdad de oportunidades.
- Combatir los monopolios y los tratos de privilegio de algunos sectores económicos o aceptar el predominio de sus intereses sobre los del conjunto social.
- Luchar contra la inseguridad y el crimen organizado mediante una guerra frontal a sus efectos (narcotráfico, secuestros, lavado de dinero) o desarrollar una estrategia que ataque integralmente el fenómeno desde la perspectiva de la educación, oferta de empleo productivo, crecimiento económico.
- Plantear una nueva relación con los grupos organizados de la sociedad o continuar una política clientelar que privilegie el control social sobre la auténtica participación.
CONCLUSIONES
El gran dilema del PRI en lo inmediato se encuentra entre esperar a ganar la Presidencia para desarrollar una agenda de cambio o gobernar desde el Congreso, con las fuerzas surgidas de la elección de julio pasado.
La tentación de la espera es grande: abonaría al desgaste del Ejecutivo Federal panista que vería cristalizadas pocas de sus propuestas; no confrontaría a grupos o personas del PRI con los grandes intereses o los poderes fácticos que se oponen a los cambios; permitiría mantener al Partido en la indefinición sobre temas de interés toral que provocarían roces con algunos sectores.
Sin embargo, las urgencias sociales no consienten la espera. Ni el avance del crimen organizado y la pobreza; ni el desempleo y la pérdida de competitividad de la economía podrían detenerse o siquiera amortiguarse sin la decidida participación del PRI.
Actuar para el futuro como si fuera el presente. La duda estriba en la posible utilización política por parte del Ejecutivo de los logros y avances construidos gracias a las fuerzas del PRI.
Vale la pena el riesgo. Camino que se ande hoy, no podrá ser desandado mañana. Es válido el principio de no hacerle al Presidente panista lo que no querríamos que nos hicieran después del 2012. Cuando se plantee una reforma, vale preguntarse cómo operaría con un gobierno del PRI, si la sostendría o buscaría su inmediata anulación.
Construir el escenario de gobernabilidad futura pasa por la toma de complejas decisiones en los próximos meses. Se trata de iniciar la construcción de un nuevo sistema de relaciones políticas entre la sociedad y el gobierno; de recuperar la transición que quedó pendiente desde el año 2000, ante el agotamiento del modelo que nos rigió por muchos años.
El mayor peligro en lo inmediato para el PRI es perderse en la inercia de los triunfos electorales, creer que aseguran la llegada a Los Pinos. Esta actitud correspondería al adagio popular de “no hacer olas”.
El riesgo para el largo plazo son los compromisos con los grandes intereses económicos y políticos del país que impidan o mediaticen los intentos futuros de cambio desde el gobierno. Entonces, la o el Presidente priísta llegaría capturado por los poderes fácticos, con alianzas que hipotecarían el futuro del país.
No existe una visión única sobre el futuro dentro del PRI; por eso, la construcción de posiciones compartidas requiere diálogo y negociación interna. Pero también demanda la recuperación de valores en la práctica política, la comprensión de que no se puede pasar sobre los principios con tal de ganar; que el engaño y la simulación son enemigos de la Democracia. Que cuando se avasalla a un grupo o a una sociedad para lograr un objetivo, los frutos son amargos y la gestión gubernamental, un fracaso ante la sociedad a la que se pretende servir.
Dulce María Sauri Riancho