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Mostrando entradas de marzo, 2020

Ante la crisis del Covid-19. Salvar empleos

Dulce María Sauri Riancho Una querida amiga tuvo que cerrar su pequeño restaurante, habían disminuido drásticamente los comensales, principalmente turistas y no quería poner en riesgo la salud de sus 10 trabajadores, incluyendo meseros y ayuda de cocina. Otro negocio familiar dedicado a enmarcar cuadros también bajó su cortina: escasa demanda de sus servicios, pero mantener abierto el local con los gastos de luz y pago de una auxiliar le costaba demasiado. Una empresa mediana dedicada a la construcción se debate entre la caída drástica de la demanda de casas y la necesidad de preservar el trabajo de más de 500 personas, entre albañiles y empleados. En estos momentos, una decisión “racional” en lo económico significa reducir a su mínima expresión las pérdidas, lo que conlleva cerrar las puertas, clausurar temporalmente el negocio. Estas decisiones las toman lo mismo grandes compañías armadoras de automóviles como pequeños establecimientos comerciales. En algunos casos —los me

El Papa y el Presidente. Humildad y Soberbia

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  Dulce María Sauri Riancho Son dos personajes de gran relevancia. Uno de ellos, guía espiritual de más de 1,300 millones de católicos del mundo y el otro, presidente de una nación con más de 125 millones de habitantes. Cada uno ejerce un liderazgo basado en un principio intangible que podríamos caracterizar como “autoridad moral”. El Papa, para las y los católicos, es el representante de Dios en la Tierra y para quienes no profesan esta religión, es una persona con una gran influencia en los asuntos internacionales. El presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, es el jefe del Estado mexicano, cuyo mandato trasciende los 30 millones de votos que obtuvo en la elección de 2018. Cada uno —el Papa y el Presidente— tiene su propio ámbito de responsabilidad, pero sus palabras y sobre todo, sus actos, traspasan su investidura formal y llegan a la vida cotidiana de las personas y familias, que los observan, admiran y tratan de emular. Este peso moral se muestra en

Seguridad e identidad. Salvaguardia en el Siglo XXI

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Dulce María Sauri Riancho La semana pasada asistí al foro Seguridad Nacional de México en el umbral del siglo XXI, organizado por la comisión de Defensa Nacional de la Cámara de Diputados. Las preocupaciones en torno a este tipo de asuntos parecen muy lejanas de la vida cotidiana de la mayoría de las personas, pues tienen que ver con los objetivos y las estrategias para preservar el territorio, proteger a la población y mantener a nuestro país como nación soberana. Apenas en 2005 se aprobó la primera legislación en la materia que, por cierto, permaneció intocada por 14 años, hasta que se modificó para añadir “con calzador” a la defraudación fiscal como una amenaza —la número 13 del listado— a la seguridad nacional, junto con el terrorismo, las pandemias y otras cuestiones de la mayor gravedad. Fue, sin embargo, un cuarto componente de la seguridad nacional el que llamó poderosamente mi atención al ser considerado como característico del siglo XXI. Me refiero a la Identidad