Ante la crisis del Covid-19. Salvar empleos

Dulce María Sauri Riancho
Una querida amiga tuvo que cerrar su pequeño restaurante, habían disminuido drásticamente los comensales, principalmente turistas y no quería poner en riesgo la salud de sus 10 trabajadores, incluyendo meseros y ayuda de cocina.

Otro negocio familiar dedicado a enmarcar cuadros también bajó su cortina: escasa demanda de sus servicios, pero mantener abierto el local con los gastos de luz y pago de una auxiliar le costaba demasiado.

Una empresa mediana dedicada a la construcción se debate entre la caída drástica de la demanda de casas y la necesidad de preservar el trabajo de más de 500 personas, entre albañiles y empleados. En estos momentos, una decisión “racional” en lo económico significa reducir a su mínima expresión las pérdidas, lo que conlleva cerrar las puertas, clausurar temporalmente el negocio. Estas decisiones las toman lo mismo grandes compañías armadoras de automóviles como pequeños establecimientos comerciales. En algunos casos —los menos— pueden aguantar, con reducción de turnos, unas semanas más. En otros, de plano tienen que bajar los switches pues la situación resulta insostenible para las finanzas de las medianas y pequeñas y empresas.

Patrones y trabajadores que viven al día —en salarios, pagos de impuestos y créditos— tienen que decidir estrategias para resistir. Cuando ellos paran, también sufre la señora que vende tacos afuera de la fábrica y el vendedor de prendas de vestir instalado en la parada de autobuses. La economía formal, con sus más de 20 millones de afiliados al IMSS y 3 millones del Issste “derrama” literalmente sobre los informales parte importante de sus ingresos. Si ello/as pierden su sueldo, todos sufren. Por eso es un falso dilema el que plantea el presidente de la república cuando se propone continuar apoyando a los informales, suponiendo que los “ricos” empresarios se defienden solos.

Librados a su suerte por su gobierno, no es de extrañar que los empresarios tomen la decisión “racional” de cerrar sus negocios. Este círculo vicioso que desemboca irremisiblemente en una crisis económica tiene que ser roto desde estos momentos, tomando medidas de apoyo a la economía formal, a empresas y empresario/as que tienen a sus trabajadores incorporados a las instituciones de seguridad social. A toda costa, debe defenderse la planta laboral. Para lograrlo, se requiere de la concurrencia del gobierno, el sector privado y las organizaciones sociales.

Medidas

Enlisto algunas de las medidas cuyo propósito esencial es la protección de la planta productiva y el empleo, manteniendo en esta contingencia los ingresos básicos de las y los trabajadores.

1.—Proteger las actividades empresariales. A) Gobierno federal: 1) Suspender temporalmente los pagos provisionales de ISR e IVA; superada la emergencia, se hará un prorrateo de las cantidades adeudas para saldarlas en un plazo prudente; 2) Modificar el calendario de las declaraciones anuales de 2019; 3) Suspender temporalmente los actos de fiscalización del Servicio de Administración Tributaria (SAT). B) Gobierno del estado: 1) Otorgar un estímulo fiscal que equivalga al 100% del Impuesto estatal sobre Nóminas; C) Bancos y financieras: 1) Prorrogar el pago de intereses y del principal por créditos concedidos a actividades empresariales; se podrá prorratear la cantidad retenida entre los meses restantes para su liquidación.

2.—Proteger la economía del sector Turismo. Su importancia estratégica para Yucatán está fuera de duda. Por tanto, requiere de medidas específicas que le permitan resistir esta contingencia, conservando su planta productiva. A) Gobierno del estado: 1) Otorgar un estímulo fiscal equivalente al impuesto del 3% del impuesto estatal al hospedaje; 2) Diseñar un programa especial dirigido a las y los trabajadores turísticos cuyos ingresos dependen principalmente de las propinas.

3.—Proteger el entorno económico. A) Gobierno federal: 1) Prestar urgente atención a las propuestas del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) contenidas en el documento “Medidas urgentes para preservar el empleo y mitigar afectaciones a la economía”. En particular, aceptar la conformación de un equipo con representación tripartita —sector privado, trabajadores y gobierno— para analizar el impacto económico y determinar acciones a seguir en esta crisis; 2) Reducción del 50% de las tarifas eléctricas para la industria y comercio; aprovechar el descenso internacional de los precios de los combustibles para apoyar a la planta productiva nacional. B) Sistema bancario mexicano. 1) Activar en la banca de desarrollo, sin burocracia alguna, programas especiales para fortalecer a los sectores más afectados, como las Mipymes, el Turismo y la actividad restaurantera; 2) Trabajar conjuntamente con la Asociación Mexicana de Bancos (AMB) acciones inmediatas para apoyar a las empresas en dificultades de cumplimiento de sus compromisos crediticios.

El lunes pasado, el presidente López Obrador dijo: “Sin adelantar vísperas, para no afectar más de la cuenta la economía, porque, en efecto (…) hay mucha gente, millones de mexicanos que viven al día…”. Esa enorme cantidad de personas y familias que viven en la “informalidad”, penden del delgado hilo que sostiene a la economía “formal”, la que paga impuestos.

“Poner primero a los pobres” como reiteradamente ha señalado el presidente de la república, no se puede reducir a entregar dinero del gobierno para la precaria sobrevivencia de millones. Pasa por defender los empleos, la afiliación al IMSS o al Issste, el derecho a un trabajo decente.

Costo

Negarse por razones de trasnochada ideología a apoyar a la economía formal tendría un altísimo costo para el país en su conjunto, comenzando justamente por la/os más vulnerables, esos que el gobierno de López Obrador se propone salvar.

La emergencia sanitaria por el Covid 19 habrá de pasar tarde o temprano. Si tomamos las medidas necesarias, será antes; si ignoramos las enseñanzas de otras partes del mundo porque nos creemos más listos o porque gozamos de un extraño escudo protector, entonces llevará más tiempo, más vidas y mayores costos controlar esta pandemia. Para ese mañana que, espero, pronto llegará, escribo estas reflexiones.— Mérida, Yucatán

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