Propósitos y deseos 2020. Cinco erres


Dulce María Sauri Riancho
Albores el año 2020. Todavía es tiempo de acumular esperanzas y buenos deseos que habrán de desgranarse durante 366 días. Sin embargo, cuando se trata de cuestiones de interés colectivo habría que sumar propósitos que, en el caso del gobierno, se traducen en objetivos y metas concretas para el periodo que inicia.

La perspectiva de futuro demanda un balance de los resultados obtenidos en 2019. En los medios de comunicación y en las redes sociales se efectuó esta indispensable tarea social. La polarización se mostró claramente en las opiniones vertidas: éxito pleno o fracaso total de las políticas aplicadas a lo largo de 13 meses en el ámbito federal y de 15 meses, en el gobierno de Yucatán. No pretendo reeditar este debate, sin embargo, a través de las discrepancias de criterios existen, a mi juicio, cinco temas indispensables de abordar para poder hacer realidad los buenos propósitos de 2020. Les he denominado “las cinco Erres”, letra 19 del alfabeto que demuestra en la fonética una extraordinaria fuerza.

Recuperar la paz y la tranquilidad perdidas en buena parte del territorio nacional. 2019 fue el año que registró el más alto número de muertes violentas en el país. Este aterrador dato sería suficiente para cuestionar las políticas públicas en la materia porque no están dando los resultados prometidos. Es fundamental la revisión de la estrategia de seguridad aplicada por el gobierno en los últimos 13 meses y enfrentarse a su fracaso. No sólo para lamentarse o descalificar, sino para rectificar actitudes y acciones desarrolladas por las instituciones responsables de procurar y aplicar justicia. Y en el caso de Yucatán, no podemos dormirnos en los laureles que lo proclaman como “el estado más seguro del país”. Recordemos la frase: “en tierra de ciegos, el tuerto es rey”. El robo a casas, la violencia contra las mujeres, la captura y tráfico ilegal del pepino de mar y otras especies protegidas o en veda son delitos que afectan a familias yucatecas y que deben ser combatidos con la misma intensidad con la que se protege a la sociedad contra las acciones del crimen organizado.

Retomar el ritmo de crecimiento económico y de creación de empleos. Crecimiento “cero” es no crecer, como quiera que se vea. Y no fue negativo gracias al estoico campo, ese al que el gobierno federal le ha despojado de apoyos indispensables. Repartir dinero atenúa momentáneamente las necesidades más apremiantes, pero no garantiza la autosuficiencia. Es indispensable que la economía se expanda, porque es el único camino hacia un desarrollo sustentable e incluyente. El importante incremento a los salarios mínimos es un punto a favor del aumento de la capacidad de consumo. Pero se requiere la inversión. En 2020 México vivirá el inicio del nuevo tratado entre los tres países del norte de América. Y el conflicto comercial entre Estados Unidos y China también puede volverse oportunidad para la relocalización de inversiones estadounidenses en la región. Pero poco se materializará si continúa prevaleciendo la desconfianza en el mundo empresarial de nuestro país.

Restablecer el pluralismo como camino y práctica política. Desde 1997 hasta septiembre de 2018, el partido en el gobierno no tuvo mayoría en las cámaras de diputados y senadores. Esta situación obligó a una continua negociación entre los dos poderes para llevar adelante las reformas legislativas y fue el motor de grandes cambios en el país. Sin embargo, la existencia de una mayoría avasallante de Morena y sus aliados en el Congreso de la Unión, así como en varias legislaturas de los estados, desenterró los riesgos de volver al modelo de partido hegemónico y de la voluntad presidencial por encima de las instituciones. Dará trabajo, pero es indispensable avanzar hacia una nueva correlación de fuerzas opositoras al gobierno en la elección de 2021. Y 2020 es la antesala.

Revitalizar el federalismo como una forma democrática de la relación entre la federación y sus partes. El combate a la corrupción fue razón y pretexto para que durante 2019 se destruyese el conjunto de programas y políticas públicas que habían permitido a estados y municipios la realización de las tareas que la Constitución les encomienda. También se requiere restablecer el equilibrio entre los estados y la federación. Las políticas centralizadoras del gobierno federal son riesgosas e ineficientes, como desafortunadamente se verá en salud y educación.

Renovar el compromiso con la igualdad y por el rechazo absoluto a toda forma de violencia en contra de las mujeres y las niñas. El año pasado registró numerosas reformas para dar contenido real a la paridad de género y garantizar su aplicación. No obstante, se necesita completar el proceso legislativo para que entren en vigor plenamente las reformas aprobadas; que se armonicen con las leyes de los estados, y sobre todo, deberemos estar pendientes del correcto diseño y aplicación de políticas públicas y programas, indispensables para su instrumentación.

Permítanme, amigos lectores, incorporar dos deseos-propósitos. Uno tiene relación con las organizaciones de la sociedad, las ONG que, desde distintos ámbitos, representan la participación de la ciudadanía en asuntos de interés colectivo. Fueron muy activas, incluso definitorias, en multitud de temas de carácter político y social. Sin embargo, las ONG han sido catalogadas como “enemigas del gobierno” bajo distintas acusaciones. Espero que haya una reconsideración del presidente de la república, tal como sucedió en el caso del Teletón. Mi segundo deseo tiene relación con el gobernador de Yucatán, Mauricio Vila, y sus propuestas para generar nuevos ingresos al erario yucateco. Acuérdese de las amplias clases medias, las más afectadas con las medidas aprobadas por el Congreso. Busque nuevos caminos, antes que la realidad de las urnas se los imponga. —Mérida, Yucatán

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